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Nuestra memoria: Juan José y Mariano

Jurado Castro

 

-Mariano Jurado Arcos (*)-

Mi tío Juan José Jurado:


  Acabada la Guerra Civil y casi hasta la llegada de la democracia, políticamente, el silencio y el miedo eran el contexto de la vida diaria de centenares de familias en Marmolejo. Los recuerdos familiares cada uno se los rumiaba o los quemó en su vida.
  Estos comportamientos no fueron distintos en nuestros padres y abuela, (Mariano Jurado Castro, Francisca Arcos Cosano y Elvira Castro Amaro). Nunca nos contaron nada de su pasado político y de la Guerra. Sólo, recientemente, muerto el dictador, nuestra madre y nuestra abuela nos contaban algo que necesitábamos: que son nuestras raíces, nuestro pasado, nuestros orígenes, nuestra identidad.



 

  El tío Juan José presidía el zaguán de casa en la calle Norte nº 23: es una preciosa foto de un joven guapo. Mis hermanas  y yo lo teníamos admirado y mitificado; desde luego todo lo que nos llegaba de él alimentaba esta imagen. Hortelano, alto, guapo (dicen que tenía la novia más guapa del pueblo), honrado, culto, autodidacta (creemos que le enseñó algo Manuel Moreno), implicado en los problemas políticos de su tiempo y de su pueblo, defensor de los jornaleros y de la República, con facilidad de palabra, lector, escritor. Era el mayor de los tres hermanos y en él mis abuelos se apoyaban. Vendía las naranjas y hortalizas de la Huerta de Los Naranjos (1) y entregaba las cuentas cabales. Enseñaba en la Casa del Pueblo lo que él había aprendido. Conservo el original de una libreta manuscrita por él, preciosa, se llama “Normas de Ortografía Dudosa”.



Sabemos que escribió una o dos novelas y algunos motetes de teatro que según mi tía Manuela se quemaron con todas sus cosas después de Guerra. También nos contaron que escribía artículos políticos en periódicos, no sabemos si firmados por él, o con distintos seudónimos. En su casa tenían en aquella época, el periódico, todos los días.

Nos dijeron que fue Secretario General de las Juventudes Socialistas de Marmolejo.  En aquella época, poco antes de la Guerra Civil (10-9-1935), murió mi abuelo Mariano Jurado Torralbo, mi tío no estaba en el pueblo –no sabemos donde estaba- lo cierto es que acudió al entierro de su padre en un coche acompañado por algunos señores “con traje”. Acabado el entierro se despidió y nunca más se volvió a ver (2).



Se escribía con la familia a través del “Chinito”, una familia amiga y no implicada políticamente, para lo cual usaba como nombre de remite “Ángel Goya” y cambiaba la forma de la letra en cada carta.

   Mi abuela nos contaba que murió en Madrid con 19 años (27-11-1936), defendiendo el cerco de los fascistas, por un disparo de mortero. Yo personalmente siempre pensé que algún día volvería a casa con la democracia.

   Esta situación de no saber donde está, ¿cómo murió? y ¿cómo recuperar sus restos? y honrarlos para que descansen junto a su madre o hermano. ¿Dónde encontrar sus escritos, artículos o mítines?  Todas estas preguntas, y muchas más, nos inquietan y quisiéramos que alguien nos ayudara a responder.

Juan José Jurado Castro (n. 1917-m. 1936), dirigente de la Juventud Socialista Unificada, y afiliado a UGT y al Partido Comunista, se incorporó voluntario a filas el seis de octubre de 1936, siendo destinado a la zona de Ciudad Real, donde se realizó esta fotografía el 24 de octubre. Días después su brigada era enviada al frente de Madrid donde murió por un disparo de mortero, en la zona de Las Rozas, el 27 de noviembre de 1936. Foto cedida por sus sobrinas/o María, Elvira, Ángela y Mariano Jurado Arcos.

Mientras tanto, la abuela Elvira (3), viuda, y sin su hijo mayor –muerto en Madrid-, y mi padre (Mariano Jurado), queriendo seguir los pasos de su hermano, más joven pero sin su altura intelectual, era presa fácil de personas que lo utilizaban. Enseguida se fue al frente de Villa del Río, lo hirieron en una pierna y lo hicieron preso; lo condenaron a muerte. Era un niño de entonces.

Elvira Castro Amaro, madre de Juan José Jurado Castro. Fuente: familia Jurado-Arcos.

El papel de nuestras madres y abuelas en aquellas situaciones fue difícil: sufrimiento, lucha, resistencia, y sacar adelante a sus familias, siempre de una forma callada, muy meritoria, pero sin ningún protagonismo. La abuela y su hija, al empezar la guerra, tuvieron que irse fuera (a Rus) por los bombardeos, por miedo. Cuando volvieron habían saqueado la casa de la huerta, animales, grano, aceite, cosecha, muebles…no quedó nada. ¡Además en su casa de la calle de la Iglesia también cayó una bomba!. Las dos mujeres solas no podían llevar la huerta.

Vendieron la casa de la calle de la Iglesia, vendieron olivos y ella –la abuela- empezó a vender hortalizas por Andújar que compraba en el pueblo, arreglaba y andando iba y las repartía casa a casa, volviendo después de medio día. Cuando yo tuve conocimiento de niño aún lo hacía, entonces cogía “La Ureña” de las siete y volvía a las tres. En aquella época, y sin ella saberlo, fue correo del Partido Comunista, entregaba cartas en mano mientras repartía hortalizas. A ella y a mi madre les hicieron barrer las calles de Marmolejo y tomar aceite de ricino para así expulsar el comunismo libertario. Después de cumplir 72 años, empezó a cobrar una pequeña paga (la mínima del momento); costó multitud de viajes a Andujar y Jaén, ¡ah!, y agradecidos. Mi abuela se vino a Valencia con su hija y mi tío Casto Buenafuente, y aquí murió con 92 años y está enterrada en Alfafar.



Mi padre: Mariano Jurado Castro:

  Aunque no tan agraciado, ni física, ni intelectualmente, como mi tío Juan José, si podemos decir de nuestro padre que fue una persona muy trabajadora por su familia. Muy luchador por sus ideas y coherente…!hasta los últimos días de su vida!. Nada más morir mi tío (dos años mayor que él) mi padre: más impulsivo, más temerario, menos político, más directo y lleno de juventud (16 ó 17 años) le tocó el papel de “hermano de Juan José” al que admiraba y quería muchísimo. Como dije, su bautismo en el frente fue una herida de bala en una pierna. Nos contaba mi madre y mi tío Casto cómo lo utilizaban algunos que no daban la cara y hacían pagar a “Marianillo”. Ese fue el caso de la paliza que le dieron a un médico y que “Marianillo” sólo hizo sacarlo de casa con la excusa de que “fuera a ver a su madre que estaba mala”. 

Mientras, los autores de la paliza esperaban al médico. A “Marianillo” lo recogía la Guardia Civil y lo encarcelaba antes de llevarlo a Andujar. A mi abuela le devolvieron la camisa con las pieles de las espaldas pegadas a la tela y ensangrentada. Juicios, pena de muerte, torturas, prisiones. Pasó por las cárceles de Marmolejo, Andujar, Jaén, Madrid, Burgos, Eibar, etc.

La redención de condena en los Batallones de Trabajadores Penados fue una práctica habitual puesta en práctica por el régimen franquista para reconstruir a bajos costes un país arruinado por la larga contienda civil. Las víctimas: los obreros y dirigentes de la izquierda republicana que padecieron en sus carnes la dureza de estas condenas.

En las fotos aparece el marmolejeño Mariano Jurado Castro (centro de pie y derecha sobre la máquina de ferrocarril) confinado en el Batallón de Trabajadores Penados número 95, con base en Algeciras (Cádiz), realizando trabajos en el ferrocarril por la zona de Gaucín (Málaga). Fuente: Familia Jurado-Arcos.

De la prisión de Eibar nos contaba mi padre que la gente del pueblo les ayudaba y que incluso en los paseos que hacían hacia el trabajo se encontraban dinero en el camino que dejaban para ellos.
  Más tarde, después de 5 ó 6 años de prisiones salió y tuvo que hacer la mili –él era hijo de viuda, pero se le negó el derecho, al no ser adicto al Régimen, estuvo en Madrid y Algeciras en batallones de trabajo picando piedra para el ferrocarril. Nos contaba que mucho peor que en la cárcel, mal alimentados y en barracones, trabajos y disciplina duros…y sin rechistar.

Recuerdo a mi padre trabajando 20 horas al día en trabajos durísimos, descargando abono de camiones o vagones, a espaldas sacos de 100 kilos. Subir estos sacos por escaleras en la fábrica de sus primos “los Juraos”. Recuerdo de que él tenía un sueldo fijo de 7 duros/día  -¡cuando trabajaba!-, la mitad de lo que cobraban los jornaleros eventuales.

A él le prometían 500 ptas. o una “Mobilette” si había una buena campaña, una buena cosecha o después de la venta de los cerdos…o cualquier cosa. ¡Nunca hubieron buenas cosechas que compensaran, mínimamente, el duro trabajo y la dedicación de Marianillo!
  Hay imágenes que a pesar del paso de los años no se borran de nuestra memoria. Una de estas imágenes es de cuando en los veranos le llevaba la comida al mediodía a la fábrica de conservas de Los Juraos. El estaba en las “chiveras”, un pasillo bajo y estrecho donde los quemadores de fuel-oil calentaban las calderas de agua, con un ruido infernal de los compresores, un calor que hoy no aguantaría nadie y negro, completamente negro de fuel y humo.


  Recuerdo nuestra casa muy humilde, como la mayoría de los marmolejeños, no nos faltó ni pan, ni jabón. Un día mi padre se presentó en casa después del trabajo, todo contento; traía algo en la bicicleta envuelto en un saco. Abrió el saco y era una radio “Vanguart” de siete transistores. Lo había comprado a plazos. Mi madre le dijo de todo, pues tenían mil necesidades donde aplicar ese dinero. Cuento esto porque serían los años 60, la información era poca, mala y única y él, muy tarde, por las noches, “escuchaba las noticias de la radio” (4). Mi madre le reñía y le decía que cualquier día tendríamos “un disgusto”; “si no había pasado ya bastante”. No es necesario explicar más.



Mi padre tenía mucho empeño en que yo estudiara, supiera leer, escribir, y las cuatro reglas. Así que desde los 6 años mis hermanas y yo fuimos a la escuela, la mayor, María, pronto la dejó para ayudar a la casa, junto a mi madre, en la aceituna y en el algodón. Yo, el varón, puesto que no podría estudiar “una carrera” le recomendaron a mi padre que aprendiera un oficio, así que me prepararon (Don Ramón) y fuí a Jaén a una convocatoria de becas del P.I.O. Conseguí la beca, a pesar de ser hijo de padre comunista.  Después estudié en la SAFA de Andujar –siempre con beca-, siete años interno, desde los 12 a los 19 años, etapa de la que me siento muy orgulloso especialmente por la formación social y humana que nos dieron.

  En marzo del 70, cargaron en un camión lo poco que tenían y llenos de ilusiones y sueños para sus hijos dejaron el pueblo y se vinieron a Aldáia. Mi hermana María y yo estábamos aquí desde el verano del 69.

Francisca Arcos Cosano, esposa de Mariano Jurado Castro, natural de Cardeña (Córdoba), hubo de sufrir la marginación y humillaciones que suponía ser la compañera de un afiliado de izquierdas. “El papel de muchas mujeres y abuelas en aquellos años fue difícil: sufrimiento, lucha, resistencia, para sacar adelante a su familia, siempre de una forma callada, muy meritoria, pero sin ningún protagonismo”. Foto y testimonio aportados por Mariano Jurado Arcos

Su vida cambió, vino viejo, quemado por el sol y se fue rejuveneciendo. Siempre estaba de fiesta, decía él que no había tenido ninguna en toda su vida. Nunca le faltó trabajo y amistad de sus compañeros y sus paisanos (que buscaba por todos los sitios) y por supuesto desde el primer día que llegó afiliado al Partido Comunista.

 

  Con la entrada del gobierno de Felipe González en el 82 y la ley de amnistía e indemnización de los presos políticos de la Guerra Civil, recopilamos toda la información, la enviamos al Ministerio y le dieron la amnistía total y una indemnización.

Para acabar quisiera contar una anécdota de mi padre. Con motivo de una visita al hospital y un reconocimiento (TAC o resonancia magnética), el médico le preguntó a mi padre: ¿A usted le han torturado en la guerra?.  Él contestó que no. Esto sería alrededor del año 1983.  Mi madre que estaba delante se calló y al salir le dijo: “Mariano, ¿por qué no has dicho la verdad?. El le explicaba a mi madre: Qué le iba a decir, ¡que le habían dado torniquete en los brazos con un alambre!. Sesenta años después aún tenía secuelas físicas en su cuerpo por no hablar de pérdida de libertades, humillaciones, miedos y en el peor de los casos la pérdida de la vida de miles de jóvenes llenos de ilusiones caídos en defensa de la libertad y la legalidad republicana: patrimonio de nuestras familias y nuestro pueblo.


  Es de justicia conocer la historia real, -no solo la de los vencedores- y recuperar la memoria de nuestros antepasados. Nada de lo que tenemos hoy es gratuito, miles de personas en cada uno de los pueblos, jóvenes, mujeres, intelectuales, jornaleros…hicieron el camino de nuestras libertades hoy.















Mariano Jurado Castro, ya de mayor, en la puerta de su casa en Aldaia (Valencia). Fuente: familia Jurado-Arcos.

Notas:
(1) Esta huerta era conocida como la Huerta de Herrero, ubicada en la actual calle de Fuente Olid, frente a la Cooperativa Olivarera de San Julián.

 

(2)  Juan José Jurado Castro, perteneció al Centro Instructivo Obrero de Marmolejo. Ejerció gran influencia entre las Juventudes Socialistas no solo por su oratoria clara y convincente sino por su habilidad para escribir artículos de prensa y pequeños libritos de alto contenido didáctico para los obreros afiliados a la UGT. Luchador empedernido contra las formas de gobierno caciquiles, su coherencia política le costó estar una semana en la cárcel de Jaén cuando solo tenía 16 años. Motivo: protestar contra la manera caciquil de destitución de la corporación socialista en marzo de 1934. Su participación en la huelga general del 6 de octubre de 1934 le supuso la vuelta a la cárcel para cumplir una condena de 10 meses junto al resto de jornaleros de la localidad. Su vuelta a Marmolejo en febrero de 1936, tras su salida de cárcel junto al resto de presos del 6 de octubre, fue celebrada con gran alegría por familiares y compañeros.  Durante la guerra se alistó en el Partido Comunista luchando con su Brigada en la defensa de Madrid, donde según el testimonio Manuel González Roncero (q.e.p.d.), murió luchando por la zona de las Rozas (Madrid) defendiendo a la capital del acoso de las tropas de Franco. Según inscripción del Registro Civil de Madrid, su muerte se produjo el 27 de noviembre de 1936, a los 19 años de edad, por un disparo de mortero. Fuente: “La Memoria Rescatada: 2ª República, Guerra Civil y Postguerra en Marmolejo (1931-1951)” Autor: Manuel Perales Solís. Año 2007.

(3) Elvira Castro Amaro, madre del dirigente de la Juventud Socialista Unificada, Juan José Jurado Castro, fue una mujer de enormes convicciones republicanas. Hija del transportista Juan Castro Expósito, pionero de la línea de transporte de viajeros sobre carruaje de caballos, entre Marmolejo y Andújar, había contraído matrimonio con Mariano Jurado Torralbo, hortelano arrendatario de la huerta de Herrero (al final de la carretera de Andújar). Era un matrimonio con cierta solvencia económica fruto del auge de la huerta en los años dorados del Balneario. Sin embargo la muerte de su marido en 1935 y  la muerte del  mayor de sus hijos en 1936, supondría un verdadero calvario que hubo de sobrellevar trabajando día a día con la ayuda de su hija Manuela. Las dos mujeres solas no podían llevar la huerta; vendieron la casa de la calle de la Iglesia y unas fincas de olivos. Elvira comenzó entonces a vender hortalizas por Andújar que compraba en las huertas del pueblo; las arreglaba y las vendía casa por casa, tras dirigirse hasta esa ciudad haciendo el camino andando. Murió a los 92 años en Alfafar (Valencia), donde marchó con su hija Manuela, casada con el marmolejeño Casto Buenafuente Carrilero. (Testimonio de su nieto Mariano Jurado Arcos).

 

(4) Se refiere a Radio Pirenáica, que emitía desde Andorra para toda España bajo el patrocinio del Partido Comunista de España.

(*) Mariano vive actualmente en su tierra valenciana de adopción, en Aldaia, hacia donde marchó, en compañía de su familia, buscando un futuro mejor en 1969. Plenamente integrados y apreciados en aquella ciudad, cuando llegó la democracia, tanto Mariano como sus hermanas, colaboraron activamente en la gobernación de ese importante municipio levantino, formando parte de las corporaciones democráticas de los últimos años en las candidaturas del Partido Socialista. Este texto ha sido escrito con la aportación de sus hermanas María, Elvira y Ángela. También con la colaboración de su tía Manuela Jurado Castro.

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