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Agua y tinta. Historia del Balnario de Marmolejo a través de la Prensa.

-José María Robles-

Introducción:

  José María Robles Rodríguez nació en Marmolejo en 1978. Es licenciado en periodismo por la Universidad de Sevilla y máster en periodismo por el diario El Mundo, Grupo Recoletos y Universidad San Pablo CEU. Actualmente trabaja en el diario El Mundo como redactor de la sección de “Últimas noticias” y responsable de las áreas de Cómic y Arte Urbano.

Fotograbado publicado por ‘Gaceta Balneológica’ en septiembre de 1900. Ilustra una pieza de homenaje a de León y Llerena tras su muerte

“Todo lo que olvida el hombre de su propia vida, en realidad ya mucho antes había estado condenado al olvido por un instinto interior… Así que ¡hablad, recuerdos, elegid vosotros en lugar de mí y dad al menos un reflejo de mi vida antes de que me sumerja en la oscuridad!” (prólogo de ‘El mundo de ayer’)

 

Sirvan estas melancólicas palabras del escritor austriaco Stefan Zweig, quien conoció de cerca el ‘boom’ balneario centroeuropeo, para propiciar una reflexión: ¿en qué momento Marmolejo empezó a desinteresarse por su pasado? ¿quién decidió que había que convertir el relato local en un ejercicio colectivo de amnesia y por qué? ¿somos los marmolejeños del siglo XXI una especie de expatriados de nuestro propio pueblo? 

 

Son preguntas que duelen, y cuyas respuestas hieren incluso más. 150 años pueden ser un instante, una eternidad o, en el caso de Marmolejo, las dos cosas a la vez. Un instante, porque todavía algún testimonio añoso nos trae el eco –cada vez más remoto, es verdad– de aquello que esta villa fue y ya nunca volverá a ser: una referencia del turismo termal cuando ni siquiera existía el concepto de veraneo; uno de los destinos predilectos de la burguesía y aristocracia españolas.

Pero también una eternidad, porque parece irreal que tan rico legado, tan envidiable patrimonio, tan tremenda presencia en la vida política, social y cultural del país, todo esto, apenas sea en la actualidad otra cosa que evocación y aire. 

 

Consuélese quien quiera redescubriendo al menos el rastro del Balneario de Marmolejo en los periódicos del último siglo y medio. Un repaso hemerográfico que ojalá ayude a entender el esplendor y decadencia del conocido en tiempos como ‘el Vichy español’, generador de la llamada ‘tercera cosecha’ (las otras dos eran la aceituna y los cereales) y verdadero escaparate al mundo de lo nuestro. 

 

En la lectura de páginas y páginas de noticias variopintas y con diferente alarde tipográfico, tras el examen de ilustraciones, fotografías, anuncios e incluso caricaturas y chistes gráficos, subyace el milagro de un pueblo campesino que disfrutó de los avances tecnológicos de una pequeña ciudad y a veces llegó a vivir al ritmo de la capital. Éste sería el titular de Portada. Pero hay más.

 

Una primera fecha importante es el 28 de septiembre de 1816. ‘La Gaceta de Madrid’, primitivo periódico y antecedente del Boletín Oficial del Estado (el BOE), publicaba entonces la que probablemente sea la primera referencia en prensa -que no bibliográfica- a los baños y aguas de Marmolejo. Llama la atención que en ningún momento se hable de balneario, aunque sí se reconoce que dichos baños y aguas se encuentran entre los 30 –textualmente- “más principales” del reino y con “virtudes más conocidas”. 

 

La Real Orden de la que se hace eco ‘La Gaceta’ ese día fija “el establecimiento de un médico en cada baño o agua mineral de los más acreditados de España”. Para ello, añade el texto con detalle, se realizará un concurso-oposición que durará seis meses.

Primera página del especial dedicado al Balneario de Marmolejo en el ‘Blanco y Negro’ de octubre de 1894

Caricatura del doctor Góngora y Joanicó publicada en ‘Blanco y Negro’ en octubre de 1894

Destaca, por último y a modo de curiosidad, un párrafo de dicha información: “La dotación de estas plazas sobre los fondos de Propios y Arbitrios del pueblo inmediato a los baños, y de los circunvecinos, con la obligación de asistir gratuitamente a los pobres que acudieren a ellos, será según lo últimamente resuelto por el Rey (…) la de 80 reales anuales, pagados mensualmente por la tesorería de la provincia donde las aguas minerales existan, sin perjuicio del pago de las visitas de las personas acomodadas”. Queda dicho: no se habla de balneario, pero sí aparece ya una alusión -con cierto énfasis clasista- a esas gentes con posibles, se supone que venidas de fuera, que luego serán conocidas como agüistas.

 

‘El Diario de Barcelona’ recoge el 14 de mayo de 1817 el nombramiento de Vicente Ortí y Criado, médico de la villa de Castro del Río, como responsable de las aguas minerales de Marmolejo. Ortí y Criado, a quien Manuel Perales le dedicó una semblanza en esta misma web, llegó a ser alcalde en una época especialmente convulsa. Otros destacados facultativo en el Balneario fueron Manuel Manzaneque, Clodomiro Andrés, Juan Bautista Horques o Luis Góngora y Joanicó, autor de una ‘Guía del enfermo’ (1866) que saldría de la imprenta en 1866 como “homenaje de respeto y admiración” al propio Ortí y Criado.

 

Avanzamos hasta el 8 de octubre de 1882. ‘La Gaceta de Madrid’ informa de la subasta “del establecimiento balneario de la villa de Marmolejo”. Se inicia de la mano del político y empresario Eduardo León y Llerena el periodo de mayor esplendor de las instalaciones, necesitadas de una inversión que su propietario hasta entonces –el ayuntamiento– no podía llevar a cabo.

 

 

 

 

Como puede deducirse de una figura capital en relación al Balneario, la presencia del promotor malagueño de nacimiento y jienense de adopción en los medios escritos de la época es más que frecuente y siempre revestida de un halo solemne. 

 

Constatamos que las noticias de finales del siglo XIX se despachaban casi como si fueran el prospecto de un medicamento: con el texto en bruto y desprovistas de cualquier elemento gráfico. Con ese formato vuelve a recoger la ‘Gaceta de Madrid’ el 3 de noviembre de 1883 la Real Orden que determina las dos temporadas de baños en los manantiales de Marmolejo. 

 

De acuerdo con las autoridades, la de primavera comenzará el 1 de abril y terminará el 15 de junio. La de otoño se prolongará desde el 15 de septiembre hasta el 30 de noviembre. En años sucesivos estas fechas oscilarán quincena arriba, quincena abajo.

 

De gran despliegue se puede calificar la cobertura que dedica el semanario ‘Blanco y Negro’ al Balneario de Marmolejo el sábado 13 de octubre de 1894. Nada menos que ¡5 páginas dobles y una sencilla! salpicadas de ilustraciones, viñetas y un perfume literario del que jamás habían gozado las instalaciones brinda la revista del diario ‘ABC’, fundado, como es de dominio público, por Torcuato Luca de Tena. Menos conocido es que el empresario sevillano era sobrino político de Eduardo León y Llerena tras su matrimonio en 1890 con la hija de María del Pilar, única hermana del entonces dueño del Balneario. 

 

Esa razón de parentesco seguramente ayude a explicar en buena parte tratamiento tan destacado, aunque es cierto que la labor de promoción y difusión de León y Llerena y, por supuesto, la excelente materia prima, iban consolidando la marca ‘Aguas de Marmolejo’ dentro y fuera de España. 

 

Luis Royo Villanova firma el artículo reportajeado de su viaje en tren a Marmolejo desde Madrid. Escrito en primera persona, el periodista se presenta como sufridor de una “obstinada gastralgia”, por lo que se predispone a testar las “muy preciadas aguas de Marmolejo” en calidad no ya de testigo directo, sino de paciente. 

 

Un fragmento introductorio de Royo Villanova llama la atención por lo sugerente del contenido: “De hoy más, a la bebida me dedico, y si otros evocan a su musa entre los vapores del alcohol, las humaredas del opio o los arrobos del haschis, yo, entre sorbo y sorbo de agua bicarbonatada, aguardaré a que venga por el correo de Andalucía mi musa de vidrio, ancha de caderas, esbelta de cuello, tocada de precintos y alambres y cubierta la cabeza por un bonetillo de porcelana, donde leo: ‘Aguas de Marmolejo’”.

 

El texto, descriptivo y verdaderamente laudatorio, contiene otros pasajes memorables, como el descenso a las fuentes. “Todo es animación y bullicio en la esbelta galería de hierro, que viene a ser algo así como el claustro de aquel santuario de la salud, la sala ‘de pasos perdidos’ o el salón de conferencias, donde se charla, se pasea y se descansa entre vaso y vaso”. 

 

En otro momento el periodista hace un guiño al lector de Madrid para ilustrar la demanda de la Fuente Agria. “Tiene una cola de gente que ya la quisieran para sí muchas tardes las taquillas del Jai-Alai (el famoso frontón de la capital) y la Plaza de Toros”.

 

Ya por último, y en relación al Parque del Balneario, que Royo Villanova considera “la verdadera joya de Marmolejo”, deja otro apunte: “Es, en suma, un verdadero paraíso, pero sin serpientes ni manzanas mordidas”.

 

La ‘Gaceta Balneológica’ había incluido en su número de agosto una nota necrológica de León y Llerena tras su fallecimiento el día 4 del mismo mes. Pues bien, el número de septiembre de 1900 de esta publicación que hoy llamaríamos sectorial está consagrado precisamente a su memoria y herencia. Siete páginas llevan el membrete de Balneario de Marmolejo, algunas con grabados del establecimiento en una primerísima fase de desarrollo. 

 

Especialmente emotiva es la publicación de una carta que el distinguido médico-director Luis de Góngora y Joanicó había remitido a León y Llerena 16 años antes, en el que le auguraba a las instalaciones un reconocimiento del que él también acabó siendo partícipe. En la carta el facultativo escribe: 

 

“Las aguas de Marmolejo no pertenecen a esa, hoy numerosa, falange de náyades advenedizas que, a falta de verdadero mérito, se exhiben al público en ampulosos análisis, notables sólo por la larga serie de cifras decimales (…) Marmolejo, lo repito, no es una de estas novedades de última hora; tiene su historia secular; su reputación está abonada por la sanción del tiempo, por el testimonio de hombres ilustres y por la prueba elocuente de los hechos”.

 

Portada de la ‘Gaceta Balneológica’ del 30 de septiembre de 1900

Mapa de la conexión ferroviaria entre Madrid y Marmolejo publicado en la ‘Gaceta Balneológica’ a principios del siglo XX

Que no pase desapercibido un detalle: en la última página de este mini suplemento puede observarse un mapa de la línea férrea que une –o mejor dicho, unía, si hablamos de pasajeros– Marmolejo y Madrid. La buena conexión por tren y carretera fue, desde luego, uno de los factores que contribuyó al éxito del Balneario. 

 

 

Al hablar del transporte, necesariamente hay que deternerse en el 28 de diciembre de 1912, Día de los Inocentes, cuando ‘La Gaceta de Madrid’ publicaba la petición para obtener la concesión de un tranvía con motor de sangre (es decir, con tracción animal) hasta el Balneario. 

 

 

Que no era una inocentada –a pesar de tratarse de la solicitud de una sociedad que operaba en un pueblo de escasos miles de habitantes– y muestra del progreso aparejado al desarrollo del Balneario lo corrobora otro anuncio: el de la subasta pública del servicio de tranvía, fechado el 17 de febrero de 1915. 

 

Del pliego de condiciones publicado también en ‘La Gaceta’ se pueden extraer algunas perlas: 

 

1) La fianza que se exige a los interesados es de 7.890 pesetas y 80 céntimos, cantidad que representa –especifica la nota– el 5% del presupuesto de la instalación del tranvía. 

 

 

2) El plazo de la concesión será de 60 años, plazo que no llegó a cumplirse por la pérdida de visitantes del Balneario y, sobre todo, por el estallido de la Guerra Civil.

y 3) El “material móvil” que como mínimo tendrá el tranvía será de seis coches. “Para la tracción tendrá siempre disponibles 16 mulas”.

 

El tranvía se inauguró finalmente en 1916 con el siguiente recorrido: Plaza de la Constitución, Plaza del Amparo, calle Arroyo, Jesús y Calvario hasta llegar al Balneario. La línea se ampliaría pocos años después con un nuevo punto de partida: el Hotel Los Leones. El precio del billete: 30 céntimos la ida y 40 ida y vuelta.

 

Un vistazo al ‘ABC’ del 17 de septiembre de 1914 –apenas dos meses después del comienzo de la I Guerra Mundial– ofrece pistas de la excelencia de las Aguas de Marmolejo. Un pequeño recuadro informa de la obtención del Gran Premio y Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Londres de ese año. Unas acreditadas aguas que ya en 1883 habían recibido esa medalla de oro en Ámsterdam y Boston, así como el Diploma de Honor en la Exposición Nacional de Minería celebrada en Madrid.

 

La breve pieza, situada bajo el epígrafe ‘Publicidad recomendada’, detalla cuando empieza y acaba la temporada oficial del Balneario. Al mismo tiempo, indica que las Aguas de Marmolejo “se expenden embotelladas en todas las farmacias y droguerías”. En Madrid llegó a disponer de cuatro depósitos o puntos de venta: en la calle de Serrano, número 35; en Fernando VI, 3, en Sagasta, 14 y en Barquillo, 8. 

 

En ‘El Imparcial’ del 23 de octubre de 1915 queda constancia de la llegada de la infanta Isabel, hija primogénita de la reina Isabel II. Se trata de un pequeño suelto que más bien parece un telegrama: “Marmolejo, 22 (7,10 de la tarde) Ha llegado la infanta doña Isabel para visitar este balneario. Almorzó en Arjonilla, pueblo natal de su secretario, Sr. Coello. Después de recorrer el pintoresco balneario y su parque vino al Ayuntamiento, donde le fueron presentadas las autoridades y distinguidas señoras, y tomó un ‘lunch’”. 

 

 

Al margen de la infanta, que se convirtiría en consumidora habitual de estas aguas mineromedicinales, fueron muchas las personalidades que vinieron a la villa durante la edad de oro de su Balneario. Dirigentes como el general Serrano, último presidente de la Primera República y tío de la esposa de León y Llerena o los presidentes del Consejo de Ministros Francisco Silvela y Práxedes Mateo Sagasta.

 

O científicos como el premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal, que al volver por la tarde de los manantiales se sentaba en la terraza del bar a tomarse un café mientras dibujaba en el mármol blanco de la mesa conexiones neuronales para fastidio del camarero de turno. 

 

O escritores como los hermanos Álvarez Quintero y Armando Palacio Valdés, que situó aquí los primeros capítulos de su novela ‘La hermana San Sulpicio’, buen conocedor de las localizaciones en tanto que fue aquí donde él mismo se trató de afecciones intestinales. 

En innumerables páginas dedicadas al literato asturiano pueden encontrarse alusiones al Balneario. Nombrado hijo predilecto de esta localidad en 2008, llegó a decir que “en Marmolejo las siestas son tan higiénicas como las aguas”, según publicó el ‘ABC’ de Sevilla el 16 de julio de 1990. 

 

 

En el centro de una fotonoticia de la revista popular ilustrada ‘Mundo Gráfico’ fechada el 18 de junio de 1924 se aprecia al dos veces nominado para el Premio Nobel de Literatura “leyendo unas cuartillas de gratitud” en el homenaje que se le rinde en Marmolejo. 

 

El ‘ABC’ publicaría el 27 de abril de 1930 una ‘Evocación de la hermana San Sulpicio, en Marmolejo’ firmada por Muñoz San Román en la que se ve la fachada del Hotel Central (donde se supone que vivió la monja que da nombre a la novela). Dicho reportaje, que se encuentra al límite de lo políticamente correcto, por no decir que lo traspasa con insinuaciones sobre la falta de higiene y las precarias infraestructuras de Marmolejo, mereció días después en el mismo medio una réplica por parte del alcalde… y una contra réplica del citado periodista.

Inauguración del Gran Hotel Balneario en 1923

En el efervescente ambiente propiciado por las aguas del Balneario tenían lugar tertulias como la retratada el 10 de octubre de 1923 en ‘ABC’ en una pieza opinativa y costumbrista titulada ‘De cómo se aprecian los problemas actuales en un pueblo pequeño’. La reunión, conocida como ‘La aduana’, convocaba en la antigua botica situada en la casa de Don Julio Vizcaíno a terratenientes, médicos, jóvenes locales espabilados y algunos forasteros. El periodista Alfredo Ramírez Tomé aprovechó una estancia en Marmolejo para, centrándose en dicha tertulia, ilustrar el cambio de régimen que supuso la dictadura de Primo de Rivera. “La noticia se propaló rápidamente (…), corrió hasta el Balneario y algunos de los agüistas, concejales en diferentes pueblos, y el alcalde de una capital no muy lejana, se apresuraron a coger el tren, dejando en suspenso el tratamiento”, redactó Ramírez Tomé, conocido novelista del Madrid castizo.

Página de ‘ABC’ de Sevilla (abril de 1930) dedicada al escritor Armando Palacio Valdés y a su novela ‘La hermana San Sulpicio’, cuyo arranque está ambientado en el Balneario de Marmolejo. En la parte superior puede verse la fachada del desaparecido Hotel Central; abajo, el mercado al aire libre, situado en la actual esquina de la Plaza del Amparo con la calle de San Antonio. Al fondo puede distinguirse el antiguo edificio del Ayuntamiento

Con un tono similar se había empleado antes incluso, el 24 de julio de 1910, el semanario satírico ‘Gedeón’, que acuñaba el término “diputados termales” y reproducía, curiosamente, la silueta de un pavo real, animal tan asociado al Balneario, junto al titular de la pieza. 

 

“Un establecimiento termal no adquiere importancia hasta que es visitado por un ‘padre de la patria’, sea de la facción que sea (…) Apenas un personaje con acta y con atrofia del hígado cae por aquel balneario, la vida del establecimiento está asegurada y la ‘reclame’ conseguida, pues no dejarán los periódicos de ocuparse de lo que hace el diputado, de lo que dice, de los ‘cortadillos’ de agua que toma y del efecto intestinal que le producen”. 

 

El texto termina poniendo el foco en el diputado carlista Dalmacio Iglesias, para rematar con una pregunta: “¿Hay un hombre más a propósito para alegrar un Sobrón, un Panticosa o un Marmolejo”? 

 

Otra fecha que hay que tener en cuenta es el 11 de mayo de 1923, cuando ‘La Crónica Meridional’ difundía en sus páginas la inauguración del Hotel Balneario. Promovida por el entonces director gerente de la Sociedad de Aguas Medicinales de Marmolejo, Eduardo Serrano, fue obra del arquitecto Lorenzo Gallego y respondía “a una verdadera necesidad hace tiempo sentido”, según anota el corresponsal del diario. 

 

“Puede considerarse como un modelo entre los de su clase y acredita una vez más a su constructor”, subraya el periodista sobre unas instalaciones que fueron bendecidas por el párroco local. Originalmente iba a llamarse Gran Hotel de La Paz y tenía una fachada bien diferente, como ilustra la portada de un análisis químico de las aguas del Balneario publicado en 1884.

 

Podría decirse que hasta aquí llegan los días de gloria del Balneario. El próspero presente y el halagüeño futuro empiezan a hacerse definitivamente intangibles en el momento en el que se precipita la Guerra Civil. ‘La Vanguardia’ informa el 23 de abril de 1937 de un ataque franquista fallido sobre las instalaciones en el contexto del asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza: “La aviación facciosa bombardeó la población de Andújar y lanzó dos bombas de gran calibre sobre Marmolejo, buscando el Balneario, sin que produjera víctimas ni desperfectos”.

 

‘ABC’ informa el 21 de septiembre de 1960 del ‘Salto de Marmolejo’. O lo que es lo mismo: de la construcción de la central eléctrica en las inmediaciones del Balneario. Una presa que con el paso de los años y las sucesivas crecidas del Guadalquivir se convertirá en el peor enemigo de unas instalaciones centenarias.

 

También en ‘ABC’ puede encontrarse el 12 de abril de 1989 noticia de unos incidentes en el Balneario. “Bajo la vigilancia de agentes de una empresa de seguridad, ayer pudo celebrarse la junta general de accionistas de la empresa Aguas de Marmolejo SA, que no pudo celebrarse el día anterior tras una violenta riña entre los propietarios, en la que al menos 10 hubieron de recibir asistencia médica”. La información se comenta sola: se ha pasado del orgullo al esperpento. 

 

A ello contribuyó también el incendio provocado que la noche del 26 al 27 de noviembre del año 2000 arrasó la planta de embotellado de Aguas de Marmolejo. Como se resume con acierto en otra muy recomendable web, Villa de Marmolejo, “de esta manera cesa toda actividad comercial relacionada con el Balneario y las Aguas de Marmolejo, que con la única interrupción de la Guerra Civil venían siendo explotadas desde hace 185 años”.

Información publicada en el ‘Ideal’ de Jaén en 2007

Proyecto no ejecutado para el Hotel Balneario

En fin, todavía hubo un intento por negarse a aceptar ese casi inevitable ocaso. ‘Marmolejo recupera su Balneario’, informaba esperanzadoramente ‘El País’ el 24 de junio de 2002. “Tras un infructuoso periodo en manos privadas, el Balneario ha sido recuperado por la iniciativa pública, que proyecta una ambiciosa inversión para relanzar una instalación que, a principios del siglo XX se convirtió en uno de los principales referentes turísticos de Andalucía”.

 

El corresponsal Ginés Donaire habla de un desembolso municipal de 200 millones de pesetas y de los 450.000 y 120.000 euros que se comprometen a aportar el Ministerio de Fomento y la Diputación Provincial, respectivamente. Cantidades importantes para una actuación que a la larga se demostró cuando menos controvertida (caso de la construcción de la cúpula de cristal) y que el río acabó llevándose por delante.

 

Como un espejismo en mitad del desierto, el ‘Ideal’ de Jaén afirma el 23 de febrero de 2007 que ‘El Balneario de Marmolejo tendrá una zona de baños y un hotel de cuatro estrellas’. Dichos proyectos iban a ser construidos con iniciativa privada tras una revisión del Plan General de Ordenación Urbana que ha acabado siendo un verdadero quebradero de cabeza para el municipio.

También en el ‘Ideal’ encontramos el 30 de abril de 2011 noticia del enésimo intento de resucitación, a través de una partida de Diputación de 150.000 euros. En la fotografía que acompaña al texto se ven las instalaciones anegadas, una situación que dejaría de ser extraordinaria con el paso de los inviernos.

 

El ‘Ideal’, por último, traía el 20 de octubre de 2011 un canto de esperanza: el inicio del proceso para inscribir como Bien de Interés Cultural (BIC) al Balneario en la categoría de Sitio Histórico.

 

Desde entonces, inundaciones, barro y lamentos, sin apenas actuaciones para paliar los efectos de las riadas y con la presa en el centro de la polémica. 

Noticia de una nueva inversión para un Balneario, en la imagen, inundado por el Guadalquivir (‘Ideal’ de Jaén, 2011)

Carátula de un folleto publicitario de las Aguas de Marmolejo impreso en 1916

Para aliviar el mal sabor de boca, nada mejor que un repaso por la publicidad del Balneario aparecida en prensa.

Una página del ‘Blanco y Negro’ de 26 de julio de 1891 no contiene exactamente un anuncio, sino algo parecido a la receta de un cóctel redactada con clara intención promocional. “Cuando el termómetro marca 35 grados, cuando os sentís próximos a la asfixia, no teméis nada helado. Pedid medio limón, unos terrones de azúcar que desharéis en su jugo, y sobre la pasta que se forma en el fondo del vaso, verted desde bastante altura agua de Marmolejo, que estará fresquísima si han tenido la botella envuelta en un paño mojado durante media hora”. 

 

También en ‘Blanco y Negro’ y en ese mismo año de 1891 –con fecha 11 de octubre- se halla un anuncio que presenta varias curiosidades: en él el producto, las aguas, son promocionadas como “el mejor medicamento” para “combatir todos los padecimientos del estómago, hígado, bazo, riñones y vías urinarias” y como las únicas “envasadas en botellas especiales con tapón mecánico para su mejor conservación y mayor economía de los enfermos”. De ahí la pequeña ilustración adjunta. 

 

Se trata del mismo recurso de este otro anuncio publicado el 26 de junio de 1893 en ‘La Ilustración Nacional’. La etiqueta de la botella es una reproducción exacta del original. Se aprecia con más nitidez en la media página del ‘Blanco y Negro’ del 16 de mayo de 1896. 

 

El 25 de noviembre de 1899, de nuevo en la misma cabecera pero en la sección de ‘Anuncios Telegráficos’ y por tanto, se supone que en un formato más económico, más Aguas de Marmolejo, “incomparables para el tratamiento de las enfermedades del estómago”.

 

En esta categoría de anuncios por palabras que aparecen recuadrados como si fueran esquelas mortuorias –de hecho, vamos a verlos entremezclados en algunas páginas– se localizan estos anuncios de principios de siglo XX en ‘El Imparcial’ y ‘ABC’ (9 de octubre de 1909).

 

 

En ‘El Día de Toledo’ de 12 de julio de 1913 lo particular es que se presenta como credencial el número de personas que vienen a tratarse: “Más de 2.000 enfermos (estadística oficial) acuden cada temporada a este antiguo Balneario a recuperar la salud perdida”, puede leerse.

 

Otra vez en el ‘ABC’, el 6 de julio de 1922, llama la atención una guía de balnearios en la que se ve a Marmolejo codeándose con aguas tan reconocibles en la actualidad como las de Mondariz, Cabreiroá y Solares.

 

En ‘La Crónica Meridional’ del 30 de junio de 1923 ya se incluye la oferta del Hotel del Balneario: “Todo confort, cocina francesa, mesas de régimen”.

 

En ‘La Vanguardia’ del 3 de septiembre de 1925 el Balneario se presenta al lector como “el establecimiento de aguas alcalinas más concurrido de España” y el hotel, frente a las muchas casas de huéspedes y fondas, como “el único oficial y de primer orden; con capilla, baños privados, jardín, garajes y mesas de régimen. Pensión de primera clase, desde 15 pesetas; segunda clases, desde ocho”. También se menciona la conexión en tren con Madrid y Sevilla.

 

‘Marmolejo, cobijo de bienestar y alegría’ lleva por título la media página reportajeada incluida en ‘La Esfera’ el 15 de mayo de 1926. En ella Enrique Pastor, que es quien firma el texto, se refiere a “las prodigiosas aguas de Marmolejo, que han cooperado a esparcir su preponderante fama a través de España y del extranjero”. Su recorrido por el Balneario y su trayecto en tranvía hasta el hotel, donde “lindas y distinguidas señoritas se entretienen en jugar al tenis y al croquet”, pinta una postal casi bucólica de las instalaciones y el entorno.

 

El Balneario (con “las aguas de mayor abolengo de España”) y su hotel son los protagonistas de otra media página publicada en el ‘ABC’ de Sevilla el 2 de abril de 1955. A diferencia de otros encartes publicitarios, en éste se aprecia cierta solidaridad vecinal al reseñar que “además existen en la población hoteles y pensiones de todas las categorías”.

 

Ese fue, tal vez, el último gran reclamo del Balneario y el Hotel. El 14 de agosto de 1964 el ‘ABC’ de Sevilla anunciaba que a partir del mes siguiente se cedían en explotación los servicios del hotel.

 

El último estertor lo viviría después la planta embotelladora, como se deduce de este anuncio por palabras publicado en mayo de 1995 en el ‘ABC’ de Madrid. “Se necesita distribuidor con infraestructura suficiente para la distribución de agua del Balneario de Marmolejo en Madrid y provincia. Imprescindible estar introducido en Hostelería”.

Página publicada por ‘Blanco y Negro’ en 1894 con dos piezas del caricaturista Mecachis

Media página de publicidad del Balneario de Marmolejo publicada en ‘Blanco y Negro’ en 1891

Media página de publicidad del Hotel Balneario publicada en el ‘ABC’ de Sevilla en 1955

Y finalmente, momento para unas cuantas caricaturas y chistes:

En el macro despliegue dedicado en octubre de 1894 por ‘Blanco y Negro’ al Balneario sorprende un simpático retrato del médico Luis Góngora y Joanicó, al que el humorista gráfico madrileño Eduardo Sáenz Hermúa, alias Mecachis, representa con cuerpo de botella de Aguas de Marmolejo y cabeza a modo de tapón.

 

Mecachis también deja su sello en tres ocasiones más en el reportaje de Luis Royo Villanova. En la primera representa en cuatro viñetas cómo un agüista va engordando vaso a vaso en el propio manantial. 

 

En la segunda sitúa dos filas bajo la galería de hierro del Balneario; una, la que se dispone a tomar el agua de la Fuente Agria, está formada por ancianos, algunos de ellos con bastón y se supone que con achaques; en la de la izquierda, la que ya abandona las instalaciones, se ve a un niño, a varios jóvenes y a hombres maduros, alegoría del proceso de rejuvenecimiento producido por la visita.

La última aportación de Mecachis consta de tres viñetas. Lleva por título ‘De fotografías remitidas por un fondista de Marmolejo’ y en la secuencia se distingue a un comensal sin apetito antes de tomar las aguas, al mismo cliente devorando varios platos mientras toma las aguas y a punto de hincar el diente al camarero que le sirve después de tomar las aguas.

 

Tiene su gracia que Mecachis, que murió con apenas 37 años según recoge Wikipedia, fuese estudiante de Medicina antes de comenzar su carrera como ilustrador.

Quién sabe si fue precisamente porque lo relacionado con el Balneario tenía que ver con la medicina y la salud, pero el caso es que Mecachis regresó a la galería de las fuentes en una viñeta publicada el 20 de marzo de 1897 titulada ‘El Gobierno en Marmolejo’. 

 

En el texto que lo acompaña se habla del traslado temporal a nuestra localidad de la Presidencia del Consejo de Ministros, lo que hace suponer que el personaje de la izquierda es el presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo, y el de la derecha, su ministro de Guerra, Marcelo Azcárraga. 

 

Por último, el Balneario vuelve a ser mencionado en el ‘Blanco y Negro’ del 9 de julio de 1904, en la historieta ‘Aeroterapia práctica’. 

 

“Las aguas… las aguas… ¿De qué sirve tomar las aguas si no se toman aires? Los aires son los que curan?”, subraya un médico dirigiéndose al lector. “¿Padece usted del estómago? Pues allá van unos aires de Marmolejo”, comenta un par de viñetas después.

 

Y hasta aquí esta revisión que contextualizan la historia reciente de Marmolejo y explican parte de nuestra identidad colectiva. El Balneario de Marmolejo se fue muriendo con el estallido de la Guerra Civil, entró en coma con el cambio de modelo vacacional y pasó a peor vida con los sucesivos desbordamientos del Guadalquivir, víctima, en definitiva, de una inercia negativa de la que no ha podido escapar… hasta la fecha. Ojalá en un futuro próximo sea posible volver a disfrutar de este maravilloso entorno sin recurrir a la nostalgia de viejos papeles.

La galería de hierro del Balneario de Marmolejo, escenario político en una viñeta publicada en 1897

Tira cómica publicada por ‘Blanco y Negro’ en 1894, obra de Mecachis

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