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Marmolejo en la prensa histórica: "La fuente de los socialistas"

 

-Manuel Perales Solís-

Publicacíón de la noticia del hallazgo de la actual Fuente de “Los socialistas”. Fuente: Diario “La Libertad”. Madrid, 20 de octubre de 1932.

 

El 20 de octubre de 1932, en plena República, el periódico madrileño “La Libertad” se hacía eco de la apertura de lo que hoy día conocemos como “Fuente de Los socialistas”. Bajo el subtitulo de “El primer balneario popular” este diario de tendencia progresista y obrerista, escindido del periódico “El Liberal”, informaba a todo el país de este acontecimiento en los siguientes términos:

“En esta República española, República de trabajadores, según el concepto constitucional, ha encontrado un grupo de aquellos, pertenecientes al sinnúmero de los parados, un medio de ganarse honradamente la vida proporcionando la salud a los ciudadanos doloridos. Se trata nada menos que de la instalación y explotación de un balneario para las clases humildes, de un verdadero balneario popular, el primero de su género que existe en España, y cuyo reclamo puede hacerse sin miedo, a la menor sospecha de interés, ya que el reparto de sus aguas medicinales también se realiza con el mayor desprendimiento y sin que el paciente tenga necesidad de proveerse de tarjeta especial, ni menos de pasar por la aduana de la prescripción facultativa, trámites que significan los obligados ingresos de todos los establecimientos similares.

 

Pero vamos por partes y refiramos a los lectores esta curiosidad. Bien conocida es la riqueza que España encierra en cuanto a la profusión y variedad de sus manantiales de aguas curativas. Cada provincia tiene varios balnearios de propiedades medicinales bien caracterizados y conocidos que acogen en sus manantiales a cerca de una tercera parte de los españoles y envían a los restantes la salud embotellada. No existe una dolencia que resista, según los médicos, a un régimen de aguas bien aplicado y los españoles aprenden tan bien la lección, que no vacilan en visitar el balneario que se les indica, obteniendo casi todos los dolientes mejoría notable con las aguas…y la sugestión. No se encontrará un solo agüista que afirme sinceramente que el invierno último lo pasó igual que el anterior. Absolutamente todos encontraron durante el invierno un alivio considerable, y, “gracias a las aguas” pudieron pasarlo muchísimo mejor.

Y ¡claro!, como cada año hay un contingente de nuevos enfermos, el número de asiduos a los balnearios aumenta en proporciones extraordinaria. Porque la temporada de aguas la cumplen hasta las personas a quienes desapareció la afección, y que repiten uno y otro año la visita para “prevenirse” contra una posible recaída. Una de las poblaciones a la que han dado fama sus aguas es Marmolejo.

Así como tuvo la suerte de que un insigne escritor lanzase su nombre y las virtudes de sus aguas a los cuatro vientos, ahora, en 1932, en los albores del nuevo régimen democrático, ofrece el ejemplo del primer balneario popular explotado por los trabajadores sin trabajo de la República.

El municipio socialista de Marmolejo está efectuando unas obras de explanación en el cauce del Guadalquivir, en las inmediaciones del Balneario, y en estos trabajos tiene empleados un buen contingente de obreros, aunque no pueda evitar que haya otros que carezcan de medios de subsistencia.

 

Hace aproximadamente veinte días, durante estos trabajos municipales, unos obreros parados observaron que al sacar tierra para nivelar un accidente del terreno, surgía un hilo de agua; la probaron y advirtieron que era gaseosa y de sabor análogo a la que explota , a 50 metros de distancia, la Empresa del balneario oficial.

Naturalmente los descubridores de este fenómeno pidieron permiso al alcalde D. Andrés Velasco, para trabajar por su cuenta en aquel lugar y para explotar el beneficio, si lo hubiere, y concedida la autorización deseada, el grupo de obreros sin trabajo, formado por Juan Ruiz Ayal, Manuel Cobos, Antonio Ruiz de Ayal, Diego Ruiz de Ayal, comenzó a trabajar afanosamente, dejando al descubierto un manantial de aguas medicinales. Pronto corrió la noticia del hallazgo, y en el acto acudieron los primeros agüistas espontáneos a probar el nuevo líquido curativo.

Y desde ese día los cuatro obreros, turnándose por parejas, reparten solícitos, con largos cazos, el agua bienhechora a cuantas personas se les acercan. No hay tarifas de precios en este primer “Balneario de la República”, nombre que le ha dado el ingenio popular. Cada paciente da por el vaso de agua, por la botella o por la garrafa, pues de todos los tamaños son los recipientes, los que quiere: 20 céntimos, 10 y aún nada, si el bolsillo está vacío. Esta salud republicana se reparte gratis.

El Balneario oficial está amenazado de esta seria competencia, porque por mañana y tarde acuden al popular numerosos clientes, sin que falten los enfermos concurrentes al establecimiento de pago, que también se dan el pequeño paseo hasta el “Balneario de la República” para probar sus aguas y establecer la comparación obligada, de la que se deducen los naturales comentarios: -¡Parece que es más fuerte que la otra! –dicen. -Tiene cierto sabor sulfuroso –agrega otro. –Esta agua es más carbonatada, -asegura un tercero. Estas y otras frases favorables a la nueva fuente medicinal amenaza la afluencia a las antiguas. Claro es que falta todavía conocer un análisis formal de las aguas republicanas y una determinación exacta de sus propiedades; pero la fama se anticipa al certificado científico y los enfermos acuden presurosos y confiados en busca del líquido salvador. Los obreros explotadores en este caso lo son de su trabajo y del manantial- no se han dormido sobre los laureles del descubrimiento, y han perfeccionado el “Balneario” aislando el primitivo pozo con paredes de ladrillos y cemento para que el agua no sea ensuciada por el barro.

Así han asegurado con este primer balneario popular el sustento de sus hijos, dando un nuevo y modesto ejemplo de cómo no hay apoyo tan eficaz como la voluntad del pueblo, ya que los obreros sin trabajo, confiados sólo en esa buena voluntad, ven cómo el pueblo con sus monedas de cobre les proporcionan el jornal necesario para sus familias, hasta hoy sin pan. Marmolejo, octubre, 1932. H.P.”

En realidad la gestión y administración de aquel primer balneario popular, como se le denominó en el diario “La Libertad”, se llevó a cabo desde el primer momento por el Ayuntamiento de mayoría socialista y las organizaciones obreras: UGT y PSOE. No tardó mucho en producirse la reacción de la Sociedad de Aguas Minero-Medicinales que aún conservaba fuertes influencias en los ámbitos políticos madrileños. No era la primera vez que la Sociedad se oponía de pleno a que se pudiesen explotar, con fines curativos, manantiales periféricos a los del Balneario. Ya ocurrió en 1907 con el montoreño Miguel Juncal García que en este mismo paraje de Los Pedregales, junto al Guadalquivir pretendió explotar los manantiales surgidos en una explotación minera que él registró con el nombre de mina “San José”. La misma historia volvería a ocurrir en 1922 con el linarense Francisco Díaz Merino y su registro minero “San Francisco”, también localizado en dicho lugar. La reacción de la Sociedad de Aguas Minero-Medicinales fue siempre contundente y las autoridades gubernativas actuaron inequivocamente a su favor, prohibiendo la explotación de cualquier manantial cercano al Balneario que pudiese causar algún quebranto a los intereses de la Sociedad.

Ahora en 1932, la reacción sería similar, pero con la diferencia de que se iba a encontrar en frente la oposición del Ayuntamiento de mayoría socialista y de las organizaciones obreras que habían puesto bastantes esperanzas en la viabilidad de explotación de estos manantiales para ofrecérselos a todos los agüistas pobres y sin grandes recursos, ya que sus características eran similares a las del Balneario. La iniciativa fue apoyada como hemos visto por el Alcalde Andrés Velasco Rivillas y por el concejal socialista Antonio García Martínez “Maqueano” quien, en 1933, se encargaría de realizar las negociaciones pertinentes con el Gobernador Civil para su legalización, pero de nuevo la presión de la Sociedad de Aguas, representada en su director-gerente, el ingeniero de minas Carlos Orti Serrano, exigía del Ministerio de Gobernación el cierre del balneario popular, objetivo que finalmente alcanzaron con el sellado la fuente. Cuando se cundió la noticia, una manifestación de carácter espontáneo discurrió desde el pueblo hacia la fuente decididos a destaparla. A la altura de las Escalinatas les salieron al paso unos guardas jurados del Balneario, pero el alcalde Manuel Flores “Lagaraña” (alcalde en esos momentos) se puso la vara de mando sobre su pecho e invitando a los guardas a que los dejasen pasar, lograban llegar hasta la fuente y descubrirla para uso de los agüistas de escasos recursos.

A la vuelta hacia el pueblo los manifestantes se encontraron con la sorpresa de que el Gobernandor Civil había mandado un camión con fuerzas de la Guardia Civil con la orden de detener a Antonio García “Maqueano” principal impulsor de la apertura de la fuente. El encuentro con los guardias se produjo al final de la calle Calvario punto en que varios números encañonaron con sus armas a “Maqueano” y al resto de representantes de la Corporación y del Centro Instructivo Obrero. Los momentos vividos fueron tan tensos que horas después, a la vista de estos hechos, y tras conversaciones con el Gobernador Civil en Jaén, que habló personalmente con el ministro Casares Quiroga, se daría por zanjado definitivamente el tema de la apertura al menos durante el periodo republicano pues aquel “Balneario popular”, volvería a ser sellado nada más acabar la guerra civil y no volvería a abrirse hasta llegada la democracia en 1976, ya con la denominación de Fuente de los Socialistas.

El alcalde Andrés Velasco Rivillas, favorerció la apertura del “Balneario popular” en octubre de 1932.

Fuente: Archivo Manuel Perales.

Fuente de “Los socialistas” en la actualidad. Foto: Manuel Perales Solís.

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