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Lindazos, cañadas y menchones de nuestro término

-Manuel Perales Solís-

 

Quiere ser este artículo una llamada de atención sobre un conjunto de elementos paisajísticos de nuestro término municipal que sin alcanzar el tratamiento de espacios naturales protegidos, si que nos llegan a sorprender por la belleza y utilidad medioambiental que nos aportan, dada la variedad de especies vegetales y animales que en ellos habitan, a pesar de haber sufrido en los últimos tiempos, un proceso de lento exterminio por mor de las prácticas agresivas de la moderna agricultura, amén de acabar como destino final de un sin fin de envases plásticos, empleados en los tratamientos fitosanitarios, o  de vidrio y aluminio arrojados allí por algunos trabajadores en tiempo de recolección.   
La disposición de éstos reductos vegetales, lineal unas veces y, otras, de caprichosas formas geométricas, rompen la uniformidad del paisaje de olivos centenarios, para hacerlo, más bello si cabe, llamando la atención de cuantos amantes de la naturaleza deciden pasear por estos parajes para deleitarse en los ambientes y perspectivas que generan rememorándonos, a cada paso, su pertenencia a Sierra Morena. 

 

Distinguiremos estos hitos naturales atendiendo a su ubicación por los distintos pagos del municipio, a saber: Cerrada, Hormazal, Ribera, Campiña y Aragonesa.

Los últimos testigos los encontramos principalmente esparcidos por el olivar de sierra, conservados milagrosamente, tras sobrevivir a la acción del laboreo agresivo de los últimos cincuenta años. Estos reductos de naturaleza autóctona quedaron finalmente relegados a las antiguas lindes de las parcelas de olivos y a las cañadas y arroyos de nuestra ondulada geografía.

Junto a las lindes y cañadas se conserva vegetación arbustiva en algunos laderones y menchones que, habiendo sido cultivados en otras épocas, fueron abandonados por la enorme dificultad que entrañaba el laboreo de los olivos plantados allí donde anteriormente se expandía el antiguo bosque mediterráneo del piedemonte de Sierra Morena y que, más pronto que tarde, acabó apropiándose de sus antiguos dominios. 

Me remito en concreto a los ejemplos más significativos de laderas como la de María Giralda y Los Algarbes, en la ribera del Guadalquivir; o a los Menchones del Cañuelo, arroyo de Los Caros y Barranco de la Romana, sobre el cauce del Yeguas.

Especialmente frondosa se presenta la ladera conocida por Umbría de los Negros, allá en las proximidades de la Loma de las Candelas, dando vistas al arroyo del Pizarro. También, en el extremo suroccidental del término municipal, hemos de citar los laderones y cañadas del Trafalgar y de Bretaña, en el fértil pago de la Aragonesa.

 No obstante a lo largo de todo el curso del Guadalquivir, desde que entra hasta que sale de nuestro término, encontraremos laderas muy verticales en las que proliferan especies arbustivas típicamente mediterráneas. Más rara, sin embargo, resulta la existencia de manchas de vegetación en nuestra Campiña donde apenas podríamos mencionar un par de lugares: la Cañada del arroyo de La Orden y la ribera del arroyo Salado de Arjona.

Lindazos y viejos caminos:

Así es como habitualmente se denominaban en Marmolejo a las líneas de vegetación que desde antaño delimitaban las parcelas de olivos, fundamentalmente en los pagos de Cerrada y La Aragonesa. Gran número de ellos desaparecieron por la acción de las nuevas generaciones de olivareros que las destruyeron con tractores y maquinaria de todo tipo, en la creencia de que competían con los olivos, ignorando torpemente las ventajas que reportaban sobre la conservación de los suelos fértiles y los efectos beneficiosos sobre las escorrentías más agresivas. Leyes básicas de la naturaleza en las que, sin embargo, si habían deparado, de manera muy consciente, nuestros antepasados, cuando aplicaron usos y técnicas de laboreo orientadas a evitar los efectos devastadores y desoladores de la ausencia de vegetación en las nuevas camadas de olivos.

Los lindazos proliferaron a lo largo y ancho del pago de Cerrada, de predominio básicamente minifundista, y en menor medida, en la campiña y pago de la Aragonesa, donde habitualmente dominaron cultivos de cereal y leguminosas, vinculados fundamentalmente a la mediana y gran propiedad, que allí proporcionaban cobertura vegetal suficiente durante todo el año.

En épocas aún no muy lejanas, estos lindazos aportaron también una serie de recursos económicos a las familias jornaleras proveyendo su dieta alimenticia de bellotas, espárragos, hinojos para el aliño de las aceitunas, vinagreras, y de piezas de caza menor constituida por una gran variedad de pajarillos y fauna silvestre, que bajo el paraguas de los arbustos encontraban un hábitat adecuado.

Las diferentes especies de ésta rica avifauna eran capturadas con todo tipo de trampas de elaboración casera como perchas, varillas de liria, costillas, etc. Dichas artes, cumplieron por esos años una función social pues constituyeron una vía de sustento complementaria para los estratos más pobres de la población, empeñados, en los otoños e inviernos, en la caza del zorzal, dada la abundancia de esta ave migratoria en épocas aún no muy lejanas.
Se arropan los lindazos y cirates que han perdurado hasta nuestros días, con una vegetación variada de lentiscos, romeros, aladiernos, coscojas, chaparros, retamas, cornicabras, jaras, hinojos etc, que generalmente dan cobijo a una rica variedad de musgos y diferentes especies herbáceas que conviven con plantas leñosas de menor porte. En ellos tienen también su hábitat ideal multitud de roedores: lirones, musarañas, topillos, erizos, etc, conviviendo con especies como el zorro, lince, tejón, meloncillo, etc. 
Su origen respondía a una cuestión funcional de delimitación de las parcelas surgidas tras la plantación de los olivos, así como a la necesidad de amortiguar la fuerza erosiva de las aguas con muros vegetales, que se cimentaban, la mayoría de las veces, sobre bancales de piedra azucareña.

En general los lindazos servían de separación de dos fincas colindantes a igual o distinto nivel. También se conservaron otros cuyo origen habría que buscarlo en el trazado de viejos caminos, actualmente en desuso, que discurrían por las antiguas dehesas del periodo pre-olivarero y que unían la sierra con el valle del Guadalquivir, facilitando la trashumancia de ganados y de personas entre la Campiña y la Sierra. 

Estos antiguos caminos, como el del Recoche, de especial belleza por su exuberante vegetación, perduraron y se siguieron utilizando posteriormente hasta muy avanzado el siglo XX, facilitando el acceso a los olivares del pago de Cerrada y de la Loma de La Marquesa o como vía de transito para personas y ganados en sus desplazamientos hacia Villa del Rio y Montoro. En nuestros días aparecen tupidos de vegetación y se confunden con lindazos.

Destacaremos por su abundancia y mejor conservación, los lindazos existentes en el gran Pago de Cerrada al que se adscribe todo el olivar y tierras existentes entre el Guadalquivir y las primeras estribaciones de Sierra Morena, con frontera en el rio Jándula, hacia levante, y Yeguas y Guadalquivir por el poniente. Este pago comprende también las tierras enmarcadas en el gran meandro del rio padre que circunda la antigua Dehesa Cerrada.
Añadiremos que las lindes vegetales son más raras en La Aragonesa y en la Campiña, aunque hay indicios de que existieron en épocas pasadas. Hoy día constatamos que su destrozo y desaparición ha propiciado, sin lugar a dudas, la proliferación de cárcavas y regajos de magnitud irreversible así como la merma del grosor de los suelos fértiles y profundos de antaño.
Allí existió, hasta la década de los setenta, el cirate de los altos de Ropero, donde hacia 1980, aún podíamos ver poblaciones de tomillos e hinojos salpicados a lo largo del cirate de Valdivia y que tenían su continuidad, tan sólo interrumpida por la cañada de Garbanceros, en el cerro de las Monjas y el Portichuelo de Lopera frente a las vegas del cortijo de San Julián. No hay rastro de antiguos lindazos en la zona de Mirabuenos, limítrofe con el término de Lopera, donde la única línea vegetal conservada es la vegetación ribereña del arroyo de La Orden.

Lindazos y caminos abandonados del Pago de Cerrada:

-Lindazos de la loma de Herrero
-Lindazos de la loma del Cerro Parejo y de los Frailes
-Lindazos comprendidos en la loma existente entre el arroyo de los Frailes y de los Hebreos
-Lindazos de La Romera.
-Lindazos del Camino de Aguilera hacia el Castillejo
-Lindazos de Aguilera (zona del pozo)
-Lindazo de los Mercados de Olaya
-Lindazo del camino de los Contrabandistas (Aguilera)
-Lindazos de Lotoro
-Lindazos del Camino de Enmedio y los Arenales
-Lindazos en torno al arroyo del Agua, Moyanico y Cantarica
-Camino viejo hacia la Loma Candelas: discurre desde los Ventorrillos del Lobo, asciende por ribera del Arroyo del Agua, finca de Mazuelo y se dirige a la Loma Candelas.
-Lindazos de la Loma Candelas
-Lindazos de Valdemojinos
-Lindazos del antiguo mayorazgo de Mazuelo
-Lindazo del Pino de Mazuelo
-Lindazos del Ecijano
-Camino viejo hacia el Charco del Novillo: discurría en paralelo a la actual carretera de Cardeña, construida hacia 1870. Se conservan tupidos de vegetación algunos de sus tramos, en la zona de la Cuesta Polo, finca del Ecijano y cercanías de Olaya.
-Lindazos de Olaya y de Los Pobres
-Lindazos de La Campana
-Lindazos de Los Membrillejos, junto al embalse del rio Yeguas
-Lindazos en torno al Arroyo de Los Caros
-Lindazos del Barranco del Lobo
-Lindazos del Barranco de la Romana
-Lindazos del Cerro Álvarez y la Cabezá de la Viña, frente al Cañuelo
-Lindazos en la loma conocida como Piedra de los Hierros, entre Cerro Álvarez y laderas del Cañuelo, junto al Yeguas.
-Lindazos en torno al arroyo de La Cava, (casilla de Marina y casilla de La Rufina).
-Linde de la Boca del rio con Casillas Blancas.
-Lindazos del Pesebricos
-Lindazos de La Marquesa
-Lindazos del Veredón del Recoche
-Lindazos del Chaparro en Dehesa Cerrada

 

Lindazos de la Dehesa del Hormazal:

-Lindazos sobre el Guadalquivir
-Lindazo del arroyo de Los Cueros

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Linde de retamas en Casillas del Marqués

Camino del Recoche

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Lindazos de monte en el pago de Mazuelo

Camino de la Loma Candelas, flanqueado de vegetación, hacia 1979


Cañadas y arroyos:

En cuanto a las numerosas cañadas que salpican el olivar de sierra, en la mayoría de los casos, sirven de cauce para las aguas de la estación húmeda generando estos cursos pequeños bosques de ribera integrados por alamedas, fresnos, e higueras que conviven con cañaverales, zarzales y zarzaparrillas. La mayoría de las cañadas mantienen cursos de agua permanentes durante los días de máxima pluviometría, quedando secas en los meses del estío.
Algunas concavidades de nuestra geografía, aunque cada vez en menor cuantía, debido al agotamiento de antiguos veneros, son cauces propicios para cursos de agua durante casi todo el año. En estos casos el aporte casi constante de humedad hace que su vegetación de ribera sea más exuberante y variada posibilitando, en épocas pasadas, la presencia de pequeños huertos regados con las aguas de estos arroyos. Fue el caso de la finca del Ecijano y de la Marquesa donde los caseros y familias jornaleras sembraban huertos en las cañadas por donde discurrían las aguas de unos manantiales cercanos.

 

Pago de Cerrada:

-Cañada de Torremayor
-Arroyo de La Careuela
-Arroyo de las Vacas
-Arroyo de Valparroso
-Arroyo del Comisario
-Arroyo de la Tinaja (desemboca en el Comisario)
-Arroyo del Valhondillo
-Arroyo de los Hebreos (también Ebreros): su curso arranca de la cañada de La Romera, pasa por Cerro Parejo y desemboca en arroyo del Valhondillo).
-Arroyo de Los Frailes: se une al de los Hebreos en el costado oeste de la loma del Cerro Parejo.
-Arroyo de Pizarro
-Arroyo del Agua: nace en la cañada del pozo de Aguilera. Desemboca en el Guadalquivir junto a Los Ventorrillos del Lobo (hoy de Cañuelo).
-Arroyo del Ecijano: nace en la cañada de Mazuelo y se une al del Agua en el olivar de Cantarica.
-Arroyo del Cañuelo: nace junto a la casería del Cañuelo en el manantial conocido como “Chorrico Dorao”. Desemboca en el Yeguas.
-Arroyo de los Caros: arranca en el inicio de la cañada del la casería de los Caros. Desemboca en el Yeguas.
-Arroyo de la Cava: nace junto a la casilla de Marina, y desemboca en el Yeguas.
-Arroyo de Torta: nace en la cañada del pozo de las Casillas del Marqués y desemboca en el río Guadalquivir junto a la casilla de Torta.
-Arroyo de La Fresnadilla: nace en la Cañada de las papas, cerca de La Marquesa y desemboca en el Guadalquivir, junto a la casilla del Peligro.

Ribera:

-Arroyo de Las Gradillas
-Cañada de la Fuente Olid


Dehesa del Hormazal:

-Arroyo de los Cueros
-Arroyo del camino del Barco o del Retamalejo.

 

Campiña:

-Arroyo Salado de Arjona: proviene del término municipal de Arjona y desemboca en el
Guadalquivir, junto a la Vega del Suspiro y Vado de Los Tejares.
-Arroyo de La Orden o de Andújar: viene del término de Lopera y desemboca en el Guadalquivir en el pago de La Aragonesa.

 

Aragonesa:

-Cañada de Yllesquillas

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Cañada del arroyo de La Fresnadilla

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Curso alto del arroyo de los Hebreos

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Cañada del arroyo de La Marquesa

Menchones y laderones:

Los manchones, o mangas de terreno, (también denominadas mangadas) fueron parcelas plantadas en un primer momento de olivos, pero dada la verticalidad de sus suelos y la extrema dificultad para su laboreo, acabaron por abandonarse hacia mediados del siglo XX, coincidiendo, sobre todo, con la fuerte crisis económica de los setenta que ocasionó un importante trasvase de población hacia zonas más industrializadas de España. Desde entonces perdieron rentabilidad, no solo por la disminución de efectivos jornaleros para su laboreo manual, sino por el hundimiento de precios del aceite de oliva y los mayores costes de explotación, por lo que volvieron paulatinamente a repoblarse, de forma natural, de la vegetación autóctona de otros tiempos.
Hoy en día esas mangadas aparecen cubiertas de romeros, tomillos, lentiscos, zarzaparrillas, madreselvas, retamas, acebuches, esparragueras, etc, conviviendo junto a los viejos olivos ya envejecidos, y formando espacios de monte bajo que sirven de freno natural a las escorrentías durante la estación de lluvias. A la vez, los suelos de estas laderas, antaño aradas con bestias de labor, se han recubierto de praderas donde crecen una rica variedad de especies florales.

Pago de Cerrada:

-Menchones de Torremayor
-Menchones de la Umbría de los Negros
-Ladera de María Giralda
-Menchones del Arroyo Seco
-Menchones del Barranco de la Romana
-Laderas del arroyo del Cañuelo
-Laderas en torno al arroyo de La Cava
-Laderas de Los Algarbes

 

Dehesa del Hormazal:

-Laderas de Majada Alta

 

Ribera:

-Laderas de Valdeinfiernos

 

Aragonesa:

-Laderas de Bretaña
-Laderas del Vicario

Foto_8.La_Umbría_de_Los_Negros02122019.
Arroyo_de_Andújar.jpg

Umbría de los Negros, junto al rio Yeguas

Ribera del arroyo de Andújar (Aragonesa). Foto: Javier Perales.

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Menchones del Cañuelo (derecha) y Barranco de La Romana, al fondo

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Ribera del Guadalquivir: Al fondo, a la izquierda, laderas del Trafalgar y de Bretaña

Solo me queda desear que la lectura de este breve, y seguramente que incompleto estudio, consiga avivar  la conciencia de los/as marmolejeños/as sobre la conservación de estos pequeños monumentos naturales, y que no tengamos que lamentar en un futuro, quizás no tan lejano,  las consecuencias perniciosas de su desaparición. 
 

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Pago de Cerrada: Fincas del Rincón, Valtocado y Torremayor

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Pago de Cerrada: zona de Torremayor, La Careuela, La Cuna y Valparroso

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Pago de Cerrada: sector de Herrero, Cerro Parejo, Aguilera, Loma Candelas, Mazuelo, Ecijano, El Cañuelo y La Herradura.

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Pago de Cerrada, sector sur-occidental: Boca del Rio, Casillas Blancas, Loma de la Marquesa, Recoche, y Dehesa Cerrada.

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