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Los arrendatarios olivareros a principios del siglo XX: El caso del marmolejeño Andrés Pastor Peña (1881-1957)
Publicado el 20 de Septiembre de 2021
El presente estudio tiene por finalidad hacer una aproximación a la figura de los arrendatarios de bienes rústicos en la Andalucía de comienzos del XX, poniendo el foco, especialmente, en la trayectoria personal del agricultor y arrendatario marmolejeño, Andrés Pastor Peña, personaje de talante emprendedor imbuido de principios conservadores, a pesar de su origen humilde.
Pregón de la Feria del año 1987
Publicado el 27 de Junio de 2023
En primer lugar bienvenidos y bienvenidas a este pórtico de nuestra Feria que hemos querido celebrar en la Plaza de la Constitución: antes, ahora y siempre, la plaza de todos. En mi nombre y en el de la Corporación Municipal, !Felices Fiestas!.
Es un honor hacer de pregonero de la Feria de mi pueblo, habida cuenta de que me consta la existencia de paisanos más cualificados que el que os habla, para llevar a cabo el presente cometido con plenas garantías de éxito.
Marmolejo y la Batalla de Bailén
Publicado el 26 de Agosto de 2022
Son abundantes las obras artísticas en conmemoración de la renombrada batalla de Bailén que, como es bien sabido, tuvo lugar en las inmediaciones de la localidad vecina un tórrido 19 de julio de 1808. Pueden contarse por decenas los poemas, cuadros, novelas, esculturas, partituras, etc. que conmemoran tal efeméride. Por poner un ejemplo cercano, recordemos el Monumento a las Batallas en la capital provincial, obra del insigne escultor santistebeño Jacinto Higueras, que conmemora dicho evento junto a la batalla de las Navas de Tolosa.
El doctor Luis Góngora y Joanico (1834-1901)
-Antonia Merino Jurado-
En el año de 1862, llegaba a Marmolejo para encargarse de la dirección de las Aguas Minero-medicinales, el aún licenciado en medicina, Luis Góngora y Joanico. Había hecho las prácticas como Oficial de Sanidad del Ejército, y ahora venía a Andalucía en calidad de director interino de las Aguas Minero-medicinales. El licenciado Góngora fue director de las aguas minero-medicinales en una primera fase entre 1862 hasta 1873 en que sucede a Vicente Orti y Criado, y tras volver a su tierra para encargarse de la dirección del balneario de La Puda de Montserrat (de 1874 a 1893), regresó a Marmolejo reclamado por su amigo Eduardo León y Llerena para las campañas de aguas comprendidas entre 1894 y 1899.
Durante su primera etapa como médico director del Balneario simultaneó este puesto con los estudios de doctorado en la Universidad de Sevilla (finalizados en 1870) y posteriormente con el ejercicio de la docencia en la Escuela Libre de Medicina y Cirujia de dicha ciudad, durante los años de 1871 y 1872. Como vicedirector de la misma señaló la necesidad de reformar el sistema de enseñanza vigente en la Escuela desde su fundación, adaptándolo a los avances científicos habidos en los países europeos de nuestro entorno y abogando por más enseñanzas prácticas para los estudiantes de medicina, estudios que hasta entonces hacían demasiado incapié en la teoría y no tanto en los aspectos prácticos. Estando en Sevilla perteneció a la Sociedad de Antropología donde coincidió con los más punteros intelectuales sevillanos, entre ellos Antonio Machado Núñez y Antonio Machado Álvarez, fundando la prestigiosa revista científica “Época médica”, junto al médico Vicente Chiralt. También colaboró con el famoso doctor Rafael Tuñon y Lara (1), oriundo de Arjona, con quien trabaría una profunda amistad. Publicó en la capital andaluza el “Tratado Terapeútico de aguas minerales”. En esta obra aparecía traducida la publicada en Francia por el doctor Durand Fardel y se añadían cuantas noticias y datos deseaban conocer los médicos españoles acerca de los establecimientos de aguas minerales de España.
El doctor Luis Góngora Joanico, en una representación alegórica del Semanario “Blanco y Negro”. Fuente: “Blanco y Negro”,
de 13 de octubre de 1894.
La afluencia por estos años a las aguas de Marmolejo, pues el balneario aún no existía como tal, era escasa y la mayoría de los agüistas eran gentes de nivel adquisitivo medio-alto. En su “Memoria de 1865”, la cifraba en 64 enfermos, dentro de la segunda temporada, correspondiente a los meses de septiembre-octubre-noviembre, si bien la justificó en la epidemia de cólera morbo declarado en la provincia de Sevilla como posible causa de tan exiguo número de visitantes. Realmente todavía estamos lejos de las cifras record alcanzadas en los años de León y Llerena (1883-1900) en que el Balneario lo visitaban por temporada hasta 4000 agüistas.
Góngora luchó contra la resignación que observó en los gobernantes locales y la desidia en que había caído la gestión municipal de los manantiales. En la “Memoria de 1872”, manifestó su queja a la Dirección General de Beneficencia y Sanidad por la decadencia en la afluencia de enfermos a las aguas de Marmolejo que año tras año veían frustrados sus deseos de aliviar sus dolencias a consecuencia de las crecidas del río en los meses de octubre-noviembre, por la inundación de los manantiales consecuencia de su ubicación en el mismo lecho del rio.
Muchos enfermos tras venir de lugares lejanos, dice el doctor, debían de marcharse a sus pueblos al no poder tener acceso a las aguas. Esa circunstancia acababa minando la moral de los potenciales agüista desanimándoles a venir. Así ocurrió por ejemplo en el otoño de 1872, en que de las 100 personas que tomaban las aguas en la 2ª temporada, en torno a 80 tuvieron que marcharse tras esperar más de tres días que bajase el nivel de las aguas del río. El doctor Góngora proponía resolver este problema ancestral para, de una vez por todas, relanzar la afluencia al balneario y para ello planteaba como soluciones, o bien la venta a manos privadas de las aguas, o la cesión exclusivamente del dominio público municipal de las aguas a favor del dominio privado “único que puede llevar a cabo las mejoras que el Ayuntamiento no ha querido nunca realizar y que aún, con el mejor deseo, no está a su alcance por lo cuantioso de los desembolsos que reclama”.
El doctor Luis Góngora y Joanicó.
Fuente: Ateneo de Barcelona.
Se refería, lógicamente, a las costosas obras que habrían de realizarse en el lecho del río para poner a buen recaudo los manantiales minero-medicinales de las riadas.
En 1875, marchaba a Barcelona para hacerse cargo de la dirección del balneario de La Puda de Montserrat. Durante esos años ejerce una enorme actividad en los ámbitos científicos y culturales de la ciudad condal dedicándose a la traducción del alemán de distintos tratados médicos como el “Tratado de Patología Interna y Terapéutica” y siendo, además, un activo miembro del Ateneo barcelonés donde ocupó los cargos de vicepresidente y presidente durante 1880 a 1885. Fundó la Sociedad Española de Hidrología ocupando importantes cargos relacionados con la Hidrología y la Higiene Pública. Asimismo formó parte de la Real Academia de Medicina y Cirujía de Barcelona, la cual presidió repetidas veces. A él se debe la fusión, en 1877, de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y el Laboratorio Catalán, dando lugar a “La Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares”.
En 1880 daba la conferencia inaugural del Ateneo tratando el tema de “La habitación del obrero” y en el verano de 1884, dentro de las conferencias públicas dominicales del Ateneo, disertaba sobre el tema “La salud como factor político-social en la vida y progreso de los pueblos”. Luis Góngora como liberal y masón, estuvo siempre preocupado por la proyección social de la Medicina y fue un seguidor de los principios racionalistas en la enseñanza de los nuevos médicos, tarea a la que dedicó gran parte de su vida. “Fue también una de las primeras autoridades en enfermedades de las vías respiratorias, reunía en si el atractivo de un prestigioso médico solidísimo y el de un hombre de bien, afable, que lo convertían en un verdadero señor” (2).
En su segunda etapa en Marmolejo conectó perfectamente con el proyecto de estación balnearia de primer orden que estaba construyendo León y Llerena y que en esencia se apoyaba en las propuestas que él mismo había defendido en su primera etapa como médico-director, hecho que le supuso indisponerse con las autoridades conservadoras locales remisas a apoyar las medidas demandadas por León y Llerena para mejorar los servicios municipales y el aspecto de la villa de cara a la ingente colonia de aguanosos que empezaban a acudir en busca de alivio para sus dolencias.
Hay que decir que fueron los liberales marmolejeños quienes con más entusiasmo secundaron los planes del político liberal León y Llerena, en contra de la oposición de destacados miembros del partido Conservador que una vez visto el negocio de las aguas intentaron competir con León y Llerena reclamando, para sí, la explotación privada de otros manantiales periféricos como la fuente del Moyanico. En este caso en el debate entre lo público y privado, el tiempo parece que dio la razón a los defensores de la gestión privada del balneario pues Marmolejo se dio a conocer en el mundo entero y millares de agüistas recalaron por sus fondas, casas de huéspedes y hoteles para “tomar sus salutíferas aguas” y dejar, de paso, un flujo de riqueza y prosperidad como el que había vaticinado el doctor Góngora en su Memoria del 1872.
Durante esta segunda etapa marmolejeña el doctor Góngora debió de establecer residencia estable en Marmolejo durante todo el año, circunstancia que no se produjo en su primera estancia en nuestra villa. Hay algunas referencias a que tuvo consulta abierta en la vecina ciudad de Andújar fuera de la temporada de aguas ciudad donde residió fuera de la temporada de aguas.
Cuando falleció en mayo de 1901, ya había regresado a Barcelona y el diario “La Vanguardia” resaltaba sus virtudes en la siguiente nota necrológica: “Ha fallecido D. Luis Góngora, reputado médico que últimamente y de muchos años acá venía ejerciendo el cargo de los Baños de La Puda de Montserrat, distinguido en el tratamiento de las enfermedades y dolencias que exigen el uso de aquellas salutíferas aguas. Era además hombre de una gran cultura intelectual y de un trato amenísimo. En el Ateneo barcelonés cuya presidencia había ocupado con lucimiento, supo distinguirse por sus dotes de orador elocuente, que le prometían brillantes triunfos parlamentarios, de haber sentido alguna ambición, haciendo de los ideales políticos que profesaba, la base de su carrera”.
Luis Góngora contrajo matrimonio con Matilde Tuñón, sobrina de su amigo el doctor Rafael Tuñón, con la que tuvo dos hijos, Luis, notario de Tremp (Lérida) que falleció en 1924, y José, médico prestigioso (3), que casó con Luisa Muñoz-Cobo Serrano, heredera en 1902 de parte de la Sociedad de Aguas Minero-Medicinales, en calidad de sobrina carnal de Luisa Serrano Serrano, la esposa de León y Llerena. Matilde falleció en Marmolejo el 8 de diciembre de 1898, y está enterrada en el cementerio de Santa Ana de Marmolejo, que ya se estaba construyendo por esos años finiseculares, aunque probablemente sus restos fueron trasladados desde el antiguo cementerio de San Sebastián al final de la calle del Santo.
Marmolejo sobre la meseta que describía el doctor Góngora en su Guía del Enfermo a las Aguas Minero-medicinales”. Fuente: Manuel Perales Solís
Entre los documentos más valiosos para nuestro interés producidos por la pluma del doctor Góngora no me cabe la menor duda que hay uno que llama la atención por los aspectos tan entrañables que refiere sobre nuestra localidad y sobre el carácter de los marmolejeños. Se trata de la “Guía del enfermo en las aguas minerales-medicinales de Marmolejo”, texto que imprimió en la imprenta iliturgitana de D. Feliciano Cuesta en 1866 y que denota la integración total del doctor Góngora en nuestra sociedad rural y su cariño hacia Marmolejo. Aunque su contenido es más extenso, traigo a colación, respetando la ortografía de la época, los párrafos donde describe con gran sensibilidad y atino los perfiles geográfico-naturales de nuestra localidad en esos años centrales del diecinueve:
“A los 38º de latitud N. y O., 30º de longitud occidental del meridiano de Madrid, se encuentra situada la villa de Marmolejo, pueblo correspondiente a la provincia de Jaén y partido judicial de Andújar, distante del primero de dichos puntos 6 leguas, una del segundo y media de la estación de su mismo nombre en la línea férrea general de Andalucía. Situada en el centro de una meseta estensa, y elevada sobre los terrenos que la circundan como unos 150 metros, reúne las más ventajosas condiciones topográficas y ofrece al espectador puntos de vista desde donde se descubren las más amenas perspectivas. El interior de la población ofrece un conjunto agradable por la limpieza de sus calles; todas perfectamente llanas y espaciosas, y la no menos notable de los edificios, en cuyo aseo cifra su mayor conato los vecinos, blanqueándolos con frecuencia y conservándolos, tanto exterior como interiormente, en el más esmerado aseo.
La flora marmolejeña fue motivo de la atención y admiración del doctor Luis Góngora. La meseta de Marmolejo con la campiña y las Sudbéticas al fondo. Fuente: Manuel Perales.
“La poética Sierra Morena, con sus pendientes escarpadas, sus tortuosos riachuelos, sus corpulentos pinos..”(Doctor Luis Góngora). Fuente: Manuel Perales Solís
Los alrededores del pueblo son alegres y adornado por el gran número de huertas que por todas partes lo rodean, formando con sus árboles frutales una estensa y hermosa muralla que envuelve la población entre su espeso follage. Ignorase, o al menos no me ha sido posible hallar datos acerca de la antigüedad y origen de este pueblo, y sólo se sabe que los romanos construyeron en el punto que hoy ocupa un castillo, donde mantenían una especie de destacamento de la guarnición de Andújar, destinado a vigilar por aquel punto Sierra Morena; tal vez desde aquella época no haya dejado de hallarse poblado, y es posible que su vecindario haya aumentado progresivamente, contribuyendo a ello la existencia de las aguas minerales que debieron ser conocidas en tiempo de aquellos antiguos dominadores, a juzgar por restos de obras hallados en las inmediaciones de los manantiales, y por una inscripción sobre piedra encontrada hace algunos años, pero por desgracia, estraviada sin ser traducida.
Las fuentes minerales se encuentran situadas al N.O. de la población y a distancia de un cuarto de legua largo. El camino que a ellas conducen está lleno de accidentes que alhagando los sentidos y la imaginación del viajero le ayudan a recorrer sin cansancio aquella distancia. Hacia la parte sur se descubre una estensión inmensa de campiña y en los límites de aquel vasto horizonte se descubren los pueblos de Arjona, Arjonilla, Porcuna y los orgullosos castillos de Jaén sobre el oscuro cerro de Jabalcuz, y de Martos en el vértice del peñón cónico, célebre en la historia de nuestro país….
Al Norte y a corta distancia se presenta la poética Sierra Morena, con sus pendientes escarpadas, sus tortuosos riachuelos, sus corpulentos pinos que parecen tocar el cielo con sus copas, y sus mil blanquísimas casitas que ofrecen a la vista del observador la perspectiva de un estenso campamento. Al lado derecho del camino varias huertas llenas de vistosos árboles y de pintadas flores, ofrecen al caminante un cómodo albergue donde reparar sus fuerzas, en tanto que recrea su vista la variada multitud de objetos que forman aquel paisaje, y su oído las encantadas armonías de ruiseñor, huésped constante de aquellas frondosas arboledas. Aunque menos favorecida la línea izquierda del camino ofrece, sin embargo, detalles dignos de fijar la atención del curioso: formada por pequeñas colinas que van adquiriendo más elevación a medida que se desciende en el camino, presenta lechos inmensos de arenisca roja, que se utiliza para la construcción, y de la que se ha sacado una gran cantidad de piedra para el túnel de Andújar (4); en el seno de aquellas piedras se encuentran enterrados multitud de conchas fósiles, restos de seres, testigos de tiempos muy lejanos en que el mar, hoy tan separado de aquellos lugares, cubría toda su estensión, allí depositados por la naturaleza para que sirvan al hombre de medallas imperecederas que atestiguen las distintas fases, porque ha pasado el terreno donde posa sus plantas.
Sierra Morena, finca del Baldío. Fuente Manuel Perales.
Sierra Morena: en primer término el Baldío; al fondo los cerros de Las Tres Cabezas. Fuente: Manuel Perales
El más curioso de todos los cuadros que se contemplan en el paseo a las fuentes, es sin duda el que se descubre desde el punto llamado en el país el “Pico de las Angosturas”, punto en que el camino hasta entonces dirigido al N.O. cambia de dirección hacia O; desde el citado punto descubre el espectador de un solo golpe de vista, el estenso valle que tiene a sus pies, por cuyo fondo se desliza magestuoso el Guadalquivir; la ladera opuesta cubierta en unos puntos de olivares, y ofreciendo en otros, escarpes sólo accesibles a las cabras, que casi siempre lo pueblan; de otra parte el puente de piedra sobre el Guadalquivir, destruido en parte, y provisionalmente arreglado con tablones; de otro el molino harinero, y por otro lado hasta perdernos en el horizonte la cordillera de Sierra Morena con sus tintas melancólicas, y su frondosa vegetación. Desde este punto desciende el camino en pendiente rápida y con piso desigual hasta el Llano del río, y orilla de este, donde se encuentran los manantiales salutíferos…
El reino orgánico se halla representado por gran número de familias, géneros y especies, que no es posible enumerar en un trabajo de las dimensiones del presente…De todos los vegetales el que más importancia tiene en la comarca, por formar su principal riqueza es el olivo, que es esmeradamente cultivado y se cría con lozanía y robustez en casi todos los terrenos, excepto en las alturas de Sierra Morena, donde no llega nunca a adquirir las dimensiones ni la fecundidad que en los terrenos más bajos; son notables también los frutos del granado, por su tamaño y excelente calidad, que les vale gran aprecio en los pueblos inmediatos. Las frutas son bastante buenas pero su cultivo se hace en pequeña escala y se espenden en los mercados del pueblo y de Andújar. Los vinos tienen poca estimación, y el cultivo de las viñas es mirado con indiferencia, considerándose esta propiedad como finca de recreo y no de explotación; los que se consumen en el país, proceden de la inmediata provincia de Córdoba.
La vegetación es abundante y variada presentándose en todo su espléndido desarrollo, en el interior de Sierra Morena, donde por no estar estendido el cultivo crecen libremente las plantas espontáneas; allí es donde el viajero se estasía al contemplar en la estación de las flores, los inmensos cordones de rosas que marcan con sus ricos colores el curso de los arroyos cuyas orillas tapizan por completo; los campos interminables de azucenas que forman extensas superficies de purísima blancura; los grupos de peonías que se divisan a larga distancia por su tamaño y sus vivos colores; los no menos notables de adelfas que crecen en los sitios húmedos, y la multitud de florecillas silvestres que con sus mil colores dibujan una alfombra de los más variados matices, y con el aroma que exhalan, perfuman el puro ambiente que allí se respira.
El río Guadalquivir. Fuente: Manuel Perales
No menos variado que el vegetal se encuentra en el distrito de Marmolejo el reino animal. Desde el ligerísimo venado, y el hosco jabalí, objeto de frecuentes batidas, a que son aficionados los naturales del país, hasta la multitud de insectos que son en el rigor del verano el tormento de quien cruza las sendas de Sierra Morena, se encuentran representadas casi todas las especies europeas. Entre los mamíferos, además de los ya mencionados, se encuentran los lobos, zorros, gatos monteses, tejones, comadrejas, hurones, rata, turón, liebre, conejo; entre las aves el águila real, el halcón, el gavilán y otras rapaces habitan las altas cimas de la sierra; la lechuza, el búho, la corneja y el mochuelo anidan en las grietas de los edificios antiguos; el tordo y el zorzal frecuentan los olivares, la oropéndola teje su nido entre el ramage, el ruiseñor da al viento sus suaves armonías durante las apacibles noches de la estación de los amores; los pajaritos de las nieves, acompañan al labrador siguiendo paso a paso el surco que traza el arado; la perdiz y la codorniz, son sin tregua perseguidos por el cazador; y finalmente la golondrina, la huésped de todos los años, la alondra, el gilguero, el pardillo, el aliblanco, el estornino, el abejaruco, la abubilla y otros mil son los moradores de la región del viento en aquella comarca.
Entre los reptiles, la ágil lagartija, el lagarto, y las culebras, entre las cuales se encuentra la víbora tan temida por su mordedura, que aunque no es mortal en la mayoría de los casos, da lugar a serios accidentes; la tradición vulgar admite la existencia de otra especie de culebra que el vulgo designa con el nombre de “Alicántara”, y cuya mordedura se dice ser tan inevitablemente mortal como la de la culebra de cascabel, pero esto no tiene más valor que el de consejo de gentes sencillas, pues semejante culebra no ha sido encontrada nunca, ni se ven casos de muerte causada por su picadura.
Los anfibios tienen sus representantes en la rana y el sapo. Entre los peces se encuentran los que se crían en el rio Guadalquivir y en algunos de la sierra; los barbos, anguilas, bogas y peces de rio son los más notables, siendo muy raro que se encuentren algunas truchas.
El clima de Marmolejo es benigno, especialmente en la estación de invierno, primavera y otoño. Bajo la influencia de tan ventajosas condiciones, reúne esta localidad las más beneficiosas de salubridad. Sus naturales disfrutan de una constitución robusta, predominando en ellos el temperamento sanguíneo-nervioso, con idiosincrasia gastro-hepática(5). En las estaciones de invierno y primavera solo se padecen las enfermedades estacionales, y su curso siempre es franco y libre de complicaciones que aumenten su gravedad.
En verano y otoño suelen padecerse fiebres intermitentes producidas por los miasmas, emanados de algunos focos de aguas estancadas, que quedan en la sierra al secarse los arroyos, y en algunos puntos próximos a la población, donde por falta de pendiente se encharcan las aguas llovedizas; estas causas egercen su acción casi exclusivamente sobre la clase jornalera, por ser la que tiene necesidad de permanecer largo tiempo á las inmediaciones de los focos de infección, y es excepcional que de ellos sean víctimas las personas acomodadas, ni menos los concurrentes a las aguas, a quienes defiende el buen régimen de vida que generalmente observan. Las epidemias pocas veces dejan sentir sus estragos en el Marmolejo, que entre otras se ha visto libre del cólera desde el año de 1834, a pesar de haber sido invadidas, en épocas posteriores, muchas poblaciones circunvecinas”.
El río Guadalquivir y el viejo puente renacentista. Fuente: Manuel Perales
Apéndice Fotográfico de la Avifauna marmolejeña referida por el Doctor Luis Góngora Joanico
Notas:
(1) El doctor Rafael Tuñón y Lara, era una autoridad en el mundo de la medicina de la ciudad de Sevilla; además de una persona culta atraída por las manifestaciones culturales del pueblo andaluz, entre ellos de su rico folklore. En 1884 perteneció a una Sociedad en defensa del Folklore Español y Andaluz en la que también se encontraban toda una pléyade de intelectuales sevillanos de reconocido prestigio, entre ellos Antonio Machado Núñez y su hijo Antonio Machado Álvarez “Demófilo” (abuelo y padre, respectivamente del poeta Antonio Machado Ruiz), Joaquín Guichot, Francisco Rodríguez Marín, José Gestoso y Pérez, Luis Montoto, etc.
(2) Reseña extraída de la obra titulada “Presidentes de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña”. En ella se dice que el doctor Luis Góngora Joanico nació en octubre de 1834 en San Gervasio de Cassolas, municipio actualmente integrado en Barcelona.
(3) Al morir José Góngora Tuñón, su viuda Luisa Serrano Muñoz-Cobo donó su biblioteca particular a la Biblioteca Universitaria establecida en el Hospital Clínico de Barcelona, según “La Vanguardia” del día 9 de noviembre de 1910, “la biblioteca del doctor Góngora Tuñón era de las más importantes de las particulares de esta ciudad. Cerca de 2000 volúmenes, entre libros y folletos en alemán, inglés y francés, y son bastantes la de gran importancia científica”.
(4) Se refiere al túnel del ferrocarril de Andújar, para cuyo embovedado se utilizó la piedra de la cantera del Pico de las Angosturas.
(5) La idiosincrasia gastro-hepática era considerada en el siglo XIX como una variedad de las facultades intelectuales y morales del hombre. En concreto la idiosincrasia gastro-hepática se consideraba como temperamento bilioso por los antiguos, cuyos caracteres distintivos son muy decisivos y cuya impresión es igualmente la más fuerte que se observa en la naturaleza humana, las sensaciones o impresiones son muy vivas, las ideas exaltadas, las determinaciones vehementes, y las afecciones muy absolutas, muy exclusivas y al mismo tiempo muy inconstantes. Las variaciones en las facultades intelectuales y morales son todavía más notables en la idiosincrasia grastro-hepática unida al temperamento nervioso, cuyo estado era conocido por nuestros predecesores bajo el nombre de temperamento melancólico o hipocondriaco. (“Filosofía de la Legislación natural fundada en la Antropología o en el conocimiento de la Naturaleza del Hombre y de sus relaciones con los demás seres” Autor: D. Francisco Fabra Soldevila. Madrid 1838).
Fuentes y bibliografía:
-Boletín Oficial de la Provincia de Navarra, nº 201, de 22 de febrero de 1894.
-“La Nueva Lucha: diario de Gerona, eco de las aspiraciones del Partido Liberal”. Número 1023 de 8 de junio de 1890.
-“El Noticiero balear: diario de avisos y noticias”. Año II, de 4 de octubre de 1892.
-“La Correspondencia de España: diario Universal de noticias”, número 4531 de 20 de abril de 1870.
-“El Constitucional: diario liberal” de 5 de abril de 1883.
-Universidad Complutense de Madrid. Memorias anuales del doctor D. Luis Góngora Joanico.
-Universidad Complutense de Madrid: “Guía del enfermo en las aguas minero-medicinales de Marmolejo” Editada en Imprenta de D. Feliciano Cuesta. Andújar 1866.
-Boletines del Ateneo de Barcelona; años 1880 a 1885.
-Revista de Gerona: Literatura-Ciencias-Artes. Junio de 1879.
-“V Centenario de la Universidad de Sevilla. 1505-2005”. Universidad de Sevilla.
-Juan Luis Carrillo: “Medicina y enseñanza de la Medicina en Sevilla (1868-1883); continuidad y cambio”.
-“Crónica Meridional” de 24 de diciembre de 1884.
-Semanario “Blanco y Negro”: artículo denominado “Viajes de Blanco y Negro: VII MARMOLEJO. Fecha 13 de octubre de 1894. Madrid.