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Los arrendatarios olivareros a principios del siglo XX: El caso del marmolejeño Andrés Pastor Peña (1881-1957)

-Manuel Perales Solís-

El presente estudio tiene por finalidad hacer una aproximación a la figura de los arrendatarios de bienes rústicos en la Andalucía de comienzos del XX, poniendo el foco, especialmente, en la trayectoria personal del agricultor y arrendatario marmolejeño, Andrés Pastor Peña, personaje de talante emprendedor imbuido de principios conservadores, a pesar de su origen humilde. Dicha circunstancia le infundió un carácter humanitario y caritativo, aunque ello no impidiera  despertar cierta animadversión en el ámbito de la izquierda local, en los momentos más convulsos de nuestra historia reciente.  
  Hemos de apuntar, a manera de introducción, que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, se siguió utilizando en Andalucía la práctica del arrendamiento de tierras,  tanto de las parcelas dedicadas a cereal  como de las  grandes fincas de olivar pertenecientes  a familias nobles o de origen burgués, que habían prescindido de su gestión directa para  vivir de las rentas que éstas les proporcionaban, la mayoría de las veces,  en lugares distantes de Andalucía.  


Se trataron de terratenientes con títulos nobiliarios de distinta graduación (condes, marqueses o duques) que ya eran propietarios desde antiguo,  o de nuevos ricos (comerciantes e industriales) convertidos en hacendados, tras adquirir, a lo largo del  XIX,  bienes rústicos  desamortizados  de la iglesia y  de  los municipios. En otros muchos casos el capital rústico de esta clase burguesa, se vería incrementado con la adquisición de bienes a la vieja nobleza arruinada, gracias a las importantes rentas  conseguidas en sus boyantes negocios. El acceso a la tierra supuso para estos burgueses afianzar aún más el  prestigio social que no podían alcanzar con títulos de nobleza.


Al contrario que los nobles, esta nueva clase terrateniente gestionó  de manera más directa sus explotaciones  aplicando  nuevas tecnologías que modernizaron los antiguos sistemas de cultivo, en los que aún perduraban muchas prácticas de siglos anteriores.  Sin embargo, la mayoría de los terratenientes de origen noble, salvo honrosas excepciones, como  el caso del conde de Torres Cabrera, Ricardo Martel Bernuy (hermano del conde de Villaverde la Alta),  que impulsaba hacia 1871 una colonia agrícola remolachera inspirada en principios sociales en sus fincas de Alcolea (Córdoba), elegían la Corte como lugar de residencia donde llevaban una vida holgada gracias a unos  suculentos  patrimonios agrícolas,  gestionados por administradores a sueldo y/o importantes remuneraciones en especie. Pero en muchos otros  casos, las tierras fueron cultivadas por grandes y medianos arrendatarios  que convenían, a través de los  administradores y apoderados, las condiciones del arrendamiento. 

En el caso concreto del término municipal de Marmolejo, aunque la cuestión del absentismo de los grandes propietarios estuvo presente,  podemos constatar, sin embargo, cómo algunos nobles de la zona, se ocupan de sus explotaciones e invierten en la compra de nuevas  propiedades olivareras,  adquiriendo pequeñas parcelas de olivos, que agregaban a sus fincas matrices, al socaire de la mayor rentabilidad que propició el aumento  del consumo del aceite de oliva. Es el caso del marqués del Contadero, que en 1806, compraba un estacar  de 125 plantas al vecino Francisco de Arévalo en el sitio de Valdemoginos (pago de Cerrada). Se trataba de nuevas plantaciones junto a la hacienda de La Campana, propiedad del marqués. También adquiría a Simón Vergara, un pedazo de tierra,   ”principiada a desmontar y plantadas de olivos en el pago de Cerrada y sitio de la Huerta del Río, lindera con olivos del marqués” (1).
Los arrendatarios de grandes extensiones  acabaron por constituir, junto a la clase noble, una parte importante de la burguesía agraria andaluza.  Muchos de ellos  procedían del grupo de colonos que detentaron arrendamientos de bienes eclesiásticos o señoriales. “A nivel local estaban relacionados entre sí por lazos familiares; eran agricultores prácticos, conocedores de la problemática agrícola: el ser durante largos periodos de tiempo grandes arrendatarios y realizar el pago de la renta parte en especie, parte en dinero, les procuraba una cierta capacidad de ahorro dinerario, lo que en los años de la desamortización les permitió disponer de un capital en efectivo para hacerse con  las tierras que mantenían arrendadas, sobre todo cuando la nobleza, en la segunda mitad del XIX, decide vender parte de sus bienes rústicos buscando nuevos horizontes de inversión en las finanzas o en los ferrocarriles” (2).
En otros casos, hubo medianos agricultores  que arrendaron los bienes de Propios de los Municipios, antes incluso de que dichas tierras fueran subastadas y adquiridas  por elementos de la nobleza  y por nuevos ricos surgidos de la actividad   industrial y/o comercial, con deseos de acaparar tierras.  Si bien, en el caso de Marmolejo y de otros municipios  de la sierra norte de Jaén, también tuvieron acceso antiguos arrendatarios de nivel medio, así como pequeños agricultores, una vez se produzca la venta en parcelas de las antiguas dehesas comunales. 

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Iglesia de Las Prensas. (finales del siglo XIX).

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Molino de Las Prensas, fachada lateral (finales del siglo XIX).

 Vemos como en la etapa previa a las dos  desamortizaciones más importantes del XIX: la eclesiástica y la civil, más de 200 fanegas de buena tierra de la Aragonesa pertenecientes al caudal de Propios de la ciudad de Andújar eran vendidas a censo  a los arrendatarios que las venían cultivando, los hermanos Pablo, Francisco, Juan y Silvestre Perales y D. Miguel Huertas de la ciudad de Andújar.  Entre ellas las hazas denominadas del  Barco del Castillo, del Medianil, Cerro de la ciudad, Cuadrejón Grande Primero y Cuadrejón Pequeño Segundo y haza del Remolino (3).
Igualmente detectamos arrendamientos, por periodos de cuatro años, para el aprovechamiento de los pastos de la Dehesa del Hormazal, superficie que hasta su desamortización, era dedicada al pastoreo en sus más de  1000 fanegas, pertenecientes al caudal de Propios del Ayuntamiento de Marmolejo. En este caso los arrendatarios fueron ganaderos foráneos,  aunque también se beneficiaban de sus pastos, leñas y bellotas, los vecinos de la villa (4). Esta gran dehesa, ubicada sobre la meseta marmolejeña comprendía todas las tierras al oeste de la localidad. Era circundada, al norte y oeste, por el Guadalquivir y se extendía por el sur hasta la misma desembocadura del Salado, por la zona de los Hundideros, Loma de Puerto Viejo y vado de Los Tejares. Hacia levante la dehesa lindaba con el pago denominado de Las Calañas, desde muy antiguo plantado de olivares (5). 

Por su parte, algunos elementos de la nobleza andujareña con posesiones en el   término municipal de Marmolejo renunciaron a la gestión directa de sus fincas y  recurrieron habitualmente a la práctica del arrendamiento con pequeños agricultores  de la recién declarada villa de Marmolejo, como fue el caso del andujareño Miguel de Valenzuela y Ayala, marqués del Puente de la Virgen, que hacia 1802 le arrendaba al vecino Manuel Solís, 14 fanegas de tierra para sembrar, que poseía en los ruedos de esta villa en el sitio del Navazo (6).


    En el caso de los contratos sobre tierras de olivar,  las renovaciones  se  hacían en el mes de febrero coincidiendo con la época del Carnaval, momento de la finalización de la recolección de las aceitunas y solían ser por periodos de cuatro años. Es el caso, por ejemplo, de los arrendamientos  ejecutados, hacia 1919,   por  la administración del abintestato de los bienes rústicos que había poseído la condesa de la Vega del Pozo en la sierra de Córdoba (fincas de San José y Navas Llanas, y en el término municipal de Bujalance) (7). Otras propiedades, con ubicación en Montoro y Marmolejo,  como  Las Prensas, Pinillos, Belloteros, Boca del Rio y Viñuela, serían heredadas por unos parientes lejanos de la condesa,   José Ramón y Rafaela  Mouta y Miranda de Grado,   que debido a la lejanía de su lugar de residencia habitual, acabaron por confiar la gestión de las mismas, al marmolejeño  Andrés Pastor Peña en régimen de arrendamiento.


Los medianos  arrendatarios, como el caso que nos ocupa, provenían generalmente de un estrato social humilde, pero lograron, con su esfuerzo y dedicación,  acceder con los años al estatus de grandes hacendados, llegando a acumular propiedades en igual cuantía y superficie que las que ostentaba la nobleza.


En la zona ocupada por el olivar de sierra del piedemonte de Sierra Morena (Montoro, Marmolejo y Andújar, etc.) los arrendamientos se convenían directamente con los dueños de las propiedades olivareras. En el caso de Andrés Pastor, no disponemos de documentación sobre las características de esa relación contractual, aunque podríamos deducir que  se trataba de un compromiso verbal basado en la confianza de ambas partes, con la exigencia de abonar un tanto por ciento sobre la cosecha, bien en dinero o en especie.  

LOS COMIENZOS  DE ANDRES PASTOR PEÑA: 


Los orígenes de Andrés Pastor como arrendatario hay que buscarlos en los años iniciales del XX, en los que se establece una relación de confianza  con Francisco Moreno Ojeda (8), administrador, por esos años, de los bienes rústicos de la condesa de la Vega del Pozo en la provincia de Córdoba. Parte de ellos se localizaban en el término municipal de Córdoba, y otra gran parte en los  términos municipales  de Bujalance, El Carpio, Montoro, y Marmolejo (fincas de La Boca del Rio y Las Viñuelas).


    A Montoro, el administrador trasladaba  su residencia desde la capital cordobesa,  a una casa que la condesa tenía en la calle Rosario. Esa relación de carácter laboral que Andrés mantenía , derivó con el tiempo en un aprecio mutuo entre ambos, hasta el punto de que a la muerte temprana de la hija de Moreno Ojeda, en 1915, lo vemos portar el féretro de la joven Concepción Moreno Porras junto a las personas más cercanas a la familia de la finada. El entierro estuvo presidido por el primer teniente de alcalde de Montoro, Federico Porras Aguayo (9).  
Todo apunta a que en su juventud, y dada la relativa cercanía geográfica de las fincas que la condesa poseía en el Charco del Novillo (La Prensas, Pinillos, Belloteros), Andrés trabajaría para  esta casa nobiliaria, y tras la muerte de María Diega, pasó a convertirse en arrendatario y apoderado, de los hermanos Mouta y Miranda de Grado, parientes lejanos de la aristócrata. 

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Andrés Pastor en el molino de Manuel Palacios de la calle Gamonal hacia final de los cuarenta del siglo XX.  

Fuente: Luisa Relaño Pérez.

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Andrés Pastor, en una playa asturiana cercana a la localidad de Pravia, junto a sus nietas y nieto. De izquierda a derecha: Maruja Pastor Martínez, hija de Bartolomé Pastor Soriano;  Maruja, Dolores y José Ramón, García Pastor, hijas/o de Jesús García Valle y Antonia Pastor Soriano. Foto realizada probablemente hacia 1945/46. Fuente: Nieves Pérez Pastor.

 Nuestro personaje hemos de situarlo ideológicamente dentro de un conservadurismo de raíces católicas, influido por la doctrina social de la Iglesia de esos años, muy en la línea de lo que había sido la conducta social de María Diega, mujer excesivamente preocupada por el bienestar de los jornaleros de sus fincas y del personal a su servicio.  En esa misma trayectoria conservadora,  matizada de ideas sociales, se encontraba su principal valedor, Francisco Moreno Ojeda, personalidad con ideas propias sobre cuestiones de política agraria que en diversas ocasiones las expuso en la prensa cordobesa,  ciudad  en la que gozó del reconocimiento de los círculos sociales y económicos, hasta el punto de merecer el título de socio emérito de la Cordobesa Sociedad Económica del País. Como fiel representante de su señora, persona de profundos principios católicos, le vemos adherirse, junto al arcipreste, D. José de Julián,  D. Federico Porras, segundo teniente de alcalde, y diversos industriales, propietarios y profesionales liberales de Montoro, al “Mitin Católico contra las escuelas laicas”, celebrado en Córdoba el día 10 de abril de 1910. 
La preocupación por lo social que impregna la conducta empresarial de María Diega, la vemos resumida en diferentes crónicas de la prensa de la época así como en un  interesante artículo del historiador Javier Plaza de Agustín en el que describe como “la administración de sus propiedades, las obras de patronazgo y la beneficencia, ocuparon la mayor parte de su tiempo, y le permitieron alejarse de los ambientes cortesanos de Madrid en los que nunca se sintió  a gusto. Las construcciones que mandó erigir en Guadalajara, generaron muchos puestos de trabajo, paliando la precaria situación económica de la ciudad”. También en Montoro la construcción del complejo agroindustrial y residencial de Las Prensas, obra  finalizada hacia 1897, con varios años de ejecución, dio lugar a la creación de muchos puestos de trabajo en la comarca, dada la magnitud del proyecto.

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Bartolomé Pastor Soriano (1913-1954).

Fuente: Nieves Pérez Pastor

Fue, además (nos dice Javier Plaza), una precursora de los derechos laborales, pues entre otras cosas, tenía la costumbre de pagar a los obreros también en domingos y festivos, o cuando caían enfermos, contra la práctica existente en España en aquel momento, de remunerar a los trabajadores solo por las horas efectivamente trabajadas. En ese sentido, es muy interesante comprobar como la aristócrata contaba con las simpatías de los sindicatos en una época conocida por los frecuentes estallidos de violencia, asociados a las malas condiciones de vida de la clase obrera” (10).


En esa línea de máxima sensibilidad frente a la situación de precariedad que sufrían los braceros, el diario Córdoba del 20 de octubre de 1889, destacaba que “La Excma. Sra. Condesa  de la Vega del Pozo, había dispuesto que los operarios en todas sus fincas que posee, y muchas son de esta provincia, dejen de trabajar todos los días festivos, excepto en las épocas de recolección y siembra, cuidando que en estos, no dejen de asistir al sacrificio de la Misa, y que los que necesiten para vivir de su jornal los días festivos, lo reciban íntegro como si trabajasen”(11).  


  Esa preocupación por lo social sin descuidar lo religioso, explica la construcción de pequeños oratorios o ermitas para el culto de domingos y festivos, al que deberían de asistir los obreros de sus fincas. Es el caso de la iglesia que mandó construir en las Prensas, encomendada a la Sagrada Familia, festividad que todos los años, hacia el mes de diciembre, concentraba a una gran multitud de trabajadores y lugareños de los pagos colindantes y de los pueblos del entorno como Montoro, Marmolejo y Villa del Rio, localidades de donde eran reclutados la mayor parte  de los trabajadores de la condesa.


  Indudablemente, en la trayectoria empresarial de Andrés Pastor, van a aflorar igualmente esos mismos valores de justicia social a pesar de que sus convicciones ideológicas  le  llevaran, con los años, a abrazar postulados políticos ultraconservadores que le generaron situaciones ciertamente  dramáticas en determinados momentos de su vida.   Su nieta Josefa Pastor lo define como una persona muy emprendedora, siempre dedicado al trabajo en el campo, en las fincas que llevaba en  arrendamiento, y en las que fue adquiriendo en propiedad a lo largo de su vida. Por estos años le vemos también ejercer de administrador y hombre de confianza, del marmolejeño,  Francisco Torralbo Molina, mediano hacendado que dispuso de molino de aceituna en la calle Suárez y que  entre 1920-1921 fue concejal  durante el mandato de Juan Antonio Gay Colmenero (12).

EL PERIODO DE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA:


Con la llegada de la Segunda República, Andrés toma parte activa en la política local, dentro de  la CEDA, coalición de partidos de ideología ultraconservadora, coaligada con los radicales de Lerroux, cuyos coqueteos posteriores con formaciones políticas de signo fascista, como Falange Española, la llevaron hacia posiciones de clara oposición con el régimen democrático surgido de las elecciones de 1931. A pesar de ello siempre priorizó su actividad de empresario agrícola, por encima de su compromiso político municipal. Al igual que él, la mayoría de las personas que formaban parte de la filas de la derecha republicana, eran medianos propietarios agrícolas, arrendatarios y comerciantes mayoristas, imbuidos de ciertos principios de regeneración política y social, por lo que  vieron en la joven República una posibilidad  de desterrar  el caciquismo y las corruptelas del reciente pasado monárquico, aunque  desbordados, finalmente, por los acontecimientos políticos del país y la crisis económica  y, ciertamente, nostálgicos de los años de la “Dictablanda” del general Primo de Rivera, cuyas premisas básicas habían sido “progreso y orden”, con leyes favorecedoras de las clases propietarias agrícolas, acabarían por abrazar y apoyar, sin tapujos, el movimiento fascista encarnado por los generales sublevados el 18 de julio de 1936.


  Tras la disolución de la corporación de mayoría socialista en marzo de 1934, por imposición gubernativa, Andrés entraría a formar parte del ayuntamiento constituido, con miembros del partido Radical de Lerroux más algunos afiliados de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). En un primer momento, siendo alcalde José Vencelá,  será un concejal sin competencias de gestión, hasta el año siguiente en que se recompone  la Corporación y pasa a ocupar el cargo de segundo teniente alcalde como hombre de confianza del alcalde del partido Radical, Carlos Sánchez Solís.

La izquierda marmolejeña, desposeída de sus funciones de gobierno, adquiridas legítimamente en las elecciones municipales de 1931, y privada de su labor de oposición, nunca le iba a  perdonar a la derecha local  la brutal represión desatada sobre el elemento obrero tras  el movimiento revolucionario del 6 de octubre de 1934, como tampoco  el incondicional apoyo al golpe de estado de los militares sublevado dos años después. Una carta del alcalde accidental del partido Socialista, Andrés Flores “Lagaraña”, al Gobernador Civil de Jaén, fechada en enero de 1938, hablaba de Andrés Pastor en los siguientes términos: “Me complazco en informarle sobre la conducta y antecedentes políticos sociales de Andrés Pastor Peña en la forma siguiente: Dicho individuo es de filiación política de la CEDA, actuó en mucha actividad en la represión de octubre (1934),…. boicoteando descaradamente las leyes de la República. Fue detenido (tras el golpe de estado de julio de 1936) como huido en la finca “Las Labraillas” del término de Montoro y en la llamada “Las Prensas” del mismo término que él llevaba en arrendamiento, donde fueron encontradas en un depósito de aceite y en otras dependencias 27 escopetas, un mosquetón y 2 rifles”.  Fdo: Manuel Flores Alcalde Acctal.”. 


  Informes similares se repitieron en relación al resto de implicados en la intentona golpista, de la que dio cuenta, en días posteriores, el diario madrileño “La Libertad” del 16 de agosto. Entre otros, destacaba la detención de  Emiliano Ruano Jiménez, Vicente Orti García, Francisco García Vinuesa y Juan Díaz Criado. 

El posicionamiento político de Andrés Pastor respecto al movimiento revolucionario de octubre de 1934,  aparece plasmado, con total nitidez, en la carta que remitía a la cárcel de Jaén a uno de sus obreros de confianza, Pedro Perales Ollero, afiliado a la UGT, y participe en aquella jornada de huelga general cuyo objetivo era impedir la entrada de la CEDA en el gobierno de Madrid: “Apreciable amigo: Fue en mi poder tu atenta 8 del corriente y veo, lo pasas regular. Por ésta todos buenos gracia a Dios. Pedro no te he contestado antes por mis muchas ocupaciones que con la reparación de la fábrica y la preparación de la aceituna que en cuarenta mil olivos que llevamos para broma basta. Te ruego hagas el favor de aclarar los débitos que tienes apuntados  en la tienda una vez que hay varias personas que no reconocen tales débitos y que si deben es cosa muy corta, entre esas tu amiga Conchita que tiene apuntadas en el libro doscientas pesetas y dice que ella solo deberá unas cincuenta, así es que te agradeceré infinito que detalles las referidas cuentas si no para cobrarlas, para saber lo que dan de si estas personas. Seguramente que en el tiempo que llevas en esa rodeado de tus buenas amistades de ideales, habrás recordado las veces que he dicho delante de ti que el Socialismo no acaba en bien, que el camino que seguían los socialistas no era el mejor. Si el socialismo fracasó en todo el mundo ¿Por qué no había de fracasar en España?  Y entre tantos días que habéis estado preparando la revolución, doscientas personas, o las que sean, no se le ocurrió a ninguno pensar que después de cometer los asesinatos que teníais proyecto de hacer y pasándose unos meses de haber conseguido vuestro deseo ¿Qué suerte hubierais corrido? ¿La de Rusia? Mejor hubiera sido que en vez de estar tan ciegos leyendo el periódico “Socialista” hubierais leído periódicos sensatos que dicen la verdad de lo que pasa en Rusia. A ver entre tantas naciones que hay en el mundo, si el comunismo fuese regular, alguna hubiese copiado pero no hay más que Rusia, y con el tiempo veremos esta lo que será. Seguro que estaréis bien enterados que el comunismo, una de sus buenas condiciones es la que tus hijos cuando los despecha su madre se los lleva el Estado. La mujer de otro puede ser tuya sin verlo mal y hacen trabajar con un látigo y el que intenta huir a otra nación lo matan y (en) una nación tan grande los obreros mueren miles de hambre y todo esto es verídico. Lo publican todos los periódicos sensatos menos el periódico que a espaldas mías leías tú. La mancha criminal que pesa en vuestra conciencia durará lo que dura la exterminación de siete generaciones. El que un hombre mate a otro en riña o mate diez, siempre es un criminal, pero son cosas muy corrientes en la vida. Lo que no es corriente es lo que pasó en Rusia, lo que ha pasado en Asturias y lo que teníais proyectado aquí: tener nombrado el verdugo que tenía que matarnos, y esto después de encontrar una lista de todos los que teníamos que ser ejecutados. Ocho meses haciendo y preparando bombas y municiones como si hubierais ido a una montería. Todos los seres humanos antes de cometer algo grave meditan, piensan y lo natural, no habiendo resentimientos hondos,  es que se arrepientan, pero aquí ibais todos adelante, peor que las fieras, mucho peor. Las fieras se dejan matar por no abandonar a sus hijos y vosotros con que tranquilidad y sangre fría los habéis abandonado. Siento mucho te molestes porque te hable tan claro. Tú sabrás que yo no sé fingir. Siempre dije lo que sentí y de contestarte otra cosa no te podría contestar. El día de la manifestación estuve en la prisión por ver si te lo podía decir personalmente y me dijeron que no era ocasión. La mujer de "Culolata" y la hija de "Charavito" estaban en la puerta, y me dijo el centinela que no era ocasión de poderte hablar, cosa que sentí. Dispensa mi molestia, y con recuerdos de mi familia se despide tu amigo. Firmado y rubricado Andrés Pastor” (14).

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Bartolomé Pastor Soriano y su esposa Ana Martínez Mena.

Fuente: Nieves Pérez Pastor.

Tras el golpe de estado militar del 18 de julio, y el intento en las horas siguientes, de algunos miembros de la derecha local de tomar el Ayuntamiento  de mayoría socialista, para hacerse con el control municipal en beneficio de la causa de los militares sublevados, parte de los implicados en la intentona, eran detenidos por la autoridad republicana. Sabemos, a través del  informe emitido por el alcalde accidental Manuel Flores, que Andrés Pastor tuvo un protagonismo importante en estos hechos,  y ante la respuesta inmediata de las fuerzas del orden público, hubo de refugiarse en la finca de Las Labraillas, del término municipal de Montoro, donde sería detenido, siéndole requisado un importante arsenal de armas que los adictos al golpe de estado, tenían preparado para utilizar. 


  Fue llevado al edificio de la Carnicería y enviado, días después, a la prisión de Jaén, junto a otras personas de la derecha marmolejeña, traslado solicitado por el alcalde socialista Ignacio Expósito Villar al Gobernador Civil, para evitar posibles represalias y ejecuciones sumarísimas no deseables, a cargo de miembros incontrolados de las milicias republicanas llegados desde otras localidades de la provincia de Jaén, para incorporarse a la ofensiva contra las fuerzas de Queipo de Llano. Allí en Jaén, estuvo preso en la Catedral hasta el final de la contienda (15).

LA ETAPA DE POSTGUERRA


Siguiendo el testimonio de su nieta Josefa, finalizada la guerra, y ya de vuelta a Marmolejo después de casi tres años de prisión,  se va a centrar en sus tareas agrícolas y empresariales, recuperando parte de los arrendamientos anteriores y del ganado que había perdido por la guerra,  así como  su estatus de mayorista de aceites y cereales, actividad donde se vería favorecido por su adhesión al Régimen del general Franco. En los primeros momentos de la postguerra moltura parte de su cosecha en el molino de Las Prensas, donde se ha instalado un destacamento del Ejército para la persecución de los huidos republicanos refugiados en Sierra Morena,  aunque pronto pone en funcionamiento  su almazara  ubicada en el Navazo, y  junto a su hijo Bartolomé, sin ningún género de dudas, va a vivir un momento dulce en  la expansión de sus negocios, como lo demuestra el hecho de que se publicitara en 1945, en el “Diario Oficial del Ministerio del Ejército” como mayorista de aceites y cereales, con domicilio social en Ramón y Cajal 1, (calle de Las Parras).  En el término municipal de Marmolejo, lleva también subarrendadas algunas  fincas de Manuel Palacios Olmedo Amores,  gracias a la amistad con el administrador, Juan Manuel Relaño (16).


Todo esto ocurría en un momento  de escasez y de graves problemas para el abastecimiento de la población, con exhaustivos controles para el movimiento de productos de primera necesidad que debían de ser autorizados por las autoridades locales, cartillas de racionamiento y muchas dificultades para conseguir la materia prima necesaria para la siembra de las cosechas o, meramente, la harina necesaria para la elaboración del pan.
En los primeros meses de postguerra la mayor preocupación de las autoridades locales se centra en garantizar el abastecimiento de una población empobrecida por la  guerra y con graves carencias alimenticias. Según un oficio del alcalde, el maestro de primaria Carlos Jiménez Bustos, dirigido al Ingeniero Jefe del Servicio Agronómico Nacional en Jaén, en octubre de 1939, el número de hectáreas preparadas para la siembre era de 1.018,69 (17):

-Para trigo…….300,00,07 has.
-Para cebada…297,01,06 has.
-Para centeno…0,85,63  has.
-Para habas…….42,36,24 has.
-Para avena…….145,00,85 has.
-Para garbanzos……192,10,78 has.
-Para garbanzos para pienso…..22,50,78 has.
-Para escaña………17,12,70 has.
-Para veza………….1,71,27 has.
-Para yeros………..2,28,36 has.
-Para Lentejas……0,57,09 has.

   El terreno destinado a barbechar se calculaba en una 1800 Has. La Comisión Municipal de Abastecimientos en su plan de sementera, obligaría a los propietarios a sembrar la mayor parte posible de sus tierras.  En el mismo informe se decía que el ganado de labor  se cuantificaba en unas 100 yuntas. “De maquinaria para la siembra se carece pero los brazos a efectuar las labores de sementera son suficientes”.
Las necesidades de semilla eran:


Trigo: 15.660 Kg.
Avena: 3372  Kg.
Cebada: 34275 Kg.
Escaña: 2375 Kg.
Garbanzos: 5293 Kg.
Garbanzos negros: 1200 Kg.
Habas: 7200 Kg.
Lentejas; 45 Kg.
Veza. 200 Kg.

Unos días después el  Alcalde, escribía al Ingeniero Presidente de la Junta Harinero-panadera de la Sección Agronómica de Jaén, dándole cuenta de las “Instancias de los siguientes industriales que piden se le aumente el cupo mensual de harina panificadora por ser un pueblo balneario: Alfonso Sánchez Solís, Juan Peña Santiago, Melchor Pérez Campoy, José Medina Torres, Juan Torralbo Carmona, Manuel Lozano González, Bartolomé Centeno Ruiz, Francisco Medina Torres, Miguel Perín Ramos, Alfonsa Casado Díaz y Matías Moreno Carmona.” (18).

  Los empresarios locales adictos al nuevo régimen, cuyas actividades estaban relacionadas con la compraventa de productos de primera necesidad, iban  a contar con el apoyo de las autoridades locales.   Nada más finalizar la guerra, en un oficio del Alcalde, dirigido  al Delegado Provincial de Abastecimientos, le solicitaba que “diera las órdenes oportunas para que desde la Delegación de Abastecimientos y Transportes de Valencia se autorice al industrial de Villanueva de Castellón, D. José Chinesta Martínez para que pueda facturar a D. Andrés Pastor Peña, de ésta, un vagón de harina de algarrobo para el consumo de su ganado” (19). Gestiones similares se realizaban desde la Alcaldía para garantizar el abastecimiento de los negocios de otros industriales y propietarios adictos al Régimen.


En otra carta del Alcalde, dirigida al de la localidad asturiana de Pravia, de donde era  natural el yerno de Andrés Pastor, se dice: “Después de cambiar impresiones con mi amigo D. Jesús García del Valle, que lo es a la vez de Usted, tengo interés en que nos pueda negociar 4 ó 6 vagones de patatas en ese término, ofreciéndole a cambio hacer todo lo posible ante las autoridades superiores para compensarlo en aceite de que tan necesitados están ustedes. Post Data: Jesús García me encarga le pregunte si la comisión de abastos que usted preside autoriza la exportación de habas, pues dice que tiene 200 kilos en la era”. (Oficio del alcalde de Marmolejo a D. Santiago López, alcalde presidente de Pravia de trece de diciembre de 1939).

Jesús era conocido en Marmolejo como Jesús “el de Las Prensas”; llegó en la década de los veinte, como chófer de D. José Mouta,  dueño de esta finca del Charco del Novillo montoreño. Su estrecha relación con Andrés Pastor, hizo que se ennoviara con su hija Antonia  y contrajeran matrimonio antes de la Guerra.  Nunca rompió la relación con su tierra (20) aunque fijó su residencia en la calle del Arroyo, en una vivienda de bellas facciones, cuya construcción,  el suegro  encargó al afamado promotor andujareño José Corbella Pené, conocida más tarde popularmente como la casa de “La Gabana”. 


  El domicilio de Andrés Pastor estaba en la calle de Las Parras (Ramón y Cajal, 1); su fachada principal daba a esta calle y la accesoria hacia la calle Antonio Alcalá donde se ubicaban las cuadras. Era por tanto una casa grande provista de patios corrales, almacenes y cuadras. Su proyecto personal más importante en estos años de postguerra fue la construcción de su moderna almazara en la confluencia de la calle Canalejas con la del Navazo, conocido como el molino de Gabano (21), mote con el que era conocido desde niño. Este edificio, actualmente desaparecido, en cuyo solar se construyeron, al final de los setenta, los bloques de pisos bautizados por “El Vietnam”, hacía esquina con las dos calles y daba por su parte trasera a terrenos de las “Quince”, prolongándose sus corrales hacia la calle Calvario y parte de la actual calle José María Pemán, trazada por esos años, para comunicar la de Calvario con la nueva barriada en proyecto, del pago de Las Quince y Huerta del Tío Gregorio. Junto a ella construyó, de nueva planta,  una bella casa para su hijo Bartolomé.
  De los tres hijos que tuvo el matrimonio, Bartolomé, fue siempre su mano derecha y punto de apoyo.  Él era el mayor, y al igual que el padre, de espíritu emprendedor.  Antonia era la segunda y se casó antes de guerra con el asturiano, Jesús García. Tuvieron  tres hijos: Dolores, José Ramón (fallecido)  y Maruja. Finalmente, José María, el más pequeño, se casó con Amparo Castañeda y  vivieron en la calle de la Iglesia hasta su marcha definitiva a Sevilla por razones laborales.


Respecto a Bartolomé fue siempre el apoyo del padre y quien empezó a llevar la responsabilidad en la gestión del molino y  la venta de los aceites. Nacido en 1913, se casó recién finalizada la guerra, con la marmolejeña  Ana Martínez Mena, hermana de Miguel Martínez, industrial dedicado a la venta de electrodomésticos en la calle Orti y Lara y a la distribución del gas butano. Del matrimonio nacieron tres hembras y dos varones: Maruja, Francisco y Andrés (gemelos), Josefa, y Antonia. “Pero la desgracia –apunta Josefa Pastor-  se cebó pronto con mi familia provocando el principio del fin de la etapa más boyante en la vida de mi  padre, pues el día 15 de agosto de 1954, festividad de la Virgen de Agosto, perdía la vida en un accidente de tráfico bajando Los Rasos, cuando venía de la feria de Cardeña en compañía de un grupo de amigos”. 


Aquel fatídico día, tercer domingo de agosto, cuando en Cardeña se celebra su feria grande, había estado tomando unas copas en el desaparecido bar “La Peña”,  con su hermano José María, el médico Don Diego, el industrial agrícola Pedro Jurado,  y algunos más. Se encontraba también  con ellos el joven Pedro Cabezas Blanco, conocido como “El niño de Las Pilas”,  al que animaban  para que les acompañaran a  Cardeña donde se iba a celebrar esa tarde una novillada sin picadores,  en la que podría tener la ocasión, dada su afición a los toros, de darse a conocer como joven novillero.  

Al parecer toda una farsa, pues la única finalidad de aquel joven de 19 años, nacido en una familia humilde (22) y criado en una chabola, propiedad de José Godoy “Cayetanos”, en el Camino hacia Las Pilas de la Fuente Olid,  no era otra que aprovechar la oportunidad que se le presentaba, con tan “generosa invitación”, para disfrutar unas horas en la típica y popular feria de la vecina localidad serrana, a donde concurrían gentes de los pueblos aledaños y aldeas cercanas como Azuel y Venta del Charco. El tirón de estos festejos taurinos en Cardeña, se explica por el auge económico y demográfico que  conocía esta villa del Valle de los Pedroches gracias a sus importantes explotaciones mineras de uranio, donde trabajaban una ingente nómina de obreros, pues el citado mineral radiactivo había sido codiciado por la  Alemania nazi, principal aliada del régimen de Franco, durante  la Segunda Guerra Mundial. La explotación de estas minas a cielo abierto, aún seguía en funcionamiento en esos años, gestionada por la Junta de Energía Nuclear, organismo de titularidad estatal.
El caso es que animados por la euforia provocada por una larga sesión de copas en el emblemático establecimiento de la plaza del Amparo, habitual sitio de encuentro de la sociedad marmolejeña más pujante, decidían emprender la marcha hacia Cardeña, a la hora de la siesta. 
  Los coches en aquellos años escaseaban. Los hermanos Pastor contaban con vehículo de su padre, pero no era suficiente para trasladar al resto de  amigos dispuestos a viajar.  Pensaron entonces que su amigo Bartolomé Perales, ausente en aquella sesión de copas, podría subirlos en algún vehículo de los que poseía su tío, el médico Don José Perales Jurado. Así lo pensaron y así lo hicieron. Era ya la hora de la sobremesa y Bartolomé se había echado a dormir un rato, cuando llegaron aporreando la puerta de su domicilio  en la calle Antonio Alcalá. Llamaron  insistentemente hasta despertarlo y convencerlo  para que se fuera con ellos (23).

 
  Aquel festejo comenzó pero, según el testimonio recabado al propio Pedro Cabezas (hoy día residente en Cataluña) jamás tuvo intenciones de saltar a un ruedo improvisado con carros y tablones de madera en la actual plaza del Mercado de Abastos. “El niño de las Pilas” no había viajado con ellos, sino en el camión de “Los Cayetanos” que también transportó a otros aficionados a los toros (24). Esta familia de pescaderos, llevaba  tiempo  dedicada a proveer  de pescado,  a Cardeña y La Venta el Charco. Las relaciones de “Los Cayetanos”  con ambas localidades del valle de los Pedroches, perduraron durante los años posteriores, manteniendo un puesto fijo de venta de pescados y mariscos en la Plaza de Cardeña.


   Tras presenciar la corrida donde torearon los novilleros andujareños, Miguel Martínez Molina “Chapurra” y Eufrasio Mora “Pizarro” (25), disfrutaron de la feria, y sobre las 9 de la noche regresaron a Marmolejo por una carretera de sierra tortuosa y sin asfalto. Según el testimonio de Josefa, la hija de Bartolomé, el padre les había dicho a su mujer y a las niñas, que lo esperaran arregladas para salir al cine, pero el fatídico accidente impidió aquella anhelada promesa.  
  Iba delante el coche conducido por Bartolomé Pastor,  pues su padre, le había dicho que se lo dejaba siempre y cuando lo llevara él. Le acompañaba en ese vehículo su hermano José María, Pedro Jurado, y el médico Don Diego.  Detrás en el segundo coche, Bartolomé Perales y el resto de acompañantes. El caso es que más debajo de Los Rasos de las Cabezas, en una cerrada curva, el vehículo se salió y fue dando vueltas de campana hasta caer en una pequeña cañada entre jaras y chaparros, provocando la muerte instantánea de Bartolomé por un fuerte traumatismo en el pecho. El cadáver llegó a Marmolejo sobre las  11,30 de la noche, transportado en un taxi, que bajaba de Cardeña. La noticia corrió como la pólvora entre las personas que salían a esas horas de los cines de verano, acercándose algunos curiosos hasta la  misma puerta del domicilio del finado con la intención de despejar  dudas sobre la veracidad de la tragedia.


  Este hecho luctuoso supuso un punto de inflexión en la vida de Andrés Pastor, cuya salud y estado de ánimo empezó a menguar, día a día, perdiendo la vitalidad que le caracterizaba.
  La personalidad  de Andrés Pastor queda plasmada en el testimonio que su nieta Josefa me trasladó: “Mi abuelo era una persona cariñosa y caritativa, de muy buen trato con la gente. Solía hacer muchos favores, sobre todo a las familias más humildes, pues su procedencia también era de origen humilde. De ideología conservadora y con arraigadas creencias religiosas, le tuvo gran devoción a la Virgen de la Cabeza, cuya cofradía reorganizó tras la guerra, costeando la  actual imagen.  No era, sin embargo, debido a sus múltiples ocupaciones, de misa diaria. Aplicaba siempre el dicho de “lo que hiciere tu mano izquierda, que no lo sepa la derecha”, pues a menudo ayudaba  a la gente obrera con comidas y medicinas, al margen de cuales fueran las convicciones políticas de esas personas a las que ayudaba. Especialmente era, siempre  según su nieta,  generoso en el pago del salario de la numerosa nómina de obreros que tenía, y particularmente espléndido para la celebración de los “arremates”, al finalizar la campaña de la aceituna, en la que participaban  toda su familia, incluidas sus nietas y nietos. 


   Nieves Pérez Pastor, biznieta de Andrés, recuerda también un hecho referido por su madre, Maruja Pastor (hija de Bartolomé) sobre el talante humanitario de su bisabuelo: “Hay un episodio que lamento no recordar mejor, que me parece muy significativo de su perfil humano. Según me contó mi madre (mi bisabuelo) entró en contacto con un republicano (no puedo decir las circunstancias, mi madre las sabía) y llegaron a un trato (no sé si fue un favor en la guerra, o que lo conoció ya acabada ésta,) según el cual mi bisabuelo se comprometió a cuidar y educar a la hija del republicano (a cambio de qué, no lo sé. Su vida, quizás, pues estuvo preso durante la guerra). El caso es que esa niña, Manolilla, a la que fuera de la familia se aludía a ella como “la Rojita”, fue criada como una más con su hija Antonia Pastor. Fue al mismo colegio que sus hijas (el Calasancio de Córdoba); se la vestía y compraban regalos como a Maruja y Loli, exactamente igual. Cuando Manolilla alcanzó la mayoría de edad, parece ser que se fue a Madrid”.  Quizás por todas estas cuestiones, apostilla Josefa en su testimonio, el día de su entierro acudieron muchísimos obreros y jornaleros que comentaban en el entierro: “Se ha muerto nuestro padre”. 

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De izquierda a derecha, paseando por el centro de Marmolejo en un día festivo, Bartolomé Pastor, su esposa, Ana Martínez y sus hijas, Maruja y Josefina. Foto realizada en 1954.

Fuente: Nieves Pérez Pastor.

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Cruz que recuerda el lugar del accidente de Bartolomé Pastor Soriano, en la carretera de Marmolejo a Cardeña.

Cuando empezó a tener los primeros problemas de salud, por culpa del corazón,  el médico le aconsejó, conociendo su pasión por el trabajo en el campo, que saliera lo menos posible a las numerosas fincas que llevaba, pero realmente hacía caso omiso a esas recomendaciones. Si bien, en los últimos tiempos  solo se dedicaba a cultivar un pequeño  huerto que tenía por detrás de su fábrica, en la calle del Calvario, en un terreno de su propiedad. A veces  salía con su caballo a dar algunas vueltas por sus fincas más cercanas al pueblo, a pesar de la recomendación de no montar a caballo, por tener el corazón muy debilitado.

 El día de su muerte, ocurrida el 17 de noviembre de 1957, había salido precisamente con su caballo para dirigirse a uno de sus olivares que poseía al final de la calle Zapateros, donde algunos de sus obreros, le estaban cogiendo aceitunas verdes para las monjas del Convento, congregación de religiosas a las que favorecía siempre que podía. Al parecer en el camino y,  sobre el mismo caballo, le dio un  infarto agudo de miocardio y falleció en el acto, aunque  el animal continuó su camino con él subido, hasta el olivar. Cuando llegó   se desplomó al suelo  ante la presencia de los jornaleros que recogían las aceitunas. Inmediatamente lo trasladaron hasta su casa, en una butaca que prestó una mujer que vivía en una de las últimas casas de la calle Zapateros.  Josefa,  contaba entonces con trece años,  y recuerda como entraba mucha gente a la casa de sus abuelos, y cuando  llegó presenció aquellas escenas que jamás olvidará, pues para ella y sus hermanos el abuelo Andrés había sido como su segundo padre.

 Notas:
(1)La Huerta del Rio perteneció posteriormente a Rafael Pérez de Vargas Quero, sexto conde de la Quintería.
(2) Antonio Miguel Bernal: “La propiedad de la tierra y las luchas agrarias andaluzas”. Páginas 18 y 19. Editorial Ariel. Sevilla, 1974.
(3) Archivo Histórico Provincial de Jaén. Sección: Protocolos Notariales; legajo 4070. Fecha 16 de mayo de 1800.
(4) Archivo Histórico Provincial de Jaén. Sección: Protocolos Notariales; legajo 4072. Fecha 16, de marzo de 1802, y Legajo 4076, de fecha 6 de febrero de 1806. Se repitieron en estos años los arrendamientos de pastos a ganaderos del norte de la provincia de Guadalajara, de las localidades de Anquela del Ducado de Medinaceli y Selas, del señorío de Molina de Aragón.
(5) Escritura de Adjudicación de Herencia de Mateo Solís Rodríguez. Año 1964.
(6) AHPJ: Protocolos Notariales, legajo 4071. Fecha 15 de mayo de 1802.
(7) Diario Córdoba, de fecha 5 de octubre de 1917 y “El Defensor de Córdoba”, de 29 de julio de 1919.
(8) Francisco Moreno Ojeda era natural de la localidad de Barchin del Hoyo (Cuenca). Aparece como administrador de la condesa de la Vega del Pozo, desde 1904. Su madre era Florentina Ojeda, fallecida en junio de 1896. Estuvo casado con Filomena Porras Hernández, hija de Eulogio Porras Delgado. Fuente: “Diario Córdoba”, de 12 de Junio de 1896, y “Diario Córdoba” de fecha 1 de julio de 1904.
(9) De la muerte de la hija de Francisco Moreno Ojeda se hizo eco el “Diario Córdoba”, del 24 de noviembre de 1915.
(10) Javier Plaza de Agustín: “La Condesa de la Vega del Pozo, la madre de los pobres”. En Blog de Guadaqué.
(11) “Diario Córdoba”,  de 20 de octubre de 1889. Nº 12.156.
(12) Testimonios de Josefa Pastor Martínez, hija de Bartolomé Pastor Soriano y de Ana Martínez Mena (nacida en 1943). Testimonios de Ricardo Cañuelo Coba sobre la relación de Andrés Pastor con el mediano hacendado local Francisco Torralbo Molina.
(13) Carta obrante en el Archivo Histórico Nacional de Salamanca, fechada el 21 de enero de 1938.
(14) AHN de Salamanca. Fecha 28 de noviembre de 1934.
(15) Véase artículo publicado en la web “El Lugar de Marmolejo”: “La Guerra Civil en la frontera republicana”, y “La Revolución del 6 de octubre de 1934”. Autor: Manuel Perales Solís.
(16) Testimonio de Luisa Relaño Pérez, hija de Juan Manuel Relaño Perales.
(17) Informe de 20 de octubre de 1939. Archivo Municipal de Marmolejo.
(18) Oficio de 26-10-1939. Archivo Municipal de Marmolejo.
(19) Oficio de fecha 19 de octubre de 1939. Archivo Municipal de Marmolejo.
(20) En la guerra,  Jesús García Valle marchó con su esposa a Pravia (Asturias), buscando mayor seguridad para su familia. El matrimonio tuvo dos hembras, Dolores y Maruja y un varón, José Ramón, fallecido en accidente de tráfico. 
(21)  Rememora su nieta Josefina Pastor que el mote le vino de que cuando aún era un niño.  Su madre le compró tela para hacerle una pelliza para ir a la escuela, y en lugar de la pelliza le salió un abrigo largo o gabán. Entonces los chiquillos empezaron a decirle el del gabán, hasta que se quedó con “Gabano”.
(22)Testimonio personal de Pedro Cabezas Blanco.  El padre Pedro Cabezas Alcalá, natural de Lopera, se dedicaba al corretaje de verduras en las huertas de los ruedos y la madre, Encarnación Blanco Marín, era natural de Marmolejo.
(23) Testimonio que nos refería mi padre Bartolomé Perales Padilla, presente en los hechos ocurridos aquel 15 de agosto de 1954.  
(24) Testimonio recabado en agosto de 2020, a Pedro Cabezas Blanco, apodado “El Niño de Las Pilas”.
(25) Miguel Martínez Molina “Chapurra”, nacido en Andújar en 1929, fue un destacado novillero de los años 50 y 60 del pasado siglo, aunque nunca llegó a tomar la alternativa. Marchó a Madrid y trabajó en las fincas de Luis Miguel  Dominguín, con el que mantuvo una gran relación y fue uno de sus mejores consejeros en el arte del toreo. Vivió siempre en el campo, al lado de los toros. Falleció, cogido por un toro, cuando se encontraba en el campo, el 29 de diciembre de 2012. Nunca perdió el contacto con su pueblo natal, al que venía con frecuencia. Fuente: Testimonio de su hijo, el matador de toros: Enrique Martínez “Chapurra”, al que agradezco su amabilidad el día que contacté telefónicamente con él para recabar algunos datos biográficos sobre su padre.  
Sobre el novillero Eufrasio Moya “Pizarro”, recomiendo la lectura de la crónica, disponible en internet, publicada por Juan Vicente Córcoles, en  el “Diario Jaén”, del día 20 de enero de 2013. 

Fuentes y Bibliografía:
-Archivo Municipal de Marmolejo: Oficio del Alcalde al Gobernador Civil de Jaén de fecha 11 de julio de 1940, en el que informa de la orden del comandante del destacamento militar de Las Prensas, para que Andrés Pastor ponga a buen recaudo, 200 arrobas de aceite que tenía en aquella bodega, por miedo a que puedan robarlo los “huidos que merodean por la Sierra”.
-Archivo Histórico Nacional de Salamanca.
-Diario Córdoba, de fecha 11 de septiembre de 1889, nº 12118. En este número aparece publicada una carta de Francisco Moreno Ojeda contestando a otra de José Francisco de Trasobares, sobre cuestiones relacionadas con la agricultura.
-Diario Córdoba de fecha 30 de mayo de 1890, nº 12360. En este número se da cuenta del nombramiento de Francisco Moreno Ojeda, como socio emérito de la Sociedad Cordobesa de Amigos del País.
-Solana Ruiz, José Luis: “Las clases sociales en Andalucía: un recorrido histórico”. Gazeta de Antropología 2000, 16 artículo 08.
-Sánchez Jiménez, José: “Pequeña y gran propiedad a finales del siglo XIX en Andalucía”. Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid. Cuadernos de Hª Contemporánea, nº 16. Año 1994. Editorial Complutense. Madrid.
-Martín Martín, Victor. O: “Los jornaleros y la gran propiedad agraria en el sur de España”. Anales de Geografía de la Universidad Complutense. Año 2008, Madrid.
-Perales Solís Manuel: “La memoria rescatada: 1931-1951. (2ª República, Guerra Civil y Posguerra en Marmolejo”. Gráficas Unigraf de Villa del Rio, año 2007.
-“Diario Oficial del Ministerio del Ejército”. Fecha: 2 de marzo de 1945, nº 50, página 913. Madrid.
-Testimonios de Josefa Pastor Martínez, nieta de Andrés Pastor, hija de Bartolomé Pastor Soriano. 
-Testimonios y fotografías aportadas por Nieves Pérez Pastor, hija de Maruja (María de las Nieves) Pastor Martínez y de Ángel Pérez, hijo de Melchor Pérez Campoy. Les quedo muy agradecido por su colaboración y amabilidad.
 

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