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Casas con valores ambientales II

-Manuel Perales Solís-

 

Hoy traemos a nuestra página una segunda serie de casas marmolejeñas con fachadas que presentan valores ambientales por lo que, a mi entender, serían merecedoras de tenerlas en cuenta a la hora establecer un catálogo de edificios y así desterrar esos malos hábitos que nos han caracterizado a la hora de afrontar la conservación de nuestro patrimonio histórico artístico, pues ha sido siempre habitual la mala práctica de recurrir a la piqueta destructora para empezar nuevamente de cero,  antes que salvar aquello que merecía la pena preservarse. Por eso creo necesaria desde las instancias locales con competencias sobre nuestro urbanismo la asunción  de medidas no solo legales, sino de concienciación ciudadana, para no devaluar, aún más de lo que está, el legado heredado de nuestros antepasados de manera que podamos revitalizar, entre todos, la estética externa de nuestras calles y de nuestras  plazas, en otros tiempos tan valorada por quienes nos visitaban.

Casa de don Juan Burlo Orti. Fotos: Manuel Perales

Casa de don Juan López Sagredo. Foto: Manuel Perales

Una de estas casas singulares, quizás atractiva por la antigüedad de sus muros, es la ubicada en la calle Útica, (antigua de Suárez y de León y Llerena) propiedad de la familia Burlo-Orti; en concreto de don Juan Burlo Orti. En realidad la casa perteneció a sus antepasados, al primer administrador del Balneario, José Luis Burlo Balde y a su esposa Josefa Gónima Gallo, ambos de origen gaditano; luego fue domicilio habitual de su hijo  Juan Luis, alcalde durante la dictadura Primo de Rivera, casado con Marina García del Prado, y finalmente de José Burlo García del Prado y de  Socorro Orti García, nieta del “Sabio Andaluz”, Juan Manuel Orti Lara. Se trata de una casa probablemente construida hacia principios del siglo XIX, con muros de mampostería irregular en los interiores y de sillería regular en su fachada, aunque desde hace ya muchos años su paramento exterior, hacia la calle, aparezca encalado. En sus fachadas laterales la casa disponía de entradas accesorias para la servidumbre y para los animales de labor, y otra para carruajes que también daba acceso a  cuadras, pajares y graneros, dada su función agrícola derivada del importante patrimonio olivarero y cerealístico de las mujeres  que la habitaron: Marina y Socorro.  

  Esta casa era vecina frontal de otra ya desaparecida de alto valor ambiental, propiedad del que fuera concejal del Partido Conservador, entre 1922 y 1923, Juan Agudo Medina y posteriormente de su hijo Juan Agudo Perales,  titulares de varios predios de cereal y olivar por la zona de la campiña.

La casa de don Juan López Sagredo, en la actualidad de sus herederos, remonta sus orígenes al siglo XVIII. Perteneció a los antepasados de su tío Manuel López de Sagredo y Escolano, gran propietario agrícola de la localidad que ostentaba el título pontificio de marqués de Villalbos concedido por el Papa  por los servicios y donaciones realizadas a la Iglesia Católica. Esta casa solariega presenta dos fachadas, la principal hacia la calle Perales y la trasera, o secundaria, a la calle de Los Molinos,  utilizada para acceso a corrales, cuadras y molino. Destaca en su fachada principal su puerta y balcón central enmarcados en pilastras y dinteles de adobe, así como sus dos balcones laterales cuyas plataformas salientes aparecen adornadas en su parte inferior de sugerentes molduras.

Portada  de la casa de La Aviadora. Foto: Manuel Perales

Casa de La Aviadora. Foto: Manuel Perales

La casa de “La Aviadora” hoy día muy reformada aunque no presenta fachada hacia la calle,  fue un interesante caserón  solariego de los antepasados de Catalina Navarro Parra, cuyos escudos lucen en los frontispicios de sus muros. Durante un tiempo vivió en ella el senador vitalicio Eduardo León y Llerena y su esposa Luisa Serrano, periodo en que fue conocida como “La Meca”. Durante esos años recalaron en ella  ministros, jefes de gobierno, científicos y hombres de letras de la España del momento, entre ellos, Francisco Serrano Domínguez, duque de la Torre, regente de la nación y presidente de la 1ª República; Cánovas del Castillo, Sagasta, López Domínguez , Francisco Silvela, etc. 

  De la historia de este histórico inmueble podemos rastrear algunos datos que personalmente no he podido contrastar,  en la biografía que el abogado  Lorenzo Guerrero Palomo, dedicó a uno de sus últimos moradores, José Francisco Díaz Navarro, el popular “Jofra”, pintor de los campesinos. Dice así: “He llegado a la que en la actualidad denominan popularmente “La casa de La aviadora” mansión que aún conserva en sus frontispicios y bastiones que la forman, escudos nobiliarios de las casas de Navarro, Salcedo y Jabalera. De aquellos navarros que vinieron acompañando al Rey Fernando III el Santo, para la reconquista de Arjona; de los Salcedo, descendientes de Alonso Sánchez Salcedo que fue Alcaide del castillo de Marmolejo en 1445; y de Gonzalo y los dos llamados Pedro de Salcedo, que murieron peleando en la guerra de San Onofre y Batalla de Lepanto, así como sirvió el último al emperador Carlos V, hasta su entrada en el monasterio de Yuste, respectivamente….Es la casa del aviador la que señala la tradición como la que estuvo Isabel la Católica pernoctando cuando se dirigía a la conquista de Granada, y donde los antiguos moradores enlazaron con las casas nobiliarias de Parra, que procedían de la montaña del Valle de Sola, en la que sobresalió el escribano y administrador de las alcabalas de Arjona, Arjonilla y Mancha Real en 1645 Don Lucas de la Parra. Casa que une a otra solariega de Arjona y emparentada con los marqueses de Senda Blanca…..Hoy día guarda parte de sus reliquias históricas aunque en el exterior se ha acomodado al gusto meridional con ventanales de soberbia rejería, patio andaluz con vetusto pozo, escalera conventual, corredores del Medievo…que trae nostalgia de un pasado glorioso y donde se oyeron latir las últimas pulsaciones sublimes de la Reconquista Española”.

 

 La casa del “Estanco de Las Niñas”, se encuentra en la calle de Las Parras, curiosamente una de las escasas arterias que no cambiaron de nombre a lo largo de los años, siendo desde sus orígenes  salida natural desde el centro hacia el lugar conocido como el “Navazo”,  sitio habitual de descanso de  ganados pues allí proliferaron buenos pastos y espacios alagunados en las temporadas de lluvia. Esta calle fue también  arteria de comunicación con la extensa Dehesa del Hormazal a donde era frecuente llevar las ovejas, vacas  y cabras para pastar casi a diario.

Casa del “Estanco de Las niñas”, en la calle de Las Parras.

Foto: Manuel Perales.

Casa de Juan Solís el de Las rentas, en calle Hospital.

Foto: Manuel Perales.

Casa de Alfonsa Borrego, en calle Hospital.

Foto: Manuel Perales

Las casas de Alfonsa Borrego y de Juan Solís “El de las rentas”, en la calle del Hospital,  fueron edificadas por el promotor de obras y alcalde en 1921,  Juan Antonio Gay Colmenero, hacia los años veinte del pasado siglo. Sus fachadas de mampostería concertada a base de sillares extraídos de las canteras locales (1) y su buena rejería, le dan a estos dos inmuebles una peculiaridad única entre las casas con valores ambientales, si bien la segunda aparece en la actualidad con el muro exterior enfoscado de mortero. Destacan en ambas la rejería que adornan sus vanos y unos curiosos dinteles  formando arcos escarzanos en sus ventanas inferiores adornados con un friso de piedra rematados con molduras. Este recurso decorativo fue suprimido en su día en la casa de Juan Solís “El de las rentas”. 

   Otra casa interesante aunque de fachada más sencilla y estrecha es la casa número 11 de la calle Antonio Alcalá Venceslada  en la que llaman la atención las dos ventanas superiores de diseño rondeño de  medidas más reducidas.

Casa nº 11 de la calle Antonio Alcalá Venceslada.

Foto: Manuel Perales

Casa del médico “Don Eduardo”. Foto: Manuel Perales.

Muy cerca de ellas se encuentra la del “Médico don Eduardo”, en la misma calle de Antonio Alcalá; pertenece a ese tipo de casas remodeladas  con buen criterio hacia la década de los 50 del pasado siglo por su propietario el médico turolense, Eduardo Mercader (casado con María Josefa Lozano) con diseños más atrevidos para la época, si bien su fachada sufrió posteriormente retoques en los alféizares, o vierteaguas, de las ventanas superiores. 

   

   En esta misma línea más contemporánea se diseñó igualmente la casa de “La Gabana”, en la calle del Arroyo, obra del constructor andujareño José Corbella Pené, para vivienda particular de Antonia Pastor, la hija del empresario agrícola Andrés Pastor Peña, “Gabano”. Aquí  José Corbella  optó por rehabilitar un viejo inmueble  recreando una fachada de líneas clásicas pero aplicando a puertas y ventanas, elementos decorativos preñados  de evidente contemporaneidad  a tono con  la arquitectura para uso doméstico que Corbella venía realizando en Andújar, ciudad de donde era natural. Hoy a este maestro de obras, pues no llegó a finalizar los estudios de arquitectura, se le reconoce su aportación para la irrupción de la modernidad arquitectónica en nuestra región, especialmente en la ciudad de Andújar donde dejó interesantísimas obras, y en varios pueblos de su comarca  pues también esta contrastada  su intervención junto a esta casa, en la construcción del Hotel Balneario y en la casería del Santo en el Charco del Novillo de Montoro, así como varias casas en Arjona y los silos de la ciudad de Úbeda (2).

 

 La casa de “Don Julio”, en la plaza de la Constitución, haciendo esquina con Iglesia, continua  dando identidad histórica a este rincón de la villa, pues su fachada aparece prácticamente inalterable desde su construcción en pleno siglo XIX. Convertida hoy en un símbolo del urbanismo local y en testigo mudo de tantos acontecimientos de nuestra historia contemporánea, brindó su estampa decimonónica a tantas y tantas postales que sirvieron para publicitar la imagen de la villa a toda España junto a otro edificio contiguo, ya desaparecido,  donde se ubicaba  el café “Komifor” y más tarde el bazar “Gran Poder”, en los años de máxima pujanza de Marmolejo como estación balnearia de primer orden. 

   Perteneció desde finales del XIX a los antepasados de las actuales propietarias doña Josefina y doña Narcisa Vizcaíno, hijas del médico Julio Vizcaíno Perales (“Don Julio”), en concreto a los bisabuelos de éstas, Leandro Romero Mena y Ana García del Prado Montoro. Durante los años iniciales del veinte, estuvo ubicada en la esquina hacia la plaza, la farmacia de Francisco García Malo de Molina, hijo político de Leandro Romero, casado con su hija Narcisa. En la misma puerta de la farmacia tuvo lugar la popular tertulia “La Aduana”, de la que ya hicimos mención en otro artículo de esta web. Durante los años centrales del pasado siglo, la casa fue el domicilio habitual de Don Julio y de su mujer Josefina Romero Vega, hija de José Romero García del Prado, funcionario de la Diputación Provincial de Jaén, fallecido en abril de 1920.

Casa de “La Gabana” en la calle del Arroyo.

Foto: Manuel Perales.

Casa de “don Julio”: fachada a calle de la Iglesia.

Foto: Manuel Perales.

El maestro de obras José Corbella Pené (Andújar, 1891-Madrid, 1959), autor de la casa de La Gabana y del Hotel Balneario de Marmolejo, cuyo proyecto firmó el arquitecto Lorenzo Gallego. Foto realizada en 1957, cedida por su nieta Dña. María Dolores Galdón Corbella.

 Finalmente la casa número 63 de la calle Gamonal de la familia de “Francisco el blanqueaor”,  representa un ejemplo de la arquitectura desarrollada en la década de los sesenta del pasado siglo para familias de clase trabajadora con cierto nivel de rentas, similar a la del modelo  ya analizado en la calle Zapateros nº 18. Presenta fachada diáfana de medidas proporcionadas con una correcta distribución de puertas y ventanas, donde unos sencillos recercos de moldura acanalada, dan un toque de belleza al conjunto, y en la que siempre van a estar presentes  balcones con pletina habitualmente delgada y discreta en su saliente, y unas  ventanas inferiores adornadas  de reja  sencilla pero magistralmente ejecutada en las herrerías de la localidad  por los discípulos de viejos   maestros herreros como Juan Casado Padilla, Ignacio Palomares Solís, Juan Cerezo Pastor o el popularmente conocido  “Periquito el Herrero”.

Casa número 63 de la calle Gamonal. Foto: Manuel Perales.

Notas y bibliografía:

 

(1) Las canteras más utilizadas para la extracción de sillares de azucareña por la calidad de la piedra eran la del “Pico de las Angosturas” en el camino del Balneario y la del “Arroyo de las Gradillas”. No es descartable la utilización de piedra del desaparecido castillo de Marmolejo en la construcción de algunas de estas casas de principios del veinte, sobre todo por la cercanía al emplazamiento de dicha fortaleza medieval.

 

(2) José Corbella Pené (Andújar, 1891- Madrid,1959), nació dentro de una familia de tradición constructiva; de hecho fue con su padre, maestro de obras en la ciudad, con el que adquirió los primeros conocimientos arquitectónicos, aunque estos tomaron verdadera solidez cuando al comienzo de la segunda década del siglo marcha a la Escuela de Aparejadores de Madrid. Allí estudia dos años y conoce el desarrollo de la arquitectura neo-mudéjar de la que posteriormente se hará eco en algunas de sus construcciones, pero el floreciente panorama arquitectónico que empieza a vivir la ciudad y que va parejo al auge de la burguesía y la oligarquía agrarias locales, hace que Corbella vuelva enseguida a la llamada de su padre e inicie su odisea constructiva en la ciudad, aun sin haber terminado el segundo año de carrera de la que se olvidará definitivamente. Su formación no puede ser considerada exclusivamente teórica, sino que hizo de la praxis constructiva su auténtica escuela, y de aquí puede derivar el resultado artesanal de gran parte de sus obras. Entre sus obras más destacas en Andújar están: Casa Elías (1916), Capilla de la Virgen de la Cabeza (1918), Casa Rueda (1924), casa Aldehuela (1928), casa Espejo (1929), Viña Gisbert (1932), etc. Es de reseñar también  su intervención en 1934 en la construcción del cine Tívoli y los pisos aledaños (casa Lara), sobre planos del arquitecto Fernando Alzado. Según testimonio de su yerno D. Manuel  Galdón González, fue también el autor del edificio del Silo de Cereales de Úbeda y de varias casas en Arjona. Hombre de vida austera y de gran honestidad profesional tras una primera etapa de residencia en Andújar, se afincó en Madrid junto a su familia (esposa y dos hijas) a partir de la postguerra, manteniendo una actividad profesional muy intensa a caballo entre la capital del reino y la comarca de Andújar. Para las obras realizadas en Andújar, donde mantuvo su almacén central en la calle Doctor Fleming, siempre se apoyó en el maestro de obras y primo-hermano suyo, José Corbella González, mientras él se dedicaba por entero a la dirección de los encargos que recibía de la comarca y otras poblaciones de la provincia de Jaén. Los últimos años de su vida profesional transcurrieron entre Andújar y Madrid, donde falleció en 1959, tras agravarse su salud como consecuencia de una enfermedad de cáncer. Fuentes: Testimonios de su yerno don Manuel Galdón González y de su sobrino don José González de Corbella.

 

-Guerrero Palomo, Lorenzo: “Jofra Pintor de los Campesinos”. Edita: José Francisco Díaz Navarro “Jofra”. Obra impresa en Tipografía “San José” de Marmolejo, año de 1970.

 

-Casuso Quesada, Rafael Antonio: “José Corbella Pené y la arquitectura contemporánea en Andújar”. Edita el Instituto de Estudios Giennenses. También se ha consultado del mismo autor: “Evolución y cambio en la arquitectura contemporánea de Andújar”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, enero/junio 2002.

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