top of page

Marmolejo en la prensa histórica: La Tertulia de "La Aduana"

-Manuel Perales Solís-

 

Estamos a comienzos de octubre de 1923. Marmolejo se encuentra por esos días en el punto álgido de su temporada de aguas, la de octubre. La más importante. El diario “ABC” de Madrid tiene destacado circunstancialmente en la villa  a su periodista  A. Ramírez Tomé que aprovecha para dar cuenta del ambiente y ajetreo de agüistas y personalidades de todo tipo que por aquí se acercan para buscar remedio a sus achaques o simplemente para pasar unos días de relax.   El periódico fundado por Torcuato Luca de Tena (1), sobrino político de Eduardo León y Llerena, sigue mimando y proyectando siempre que puede, a través de sus páginas, la imagen de Marmolejo como el lugar ideal no sólo para reponer la salud perdida sino también para ejercitar relaciones sociales  imprescindibles para el éxito en la política y en los negocios.   Hace  escasos días que se ha producido en España el ascenso a la jefatura del gobierno del general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, que tras un golpe de estado ha asumido  máximos poderes en la Presidencia de Gobierno con el apoyo y respaldo del rey Alfonso XIII. El periodista del “ABC” nos traslada a la tertulia “La Aduana” que tiene lugar en la botica del farmaceútico Francisco García Malo de Molina, en la misma esquina de la plaza de la Constitución, frente a la Iglesia (actual casa de Don Julio), donde cada tarde un grupo de personalidades locales se aplican en el arte de comentar y debatir  los acontecimientos más señalados que ocurren en la villa y en el pais. En esta ocasión la noticia objeto de análisis es la que recorre todos los corrillos y mentideros: la llegada al poder  del general jerezano Primo de Rivera.

 

El farmacéutico Francisco García Malo de Molina “andaluz de pura cepa, gran cazador, hombre inteligentísimo y encanecido en el ejercicio de su profesión”, según nos refiere el periodista A. Ramírez Tomé, era cuñado del liberal Lorenzo Romero García del Prado, casado con su hermana Narcisa. Foto: Archivo Manuel Perales.

Lorenzo Romero García del Prado (izquierda) y el médico Miguel Cerrillo García del Prado (derecha), sentados en un velador del café “Komifor”. Foto: Archivo Manuel Perales.

 El artículo titulado “De como se aprecian los problemas actuales en un pueblo pequeño”, publicado en el “ABC” del día 10 de octubre de 1923, recogía las distintas reacciones de estos “aduaneros” ante los recientes acontecimientos políticos:

 

“Quisiera presentar a mis lectores la simpática tertulia de la botica de Marmolejo, y no digo de la “rebotica” porque en esta época los contertulios trasladan su reunión a la puerta de la calle, y desde allí, desde esa estratégica esquina de la plaza de la Constitución, se domina, se inquiere y se avizora más a placer. Porque habéis de saber que en esta tertulila, digna de ser descrita por Galdós, se sabe todo; desde ella se ve el Ayuntamiento, la Iglesia y el Casino, por formar ángulo la casa con la calle principal de la villa, en el sitio en que tienen su punto de parada los tranvías y los autos que van al Balneario y por donde pasan los coches que vienen de la estación; se lleva también el alza y baja de los agüistas y el de los viajeros que entran en el pueblo o salen de él, una vez calafateados sus hígados o sus estómagos.

 Preside la reunión, que alguien muy acertadamente y por las circunstancias antes señaladas calificó, ya hace años, de “la Aduana”, el propio boticario, andaluz de pura cepa, gran cazador, hombre inteligentísimo y encanecido en el ejercicio de la profesión, D. Francisco Malo de Molina, quien por ser hijo de la localidad y por contar con las simpatías de todo el pueblo, ha sabido hacerse querer de todos: de los pudientes y de los necesitados. Entre los “aduaneros” habituales figuran los ricos hacendados D. Juan Luis, D. Narciso, D. Lorenzo y D. José; los médicos D. Miguel Cerrillo y D. José Terán, y dos jóvenes muy despiertos, Alfonso Sánchez Solís y Vicente Orti nieto este último del filósofo don Juan Manuel Orti y Lara, que nació en Marmolejo, y algunos forasteros, entre los cuales me cuento durante las temporadas en que pequeños achaques me obligan a tomar estas salutíferas aguas (2).

 Nada se escapa a los aduaneros, y como la farmacia de D. Francisco es una de las contadas en que no se juega a los naipes, ya se podrá suponer que a toda hora y aunque no sean más que dos los reunidos se comenta cuanto es digno de comentario, que aquí todo lo es: los episodios de la última cacería, los precios del aceite y de los granos, las transacciones realizadas en las recientísimas ferias de Córdoba y de Cañete de las Torres, los incidentes de la vida local y todo lo relacionado con el cambio transcendental operado en la política del país.

Juan Luis Burlo Gónima fue alcalde de Marmolejo durante el periodo de dictadura del general Miguel Primo de Rivera, entre 1925 y 1930. Foto: Archivo Manuel Perales. 

Narciso García del Prado gran propietario local y alcalde en 1930. Foto: Archivo Manuel Perales.

  !Ah, la política del país! Precisamente llegué a Marmolejo a los pocos días de haber sido implantado el nuevo régimen, y de este modo pude recoger en toda su espontaneidad las primeras impresiones que el cambio había producido en este pintoresco pueblo de Andalucía, siguiendo después paso a paso las sucesivas fases, hasta el momento presente, o sea el del estallido de esa bomba que da al traste con los Ayuntamientos españoles nacidos del ilícito contubernio de una política de rapiña con un caciquismo desenfrenado y audaz.

Al principio y por aquello de que no se produce el parto sin dolor y que no se conciben esas rápidas mutaciones que cambian la faz de un pais sin que las acompañe una violenta convulsión, se creyó que la transformación no había sido todo lo honda que se pretendía, y que todo quedaría reducido al cambio de nombres; el de Consejo de ministros por el de Directorio, el de ministro por el de encargado de tal o cual departamento ministerial; a la supresión de algunas de las prebendas que disfrutaban los familiares de los políticos o los políticos mismos, y a una inexorable severidad más o menos pasajera para obtener economías.

 

-Esto no es más que la justicia de Enero- decía D. Narciso, temperamento inquieto y muy nervioso, aunque no tanto como D. Juan Luis, que quiere que las cosas sean pensadas y hechas, y que, por consiguiente, desearía que a rajatabla quedasen extirpados los vicios y curadas las lacras de nuestra Administración, que perduran desde la infinidad de los años.

 Don Lorenzo, más tranquilo y menos apasionado, exponía la necesidad de esperar con calma y aguardar el desenvolvimiento de los sucesos para formar un juicio definitivo, hasta que ya, y en vista de que la Gaceta no insertaba decretos “sensacionales”, hubo de volverse a las conversaciones de siempre: a recontar el número de los viajeros alojados en cada una de las fondas, a comentar el último de los bailes organizados por la gente joven y a discutir la forma en que habría de funcionar el Somatén para que su gestión resultase eficaz. Y de esta manera fueron transcurriendo plácidamente algunos días, sin más novedad de bulto que la llegada del abogado madrileño Isidro Zapata, a quien todos interrogamos con avidez, sabiendo por él algunos de los infundios que circulaban por los mentideros de la corte; pero el escepticismo pronto volvió a enseñorearse de los “aduaneros”, incluso del optimista D. Lorenzo, sobre todo al saber que determinadas reclamaciones formuladas por el gremio de hosteleros contra las autoridades locales, y que once de los doce concejales que integraban el Ayuntamiento, contra el restante de los compañeros, o sea contra el que ejercía las funciones de alcalde, no eran atendidas con la rapidez que las circunstancias requerían, llegándose a decir que los caciques de la capital seguían, aunque a cencerros tapados, en su funesto predicamento.

   

Así llegamos al 1º de Octubre, día en que supimos que se había recibido un misterioso telegrama del gobernador militar de la provincia y que el sargento de la Guardia civil había salido precipitadamente para Andújar, en donde reside el capitán que manda la compañía. A poco de regresar el sargento se supo todo: el telegrama consabido transcribía el decreto de disolución de los Ayuntamientos, y en efecto, no había transcurrido mucho tiempo cuando desde la botica vimos el ir y venir de los municipales citando a sesión extraordinaria a los ediles, los cuales con las caras un poco largas, fueron llegando al Ayuntamiento. La noticia se propaló rápidamente por el pueblo, llegó al Casino, corrió hasta el Balneario y algunos de los agüistas, concejales en diferentes pueblos, y el alcalde de una capital no muy lejana, se apresuraron a tomar el tren, dejando en suspenso el tratamiento.

El alborozo fue general, y salvo los rostros cariacontecidos de los eliminados y de sus familiares, en todas partes se advertía entusiasmo. La botica fue aquella noche un hervidero; desde allí, y una vez terminada la sesión del Ayuntamiento, oíamos los vivas a España, a Primo de Rivera y al Ejército, amén de otros gritos no tan agradables, de “!Abajo los chachurreros!” y “!Abajo los vividores!”, que eran coreados con entusiasmo por los grupos estacionados en la plaza.

Vicente Orti García fue primer teniente de alcalde en 1925 en la Corporación presidida por Juan Luis Burlo Gónima. Hijo de Vicente Orti Escolano y Angelina García Villarías estuvo profesionalmente vinculado a la Sociedad de Aguas Minero-Medicinales. Fuente: D. José María Fernández-Gaitán y García de Uzqueta.

Alfonso Sánchez Solís, industrial, comerciante y propietario agrícola, fue el segundo alcalde del periodo primoriverista entre 1924 y 1925, tras el brevísimo mandato del médico José López Morcillo. Fuente: D. José Sánchez Ayala.

El médico sevillano José Mier de Terán Blanco (n.1888-m.1971) se ganó el cariño de las clases humildes de la localidad en los años que estuvo destinado en la villa, desde 1911 hasta la 2ª República. Fuente: Archivo Manuel Perales.

Eduardo León y Llerena (n. Málaga, 1839-m.Marmolejo, 1900), diputado y senador vitalicio por el partido Liberal, fue el creador del Balneario de Marmolejo junto a su esposa Luisa Serrano Serrano. Foto: Senado de España.

 D. Lorenzo reventaba de gozo; don Juan Luis ya quería ver procesos abiertos para depurar responsabilidades de todo orden, y el médico Cerrillo, propuso, y fue aceptado por unanimidad, que al día siguiente, y además de la banda de la localidad, viniese la de Andújar para dar concierto en las calles, que hubiese repique general de campanas y que se disparasen cohetes.

 

!Y qué cosas oímos en la tertulia, que aquella noche se vió reforzada con elementos de fuera! Todos los trapos sucios salieron a relucir y, por si fuera poco, el médico cordobés D. Mariano Salazar nos contó cosas sabrosísimas de Córdoba y de Almodóvar del Río. En una palabra, que el pueblo se vió libre por un momento del abrumador peso caciquil, y que todo el mundo respiraba a sus anchas, porque se veía que el Directorio había puesto mano en el problema más vital, atacando de raiz esa planta tan perniciosa que tantos males y tantos trastornos ocasiona en España.....

 

Tales son las impresiones que puedo transmitir a mis lectores desde este ameno y encantador pueblecillo, acaso el más limpio de España, por el que han desfilado hombres de nota, como el duque de la Torre, D. Eduardo León y Llerena (fundador del Balneario y su primitivo dueño), D. Francisco Silvela, D. Antonio García Alix, D. Eduardo Dato, el marqués de Alhucemas, Ramón y Cajal y Palacio Valdés (3); así es que entre vaso y vaso de agua, de este agua que el doctor Cebrián con exquisito celo nos hace ingerir en grandes cantidades, nos enteramos con ansia de las noticias que vienen en la prensa de Madrid, empapándonos en ellas con igual anhelo que si se tratase del líquido bienhechor de la fuente de Buena Esperanza, manantial denunciado hace unos treinta años por León y Llerena y que debe su nombre a una distinguidísima dama que era a la sazón angelical criatura, y hoy lo mismo que entonces, modelo de virtudes y ejemplo de bondad (4).

 

Notas:

 

(1) Torcuato Luca de Tena y Álvarez de Ossorio (n. Sevilla 1861-m. Madrid, 1929), fundador del semanario “Blanco y Negro” y del periódico “ABC”, estuvo vinculado a Marmolejo y al Balneario durante la etapa de gestión de Eduardo León y Llerena con cuya sobrina, Esperanza García de Torres León, contrajo matrimonio. Este acaudalado periodista, político y hombre de negocios fue un asiduo huésped de la casa de Eduardo León y Llerena, en donde su esposa disfrutó de largas temporadas de descanso junto a Luisa Serrano, mujer de León y Llerena.

 

(2) Se refiere el periodista a las siguientes personas, todas ellas sobradamente conocidas por tener, en su mayoría, responsabilidades políticas en la villa: Lorenzo Romero García del Prado, propietario agrícola, líder de los liberales marmolejeños y alcalde en varias ocasiones entre 1899 y 1922; José Alcalá Orti, propietario, líder del partido conservador marmolejeño y alcalde alternando con el liberal Lorenzo Romero entre los años de 1904 y 1920; Narciso García del Prado, “Don Narciso”, propietario y gran contribuyente local, alcalde desde febrero a noviembre de 1930; Alfonso Sánchez Solís, propietario e industrial; alcalde en 1924 y 1930; José Luis Burlo Gónima, propietario, alcalde primoriverista entre 1925 y 1930; Vicente Orti Criado, propietario, primer teniente de alcalde en 1925 durante la alcaldía de Juan Luis Burlo, cuñado del hijo de éste; Miguel Cerrillo García del Prado, médico y primo de Lorenzo Romero; José Mier de Terán, médico sevillano afincado en Marmolejo desde 1911. Su hermana Carmen contrajo matrimonio con Lorenzo Romero. Finalmente el anfitrión de la tertulia, el farmacéutico Francisco García Malo de Molina, era el cuñado de Lorenzo Romero, casado con su hermana Narcisa.

 

(3) Entre las personalidades políticas que cita A. Ramírez Tomé hay que destacar al general Francisco Serrano Domínguez, I duque de la Torre. El general y político liberal, héroe de la Revolución de 1868; regente del Reino en 1869; presidente de la 1º República Española en 1874, y varias veces Presidente del Gobierno entre 1868 y 1874, tuvo una relación muy estrecha con Marmolejo. Era tio carnal de Luisa Serrano la esposa de Eduardo León y Llerena. Luisa era hija de Francisco Serrano y Santaella y de Dolores Serrano Domínguez, hermana del duque de la Torre. Sus visitas a Marmolejo, a la casa de su sobrina en la plaza del Coso (actual casa de La aviadora”), fueron habituales, como así lo fueron sus reuniones en nuestra localidad con los máximos representantes del liberalismo español de finales del XIX. Por su vinculación con Marmolejo, la Corporación Municipal le impuso el nombre de duque de la Torre a la calle del Arroyo.

En relación a Francisco Silvela y de Le Vielleuze, historiador, abogado y líder del partido Conservador a partir del asesinato de Cánovas del Castillo, hay que reseñar su densa trayectoria política. Fue Presidente del Consejo de Ministros durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y durante el reinado de Alfonso XIII. Igualmente en diferentes ocasiones ocupó diversos ministerios (Gracia y Justicia, Gobernación, Estado, y Marina) entre 1881 a 1900. Fue amigo personal de Juan Manuel Orti y Lara. Cuando falleció Juan Manuel en 1904 lo encontramos presidiendo el duelo en su sepelio.

El abogado y político Antonio García Alix perteneció igualmente al partido Conservador. Fue ministro de Instrucción Pública y de Bellas Artes entre 1900 y1901 en un gobierno presidido por Francisco Silvela; ministro de Gobernación en 1903 y ministro de Hacienda en 1905. Marmolejo le dedicó una calle en agradecimiento a las gestiones realizadas en beneficio de las escuelas de niños y niñas.

Finalmente Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas, citado por el periodista del “ABC” como uno de los asiduos visitantes al Balneario y a la casa de León y Llerena, reseñar que fue Presidente del Gobierno de España en varias ocasiones entre 1912 y 1923. Además ocupó varios ministerios entre 1905 y 1918. Fue el líder del partido Liberal Democrático, facción escindida del partido Liberal.

 

(4) Se está refiriendo a la sobrina de León y Llerena, Esperanza García de Torres León, casada con el periodista y empresario sevillano Torcuato Luca de Tena. El hijo de ambos, Juan Ignacio Luca de Tena, comediógrafo y periodista, tuvo por primera mujer a Catalina Brunet y Serrano, heredera a través de su madre Luisa Serrano Navarro, de un lote de acciones de la Sociedad de Aguas Minero-Medicinales.

bottom of page