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Es un honor hacer de pregonero de la Feria de mi pueblo, habida cuenta de que me consta la existencia de paisanos más cualificados que el que os habla, para llevar a cabo el presente cometido con plenas garantías de éxito.
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Cantes campesinos de Besana
-Francisco Martínez Mejías-
A manera de introducción:
En la revista bujalanceña “Adalid” de diciembre del 2012, salió publicado un interesante estudio sobre “La Pajarona” uno de los cantes populares de besana que más arraigo tuvo en Bujalance y en la comarca campiñega del Alto Guadalquivir. En nuestra localidad también fueron conocidos estos cantes campesinos con la denominación genérica de “araoras”, pues fueron los cantes que muleros y jornaleros entonaban mientras araban con las yuntas o sembraban la simiente. Muchas de sus letras hacían referencia a las cualidades de los animales de labor, bueyes o mulos, que iban tirando del arado. En Marmolejo contamos en otras épocas con cantaores aficionados que prácticaron con acierto las distintas modalidades de cantes flamencos, pero fueron especialmente los cantes entonados durante las faenas agrícolas los que más arraigo tuvieron y con mayor frecuencia se entonaron. Uno de los cantaores mejor dotados fue Antonio Robles Gómez apodado “Perejil” muy solicitado en las fiestas y en los “lagareos” aceituneros. Cuentan de él que mientras araba en las fincas de Herrero y Torremayor, sus cantes se escuchaban con total nítidez en los ruedos de la población cuando de allí venían los vientos, en alusión al torrente de voz que gastaba. En la esquina de “La Peana” enseñó el mejor cante a muchos jóvenes jornaleros, sobre todo el palo que mejor dominó, “la malagueña” modalidad que aprendió y perfeccionó en Málaga mientras cumplía el “Servicio Militar”. También fue un habitual de los cantes por villancicos en los belenes navideños más significados de la villa. Murió apenas cumplidos los 60 años, después de haber trabajado de mulero en las fincas del término, sobre todo en la casa de los Orti, y de casero en La Campana y El Cañuelo.
Vamos a tener ocasión, a continuación, de conocer algunos de los aspectos más interesante de esta singular manifestación cultural de nuestros antepasados gracias a Francisco Martínez Mejías, cronista oficial de Bujalance quien nos brinda en las páginas de dicha revista un ameno artículo sobre este tipo de cantes campesinos bajo el título de “La Pajarona”, del que he extraido el siguiente resumen. Dice así:
Muleros arando en la campiña
La Pajarona:
“La Pajarona es un cante campesino propio de Bujalance y su comarca que se encontraba olvidado, aunque, afortunadamente, no perdido y que ha sido recuperado por un puñado de aficionados que en 1983 fundaron una peña cultural flamenca a la que llamaron “La Pajarona”. Nombre que respondía a una cita literaria y al recuerdo de algunos aficionados mayores del lugar que hablaban del cante por “Pajaronas”.
Es un cante campesino sin guitarra, que hacían nuestros mayores mientras araban con los bueyes o los mulos, un cante al que se llamaba cante de besana, de gañanes o pajarona. Este cante campesino surge de la forma de trabajar en nuestra campiña durante siglos, ayudado de bueyes y mulos fundamentalmente y en peonadas de sol a sol. La Pajarona constata el apego a la tierra del gañán que la trabajaba y la necesidad de comunicación en un ambiente hostil. Mientras araba, el cante de las pajaronas salía del alma y hacía más llevadero el trabajo. Era un cante puramente laboral y campesino.
En las pajaronas, el interprete siempre canta de corrido los cuatro versos de la copla y luego repite los dos primeros.
En medio suele utilizar, a modo de apoyatura, el cuarto verso de nuevo o parte de él, que a su vez repite, de modo y manera que, realmente, canta siete versos. Se trata de estrofas de cuatro versos, por lo general pentasílabos y heptasílabos. Además de las letras poéticas de Mario López(1) conocemos otras muchas, absolutamente populares y anónimas, ligadas muy directamente con el devenir diario: la besana, el arado, los avíos, los bueyes, los largos días...., se permiten incluso alusiones geográficas. Valgan las siguientes:
Aperaor que buey echo
en la laera
Echa el torito negro
y la vaca Navajera.
Como soy pajaritero
te traigo un tordo
con las alas caídas
y el pico romo.
Aperaor de bueyes
larga besana
que lleguen los repuntes
a tu ventana.
Con la luna de enero
te he comparao
que es la luna más clara
que tiene el año.
Échame los avíos
por la ventana
que me voy con los bueyes
a la besana.
Aperaor del apero
no me dejes cornejar
que mis mulas son nuevas
y me van a marear.
Como quieres que te cante
la pajarona
si tú eres de Castro del Río
y yo de Arjona.
Como quieres que vaya
de noche a verte
si le temo a tu mare
más que a la muerte.
Yo canto la pajarona
por la mañana
arando con los bueyes
en la besana.
Aperaor, está lloviendo
y mañana hay barro,
cuatro pares de mulas
necesita el carro.
Almodóvar del Río
linda ribera
donde cantan los cucos
en primavera.
Al igual que las tierras calma de la campiña, el olivar fue también un escenario propicio para el arraigo del cante jondo mientras muleros y gañanes se empeñaban en las arancias de las quebradas besanas de nuestra sierra, como éstas del pago de La Romera. Foto: Manuel Perales.
La campiña en primavera. Fuente: eortiz
López Ruiz autor de la “Guía del Flamenco” al respecto dice:“La pajarona es conocida también en su comarca cantaora como cante de gañanes o cante de besana. Es un cante eminentemente laboral y de campiña, sencillo y directo que, por supuesto, se canta sin acompañamiento musical alguno. Es una toná campesina y como todas ellas, bien sea de ara, de trilla o de siega, se cantan de corrido, sin solución de continuidad, tan descarnadas y tan desprovistas de adornos que no hay ni entrada ni remate. Acorde totalmente con su temática y sin la más mínima intención de hacer un chiste, diríamos que el cantaor va directamente al grano.
Son cantes de labriego en faena, desarrollados en una misma comarca aunque con determinadas diferencias según las zonas y que, por la misma razón, van tomando nombres distintos: en Bujalance es la pajarona; en Montilla, cante de ara; en Porcuna y Puente Genil, temporera…
De entre todas estas tonás campesinas primitivas cabría quizás establecer una diferencia: temporeras, pajaronas y cantes de ara en general por un lado y cantes de siega o trilla por otro. Mientras éstas últimas se cantan -o se cantaban- individualmente (las de trilla) o, a veces, a coro (las de siega), aquellas, en cambio, solían cantarse dialogadas entre dos yunteros que iban marcando los surcos de la besana. Era como devolverse el cante el uno al otro. Cada uno de ellos, al terminar su copla, pasaba el turno a su contrincante con diversos gritos indicativos. Por ejemplo, !Al otro, pal que viene! o !Échalo!”.....(2).
López Ruiz expone que marcadas estas leves diferencias -ya que todos son cantes derivados de tonás campesinas primitivas- cabe significar que las distinciones no se deben sólo a sus diversas entonaciones musicales, sino también a las letras. En las trilleras, por ejemplo, se alude con frecuencia al grano, la parva, la era, las mulas pero no, naturalmente, al surco, la besana, el arado o los bueyes, que corresponden a los cantes de ara.
Estas diferencias son, a veces, mínimas y hay, por ejemplo, unos cantes de trilla de Sorroche en los que si se incluyen algunos términos habituales en temporeras y pajaronas:
Sudor, simiente y surcos
le di a mi amo,
sudor, simiente y surcos
y aluego el grano.
Son las mulas de siempre
y el mismo amo,
sólo el sudor más viejo
y el mismo pago.
Cuchillas de acero
van chirriando,
las espigas bajo el trigo
van arrancando.
Estas letras con un marcado grito rebelde de protesta social -lo que no es frecuente en el flamenco- entroncan con ciertos cantes de Menese o las letras habituales de Manuel Gerena o El Cabrero.
No es la pajarona un cante que refleje sólo un entorno laboral campesino, puramente ambiental sino que marca profundamente la unión del hombre con la tierra y la naturaleza hasta descubrir y hacer que lata una fuerza telúrica incuestionable.
Por otra parte, Agustín Gómez en varios escritos nos aclara los origenes de la pajarona: “La forma más primitiva por su estructura melódica del cante campesino es un grito pelado en la campiña, que en Puente Genil y Porcuna llaman temporera, en Montilla cante de ara, en Bujalance pajarona”.
Y es verdad que existen esas diferencias por las que cada pueblo se enorgullece: En Bujalance es Pajarona, bella metáfora que no hace falta ser un lince para explicarla. Esta tierra ha debido ser propicia al pájaro perdiz, popularmente llamado perdigón, o simplemente y por antonomasia en toda la campiña, el pájaro. Este pájaro tiene su momento más hermoso de celo bien de mañana, hora que tiene su referencia popular precisamente a ese fenómeno: a la revolotá del perdigón. Para el que se acostó jartico de trabajar, es a esta hora de la revolotá del perdigón, cuando ya se repararon las fuerzas a lo largo de la noche, la más propicia para el amor. Pero estamos en la labor de arada en el cortijo en la que el hombre está solo. La ausencia de la compañera hace fácil la asociación, no ya al pájaro, sino a la pájara. A la hora de la revolotá ya está ese hombre en la besana, pues sabido es su horario de sol a sol. Para aprovechar desde el primero al último minuto es por lo que duerme en los pajares del caserio......
Campiña cordobesa con Montemayor al fondo. Cuadro al óleo. Fuente: Diario pictórico de Paco Mohedano.
Por eso la pajarona, la copla grande, que toma su nombre de esa primera manifestación de vida con la luz del alba, es el principio de todas las coplas que se hicieron flamencas. El flamenco, una manifestación de vida sencilla, primitiva y sobre todo primaria, tiene su germen, sus genes, en las tareas campesinas. El yuntero que Mario López cantara en sus versos, esperando en la plaza del pueblo antes del amanecer al aperaor que lo llame para darle el reñido jornal del terrateniente. “Cómo éste vuelve a casa alegre, para gritar a su mujer desde la calle porque no puede esperar:
Échame los avios
por la ventana,
que me voy con los güeyes
a la besana.
En opinión de Agustín Gómez, estos cantes campesinos son fundamentales en el origen y configuración del flamenco: “Lo mejor que puede decirse del flamenco es que se trata de un producto natural y ecológico...Estos cantes campesinos nos parecen esenciales para explicar los origenes del flamenco” (3).
Sabido es que, para la organización del Concurso de Granada de 1922, dos de sus propulsores básicos como fueron Falla y García Lorca, sostuvieron la teoría de que la pureza originaria del Cante Jondo radicaba en los cantes campesinos.
Comparten sólo en parte -a decir verdad, en parte pequeñísima- estas ideas, Ricardo Molina y Antonio Mairena: “Se ha abusado de la errónea hipótesis del origen laboral de la mayoría de los cantes flamencos. En realidad no conocemos más que tres que responden a tal origen y los tres son campesinos: las temporeras, las trilleras y las pajaronas” (4).....
Antonio Robles Gómez “Perejil”, célebre cantaor marmolejeño de principios del XX. Fuente: Archivo Manuel Perales
Notas y Bibliografía:
1Marío López López (n.1918-m.2003) fue un poeta y pintor bujalanceño perteneciente al Grupo Cántico. Desde su pueblo natal, colaboró con las más prestigiosas publicaciones literarias españolas y fue miembro de número de la Real Academia de Córdoba. En Bujalance impulsó la actividad literaria y cultural, fundando la revista Cuadernos de Arte, Historia y Literatura en 1958 así como la organización de los Juegos Florales de Primavera. Recibió numerosos homenajes y premios, como el Internacional de Poesía del Círculo de Escritores Iberoamericanos de Nueva York en 1963, o el de Andalucía de las letras en su apartado de poesía en 1992.
2López Ruiz, Luis. Revista XX Aniversario de La Pajarona.
3Agustín Gómez. “Los cantes campesinos. Homenaje a Mario López”. Conferencia pronunciada en la Peña La Pajarona, Bujalance, 6 de noviembre de 1997.
4“Mundo y formas del cante flamenco”, Ricardo Molina y Antonio Mairena, Al-Andalus, Sevilla, 1971.