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Rincones de nuestro término: la Casilla de Goyete y la Familia Alférez-Alcalá

 Apuntes de José Alférez Alcalá (q.e.p.d.).

Para llegar a este bello rincón del pago de Cerrada podemos hacerlo a pie a través del antiguo camino de carne que unía Marmolejo con Montoro tomando  la ribera derecha del Guadalquivir a la altura de “Los Ventorrillos” (conocidos antiguamente por “Huertos del Lobo”). El camino nos llevará por la “Huerta del Río” y al llegar a la desembocadura del arroyo de La Marquesa  haremos el ascenso por el antiguo “Veredón del Recoche” que, flanqueado de romeros, lentiscos, madreselvas, cornicabras y aladiernos, atraviesa el gran meandro de la “Dehesa Cerrada” y nos conduce de nuevo  hasta la ribera del río a la altura de la Huerta del Carmen y la casilla objeto de nuestro interés. Llegado a este lugar, antaño descansadero y abrevadero para los ganados que transitaban este viejo cordel, el camino continúa río abajo  buscando el vado del Yeguas  a la altura de la “Boca del Río”, donde ya penetra en tierras montoreñas.

Ribera del Guadalquivir, en la zona cercana al Recoche, con las casillas de la familia Alférez-Alcalá, al fondo,  y  la casilla construida por la familia de Goyete.

La casilla es de una sola planta y presenta un contrafuerte muy singular para el reforzamiento del muro de fachada.  Su primer dueño conocido fue un anciano al que llamaban “Goyete”; era ciego y vivía allí con su mujer y una hija que casó con un porquero que trabajaba al cuido de las piaras de cochinos en la cercana finca de Los Mártires.
   Este hombre la vendió a una familia de Marmolejo que hacia 1948 se verían obligados a venderla para saldar una deuda. Fue entonces cuando la adquirió el loperano José Alférez Barbosa y su mujer Catalina Alcalá Alcalá mediante el procedimiento de subasta para la que concurrieron a la vecina ciudad de Andújar.
   El matrimonio Alférez-Alcalá llevaba consigo siete hijos: José, Benita, Manolo, Antonio, Juan, Benito y Catalina. Toda la familia al completo marchó a vivir a la casilla desde Lopera el mismo año de la compra.
   José Alférez era muy conocido en Lopera por su compromiso político y social con el Partido Socialista y la UGT.  Pertenecía a la Sociedad Obrera de Oficios varios “La Defensa del Obrero”  y allí acudía cada noche para hablar con los compañeros y leer los periódicos y folletos informativos. 

José Alférez Barbosa y Catalina Alcalá Alcalá. Foto cedida por su hijo José Alférez Alcalá (q.e.p.d.).

 Disponía de un aceptable patrimonio heredado de una tía suya  que le permitiría vivir con cierto desahogo. Pero todo cambió a partir de la guerra, ya que sería hecho preso por las tropas de Franco pasando 6 años en la cárcel de Jaén. Su mujer hubo entonces de hacerse cargo de las tierras: 2000 olivos y 9 fanegas de tierra calma. A pesar de ese aceptable patrimonio, los tiempos eran difíciles y a su salida de la cárcel,  los problemas económicos y siete hijos a su cargo, le llevaron a malvender lo que tenía y adquirir, a cambio, esta pequeña finca en el término municipal de Marmolejo junto al Guadalquivir.

José Alférez Alcalá

 Cuando llegaron aún vivía allí  la hija del antiguo dueño que se fue a vivir a una choza construida cerca del viejo camino del Recoche. Esta segunda casilla aún perdura ya bastante reformada.

   Como las cosechas de la finca (unos setecientos olivos en la ribera del Guadalquivir, la mitad en abrupta ladera) no daban para tanto, José se vio obligado a trabajar de calero para Catalina Navarro Parra “la Aviadora” en la calera que tenía en la finca de La Marquesa. También dispuso de un pequeño huerto familiar pues en aquellos años afloraban manantialillos de la ladera trasera a la casa con los que pudieron sacar la huerta de verano y de invierno. 


   Hacia el final de la década de los sesenta José enfermó súbitamente. Un día ya muy grave tuvieron que llevarlo hasta el coche del taxista marmolejeño, Alcalá, que fue a recogerlo a la finca de Los Mártires. Desde la casilla hasta el cortijo de Los Mártires tuvieron que portarlo sobre  una escalera de madera haciendo las veces de camilla. Se lo llevaron a su pueblo natal, a su antigua casa, y allí murió  en las horas siguientes.
   Tras la muerte, la viuda decide venirse a Marmolejo a una casa que habían comprado en la calle Zapateros. Catalina murió hacia 1976. Sus restos y los de su esposo yacen en el cementerio de Lopera.



El hijo mayor de ellos, José Alférez Alcalá,  quien me facilitó estos breves apuntes sobre su familia, nos dejó hace un tiempo tras una larga enfermedad pero siempre conservaré de él un recuerdo grato de persona sencilla y honesta.

El antiguo veredón del Recoche, sirvió  para el tránsito de los ganados y paso de jornaleros y muleros en busca de sus tajos en el pago de Cerrada. También fue vía de comunicación entre Marmolejo y Villa del Río, por la Aragonesa, y con Montoro, a través de la ribera del Guadalquivir.

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