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Imagen del puente de San Bartolomé de Marmolejo a través de un plano y dos informes de finales del siglo XVIII (*)

-Gaspar Aranda Pastor-

 

 

1. INTRODUCCIÓN


El plano cuyo análisis aquí mostramos es el más antiguo que se conoce a día de hoy –2019– del puente de San Bartolomé de Marmolejo. Lo firma en 1789 el arquitecto y académico Domingo Tomás. Supone como una instantánea dibujada en vista aérea del puente y su entorno paisajístico casi un siglo antes de su drástica restauración decimonónica [figura 1]. En la parte superior del plano aparece una leyenda explicativa que lo complementa y le da mayor valor documental si cabe (1). 
Asimismo presentamos sendos análisis críticos de dos muy detallados informes manuscritos sobre el estado de conservación y la forma del puente en ese momento: el primero se debe al mismo Domingo Tomás y acompañaba al plano por él firmado, mientras que el segundo lo redactó el maestro de obras José María de Armenteros en 1796. Ambos informes, que transcribimos completos a continuación, se conservan en un mismo legajo 1.362, expediente 16, Consejos, en el Archivo Histórico Nacional (2). 
Durante el período de 1777 a 1792, España experimenta un considerable avance político, científico y técnico en el desarrollo de las comunicaciones entre los territorios gracias al impulso ilustrado del secretario de Estado el Conde Floridablanca (3). El Consejo de Castilla y la Real Academia de Bellas Artes eran en esos momentos las máximas autoridades en las competencias de los caminos y de los puentes. El Consejo de Castilla se ocupaba de la aprobación de las obras públicas, mientras que a la Real Academia de Bellas Artes incumbía la aprobación de los diseños de los puentes. No obstante, ante cierta situación de desorden y de escasa eficacia general en el conjunto de la actividad constructiva estatal en algunas zonas de España, en 1786 se constituye una comisión específica para examinar, dictaminar y poner «control efectivo de cuantas obras públicas de cierta importancia se hacían en el Reino» (4). La autoridad de esta Comisión da fuerza a los académicos-arquitectos para imponer sus criterios.
    En ese contexto general, el lugar de Marmolejo solicitaba en 1788 «que se llevara a puro y debido efecto la reparación del puente sobre el Guadalquivir por exigirlo la necesidad», esto es, a causa de las «exorbitantes» avenidas del río en el año 1783, y al paso continuado de carros cargados de piedra para la reparación de la torre de la iglesia de San Miguel de Andújar, que habían provocado «quebrantos» en varias partes del puente (5). Una serie de irregularidades, principalmente económicas, en la planificación de las reparaciones por parte de los maestros de obras locales, dio lugar a que fuese la Real Academia de Bellas Artes la que controlara el proceso de la reparación y, por tanto, propusiera a un arquitecto y académico para examinar la fábrica y emitir un informe del estado real del puente con el coste de la reparación. La tarea recayó en el arquitecto y académico Domingo Tomás, que residía en Granada. En 1789 emite el detallado informe acompañado del ilustrativo plano. Siete años después, en 1796, del maestro de obras José María de Armenteros emite el otro informe que vino a complementar el de Tomás.

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Figura 1. El puente de San Bartolomé de Marmolejo. Plano realizado por el arquitecto y académico Domingo Tomás en 1789. (Archivo Histórico Nacional, Madrid).

2. EL PUENTE A TRAVÉS DEL INFORME DE 1789 DEL ARQUITECTO Y ACADÉMICO DOMINGO TOMÁS 
Formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, el acreditado arquitecto Domingo Tomás (Cervera, Lérida, 1746 – Graena, Granada, 20 agosto 1800) (6), a la sazón director de la Real Escuela de Arquitectura de Granada (7), es autor de un buen número de obras en España y un difusor del ideal clasicista de la arquitectura e ingeniería en Andalucía (8).
A solicitud del intendente de la provincia de Jaén, Pedro López Cañedo, el arquitecto y académico Domingo Tomás emite el informe sobre el estado del puente, fechado en Granada el 27 de junio de 1789. Para ilustrar y complementar la documentación escrita, adjunta el plano con la planta y el alzado del puente, así como de su entorno inmediato (9).

2.1. El plano del puente, por Domingo Tomás en 1789 [figs. 1, 2 y 3]
El diseño está trazado en negro-grisáceo y coloreado en turquesa para el agua, amarillo pajizo para el perfil del terreno y un poco de rosado para la reparación de un tajamar roto. La escala utilizada es en varas castellanas. El plano representa el estado general del puente en ese momento –primeros días de marzo de 1789–, construido por completo de sillería, con disposición asimétrica, con seis arcos desiguales en luces y flechas, cinco pilas provistas de tajamares y espolones (más un espolón en una manguardia), perfil con doble inclinación y manguardias abiertas en V en los extremos. El examen de cerca de los detalles del aparejo de la fábrica detecta, al compararlos con la parte del puente original que ha llegado a nuestros días, sin embargo, que la representación de esos pormenores fue sólo aproximativa y no del todo fiel a la realidad, pues se trazaron a mano alzada las dovelas y los sillares.

En la parte superior del plano, Tomás anotó una interesante leyenda explicativa con letras indicadas en el diseño [figs. 1 y 2]. El texto de la leyenda dice así:

«Diseño del Puente del Marmolejo, sobre el río Guadalquivir, en que hoy el plan general se demuestra su situación, y con color de agua mar la regular corriente de agua que traía a primeros de marzo [de 1789] en que se practicó el reconocimiento y lo demás que corresponde se expresa en el informe que acompaña y en la siguiente explicación. (A.) Fachada del puente. (B.) Tajamar que tiene arruinada la parte que se demuestra con tinta de color rosado, cuyo remiendo, según informe de los naturales, se ha ejecutado repetidas veces, que como hasta de presente se contentaron con sólo reparar el triángulo que hoy su punta se demuestra en la planta con el mismo color más bajo, con facilidad lo han podido desprender los maderos de las remesas que pasan por allí todos los años de cuenta del Rey, por tanto para que pueda quedar con más seguridad se cajeará al muro el otro triángulo unido que en la misma planta se demuestra con el mismo color más subido, que con otras precauciones que se expresan en el Informe, se puede esperar el que quede firme y duradero. (C.) Altura regular de las aguas y de cuando se practicó el reconocimiento. (D&ac.) Color pajizo que demuestra el perfil del terreno con parte de altura de los cerros que tiene a uno y otro costado. (EE.) Altura de aguas de las mayores avenidas del año de 1783, que llegaron a zozobrar por encima del camino en el sitio F. (GG.) Terreno que en el Informe se propone desmontar para dar desahogo a las aguas del rio si llegaran a ser tan cuantiosas como las del otro año 83. (HH&ac.) Plan del río que es de piedra pizarra, que como va descendiendo con más profundidad hacia el canal del río, aun cuando en las avenidas grandes lleguen a zozobrar por encima del camino en minorando siempre volverán a su actual caja. (K.) Sitio de donde podrán sacar el guijo para rellenar la media vara que se propone sobreponer sobre el empedrado que tiene el paso del puente. Al costado del machón que señala la letra Y, hoy su medio debajo del arco, hay un foso, el que ha ocasionado algún reparo al machón, cuyo reparo está algo conmovido, y para asegurarle conviene que aquella hondura se rellene con mampostería hasta dos tercias, o una vara más bajo que los peñascos de pizarral que tiene en la demás superficie del plan del río. (L.) Dehesa del lugar del Marmolejo (MM.) Paso del puente. (NN.) Camino que viene del lugar del Marmolejo al puente».

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Figura 2. Puente de San Bartolomé de Marmolejo. Detalle de la leyenda anotada en la parte superior del plano del arquitecto y académico Domingo Tomás (1789). Al ser muy larga, la hemos dividido en dos partes para adaptarla mejor al formato de este libro (Archivo Histórico Nacional, Madrid).

2.2. Análisis del informe sobre el puente de 1789 de Domingo Tomás 


La extensión del informe escrito es de apenas tres hojas a doble cara más seis líneas del comienzo de una cuarta, redactado con una letra manuscrita regular y bien legible. En el encabezamiento de la primera hoja aparece el nombre de la persona a quien va remitido el informe, el intendente de la provincia de Jaén, Pedro López Cañedo (10). En la última, está el día y la fecha (Granada, 27 de junio de 1789) y la firma (Domingo Thomas). Por el interés de los datos aportados en el informe, lo transcribimos completo a continuación. Lo hemos organizado en cuatro apartados temáticos distintos (I-IV):

 

I. Presentación del informe por parte de Domingo Tomás al intendente provincial. Refiere haber diseñado el plano del puente arriba analizado. 
«Señor Don Pedro López Cañedo. Don Domingo Thomas, arquitecto de mérito de la Real Academia de San Fernando, que de orden de VS. pasó a reconocer el puente que sobre el río Guadalquivir se halla a un cuarto de legua del lugar de Marmolejo, de cuyo reconocimiento, solicitud y real orden que VS. se ha servido comunicarle para mejor informar del estado y forma de su fábrica. Se ha formado el diseño que acompaña en que se demuestra el caudal de agua que llevaba al tiempo del reconocimiento y la que llegó a pasar en las mayores avenidas del año pasado de 1783, que en atención a todas las circunstancias que se requieren debe informar lo siguiente».


II. Descripción de los deterioros en la fábrica. Empieza criticando al autor del puente (actitud al parecer inherente a esta clase de actividades gremiales), cuyo nombre no menciona, quizás por desconocerlo. Manifiesta que la bóveda mayor (el arquitecto emplea el término arco en general) no tiene lesión alguna. Todas las bóvedas son de cantería y, por tanto, ninguna de mampostería, como luego en el siglo XIX sí lo serán las dos pilas de la margen izquierda. Es visible la falta de trabazón de los sillares, la desigualdad en algunas hiladas y el movimiento sufrido en las dovelas del segundo arco de la margen izquierda. Achaca a los retemblados y a las grandes avenidas las causas de los daños principales en la fábrica. Esos desperfectos parecen no ser recientes, pero «con las exorbitantes avenidas del año de 1783 tomarían algún aumento». Sin embargo, no cree que hubiera necesidad de reparar tales deterioros, porque supondría hacer grandes obras y serían cuantiosos los gastos «que contrapesados con los muchos años que aquel edificio puede subsistir en cuya forma está y con la resistencia que ha acreditado en las referidas avenidas de dicho año de 83, es mi sentir que de presente no hay necesidad de reparar dichos defectos».
«Cuando se construyó la fábrica de dicho puente, hubo mucha falta de dirección en la construcción de sus arcos, excepto el mayor que no tiene lesión alguna; pero los demás, siendo todos de cantería, es visible la falta de trabazón y de la igualdad que debían guardar cada una hiladas de sus dovelas. De esto debe inferirse que su director sería de escasa inteligencia, y que habiendo faltado a buena construcción en lo que está visible, también faltaría al cuidado que se requiere a la obtención de los lechos de las dovelas, causas muy suficientes para que con los retemblidos/retemblados y las grandes avenidas han ocasionado al puente se ha motivado cierta conmoción que dichas dovelas manifiestan haber tenido, habiéndose desprendido la cal con que debieron tomar sus juntas. Así se manifiesta en los cinco arcos menores de los seis que tiene. Y el segundo de la parte más baja también ha tenido algún movimiento el contorno de su semicircunferencia. Todo lo cual son defectos que en parte habrá muchos años que los tiene, bien que con las exorbitantes avenidas del año de 1783 tomarían algún aumento. Y como para remediar aquellos defectos, sería necesario deshacer y volver a construir aquellos arcos menores, cuyos gastos serían de consideración, que contrapesados con los muchos años que aquel edificio puede subsistir en cuya forma está y con la resistencia que ha acreditado en las referidas avenidas de dicho año de 83, es mi sentir que de presente no hay necesidad de reparar dichos defectos. Y sí será conducente el que sobre el empedrado que tiene se ponga media vara de cascajo en todo el ancho de su paso, desde la entrada a la salida del puente para evitar los golpes que todo carruaje ocasiona al pasar por los empedrados, y que allí son mayores a causa de estar construido con piedra crecida y tener la bajada que demuestra el diseño, que habiendo el guijo, o cascajo, al extremo de las cortinas del mismo puente, bien a poca costa se lograría este remedio».

III. Intervenciones que Domingo Tomas sí cree prioritarias llevar a cabo:


III.1. Reparar el empedrado de la calzada del puente, sobreponiendo encima guijo que se traería de las laderas inmediatas, como también se indica en el plano [figs. 1, 2 y 3, letra K]. 


«Y sí será conducente el que sobre el empedrado que tiene se ponga media vara de cascajo en todo el ancho de su paso, desde la entrada a la salida del puente para evitar los golpes que todo carruaje ocasiona al pasar por los empedrados, y que allí son mayores a causa de estar construido con piedra crecida y tener la bajada que demuestra el diseño, que habiendo el guijo, o cascajo, al extremo de las cortinas del mismo puente, bien a poca costa se lograría este remedio».


III.2. Hacer un desmonte del terreno en la orilla izquierda para procurar restarles extensión y altura a las grandes avenidas del río en el puente y que se extiendan por esta zona.


«Aunque según informes no han conocido los vivientes avenidas tan extraordinarias como las del citado año de 83, no obstante, por si llegase el caso de otras semejantes o mayores, se debe procurar a que puedan tomar más extensión y menos elevación las aguas en tales casos. Por tanto, será conveniente que a esta parte del lugar del Marmolejo que está más baja y es por donde zozobraron las aguas como vara y media o dos de altura por encima del camino en el sitio que señala el diseño [letra G], se haga un desmonte en aquel terreno para que en semejantes casos puedan extenderse por allí como unas setenta y cinco varas más de ancho, que como son raras semejantes avenidas el estar de forma que la principal madre del río no puede separarse del sitio que hoy tiene por ser el suelo de piedra pizarra y estar muy hondo por donde tiene su actual corriente y, último, que por ser al parecer camino de poco tránsito, parece ser regular el precaver por este medio equitativo ta[...] que el de tomar el partido de crecidos gastos, au[...] arcos al puente por aquella parte, mayor[...] para poder pasar en casos de necesidad se halla como a una legua y media de distancia el puente de la ciudad de Andújar».

 

III.3. Reparar el tajamar izquierdo del arco mayor, que se muestra pintado con color rosado en el plano. En las primeras décadas del siglo XX esa parte del tajamar se veía aún rota, si bien hoy está recompuesta con duro hormigón.


«El reparo más urgente y de mayor necesidad que conviene ejecutarse a dicho puente es el tajamar que tiene arruinado uno de sus machones [querrá decir al revés: el machón que tiene arruinado uno de sus tajamares], cuya falta se demuestra en el diseño con tinta de color rosado. Este reparo, según informes de los naturales, se ha ejecutado repetidas veces, que como hasta de presente se contentaron con solo reparar el triángulo que forma en planta el mismo color más bajo, que es la parte que le falta, siempre ha sido de corta duración y como su mayor enemigo no son las aguas sino las maderas de las remesas que de cuenta del Rey pasan por allí todos los años, por cuyo motivo requiere el más eficaz remedio. Y para ello será necesario que a escuadra con los costados de lo que existe del tajamar, o muro, se quite de la actual fábrica lo que convenga y se demuestra en la planta del diseño con otro triángulo del mismo color rosado más subido, con lo cual resultará una planta cuadrilátera más proporcionada para ligar los sillares con buenas trabazones, que aun cuando sean piedras crecidas se tendrá el cuidado que tengan todo el tizón que necesiten para que haciendo fachada la parte de su trasdós llene el hueco hasta unir con la fábrica antigua, de suerte que cada una hilada debe componerse de dos sillares y después de bien sentados y recibidos con mezcla de cal y arena cernida con harnero se pondrán dos grapas de hierro de una pulgada de grosor y dos de ancho en cada una junta, de forma que embebidas a los sillares agarren un pie de piedra de uno a otro, y lo mismo se les dejará en cada un extremo de los mismos sillares, para que los unan con suficiente resistencia, y como mejor se pudiese también se pondrán grapas de hierro para que los nuevos sillares queden unidos con los de la antigua fábrica, esto es, a más de la trabazón que deben guardar unos con otros, para lo cual se guardará la igualdad que corresponde en cada una hilada de por sí hasta llegar a su mayor altura. Los sillares serán labrados a escoda (11) con sus tiradas, procurando el que no tengan faltas de piedra en sus lechos, juntas ni paramentos, y que la piedra sea de la calidad más dura que se halle en aquellos contornos aun cuando tenga algún más costo. El ángulo de las esquinas del tajamar se dejaría algo romo para impedir que algún madero que vaya atravesado no se agarre en él con tanta facilidad, pues informaron haber acontecido el haberse quedado en él un madero atravesado y no haberse podido desprender hasta que a fuerza de subir cerca de las aguas y con los choques de los otros maderos pudo partirse por aquel sitio en donde tropezaba y que esto fue después de algunos días de haber permanecido allí».


III.4. Tapar con mampostería un foso entre los peñascos de pizarra debajo del segundo arco de la margen izquierda.


«Además de lo dicho, también conviene ejecutar un corto reparo debajo del segundo arco que está en el diseño, por haber un foso entre los mismos peñascos del plan del río, el cual ha ocasionado algún reparo al costado del machón, y por no haber tapado dicho foso está conmovido aquel reparo y por tanto conviene macizarlo de mampostería hasta dos tercias o una vara más bajo que aquellos peñascos de pizarral que tiene el plan del río, rematando con un fuerte empedrado bien ejecutado con mezcla de cal».

IV. Resumen final de las obras que deberían llevarse a cabo y presupuesto económico de las mismas.


«De lo dicho se deduce que aquel puente en las actuales circunstancias solo hallo por necesarios los reparos del tajamar, del foso de debajo del segundo arco y el poner de arrecife con media vara de cascajo, o guijo, sobre el empedrado que tiene el paso del puente, cuyas obras bien ejecutadas podrán tener de costo la cantidad de veinte y nueve mil reales de vellón [29.000], y ejecutándose el desmonte propuesto para que tomen más ensanche y menos elevación las aguas del río en las raras y exorbitantes avenidas por éste, se regula su costo en diez y ocho mil reales [18.000] que a una suma las referidas obras ascenderán a la cantidad de 47.000 reales poco más o menos. Que es cuanto debo informar a V.S. sobre el particular, deseando en todo el mayor acierto. Granada, 27 de junio de 1789. Domingo Thomas».

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Figura 3. Puente de San Bartolomé de Marmolejo. Detalle del plano realizado por el arquitecto y académico Domingo Tomás en 1789 (Archivo Histórico Nacional, Madrid).

3. EL PUENTE A TRAVÉS DEL INFORME DE 1796 DEL MAESTRO DE OBRAS JOSÉ MARÍA DE ARMENTEROS 

Con fecha de 21 de noviembre de 1796, el maestro de obras José María de Armenteros presenta un informe a petición del superintendente de la provincia de Jaén, José Ventura Pérez de Lerma, del estado del puente sobre el Guadalquivir en «la villa del Marmolejo». Ya hacía cinco años que había dejado de ser «lugar» dependiente de la jurisdicción de Andújar. 


La extensión de este escrito es similar al de Tomás, tres hojas a doble cara y una cara más, redactado con una letra manuscrita bastante bien legible (si bien hay algunas palabras que nos ha sido imposible identificar). A continuación transcribimos también completo el informe de José María de Armenteros. Lo hemos dividido en los cuatro apartados siguientes (I-IV).


I. Presentación del informe al superintendente provincial. Para esta inspección del puente, Armenteros utiliza como guía de base el informe hecho en 1789 por el arquitecto y académico Domingo Tomás, cuyo manuscrito y plano le fueron proporcionados por el entonces alcalde de Marmolejo Santiago Gómez Caviedes. En ese plano del puente señala Armenteros con números (del 1 al 4) los sitios donde él propone que se hagan reparaciones.

«En virtud del nombramiento que me ha sido hecho por el Señor Don José Ventura Pérez de Lerma, caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos Tercero, intendente y superintendente oral de esta provincia, he pasado a la villa del Marmolejo para reconocer el puente que se halla a la distancia de un cuarto de legua de dicha villa sobre el río que nombran Guadalquivir, y habiendo hecho presente mi comisión al Señor alcalde de primer voto Sr. Santiago Gómez Cabiedes al prestar su obedecimiento me hizo exhibición de los diseños que citan las diligencias que me han sido entregadas en cuya virtud con mérito a ellos y a lo preceptuado por dicho Señor intendente me constituí en dicho puente y habiendo hecho mi inspección con toda reflexión bajo el reconocimiento y tasación que en el año de mil setecientos ochenta y nueve [1789] tiene hecha Don Domingo Thomas, arquitecto de mérito de la Real Academia de San Fernando, por el cual consta haber presentado dichos diseños, manifestando por él los reparos que en aquel tiempo juzgó ser precisos para su reparación ¿--¿ado? de lo que en él se manifiesta y ¿de/debe serlo los seguirá hechas? debo decir según mi pericia e inteligencia lo siguiente».


II. Descripción de los deterioros en el puente. Curiosamente, después de siete años transcurridos no se habían ejecutado los reparos planteados D. Domingo Tomás. Indica Armenteros que la calzada que pasa por el puente era para caballerías y no para carros. Hay obras que considera habría que hacer y otras, en cambio, propuestas con anterioridad que no harían falta llevarse a cabo.


«Primeramente se manifiesta no haberse ejecutado los reparos que constan del diseño y declaración del referido arquitecto D. Domingo Thomas, los que juzgo ser conveniente se ejecuten para la seguridad de dicho puente por ser camino real para herradura y no para ruedas por no estar transitable para estos dichos caminos por internarse a muy corta distancia en la aspereza de la Sierra Morena, donde con trabajo pueden transitar las caballerías a la provincia de Extremadura, fábrica de Almadén y reino de Portugal que es su dirección, para cuyo fin se franquearía el paso de dicho río por medio de un puente que según su fábrica no está construida con el arreglo y solidez que corresponde para resistir un continuo paso de carruajes; ¿y/no? por esto me opongo a que reedificado que sea el puente podrán pasar los coches y carruajes por ser más cómodo el paso de arrecife que formaría echando la media vara de casquijo que manda poner el arquitecto D. Domingo Thomas sobre el piso del puente, por cuyo medio pasarían los coches sin estremecerlo, cuyo costo debe ser de cuenta de los dueños de las casas de campo que están a la otra parte del río y pasan con sus coches o carruajes a ellas, no siendo permitido que por su comodidad se franqueé el paso por cuenta de los caudales públicos y con perjuicio de todos si se verifica una ruina por el demasiado estremecimiento que causan las ruedas sobre los empiedros/empedrados haciendo estremecer los más sólidos edificios.
Igualmente se puede por ahora omitir el desmonte que se manda hacer por dicho Don Domingo Thomas en el terreno que tiene demostrado en el perfil de su alzado y anotado con las letras G.G., aunque éste sería muy conveniente efectuarlo, pero siendo la caja que forma dicho río tan capaz como se mira en dicho y lo demuestra con las letras D.D.D. por donde cabe un caudal copiosísimo de agua, y tales avenidas como las del año de ochenta y tres [1783] son raras. Pero en caso que suceda otra igual debemos considerar otro corto daño igual al que hizo en aquel tiempo, lo que estaba remediado con mucha menos cantidad que la que costaría su desmonte, y caso que fuera mayor dicha avenida no hay fuerzas que se opongan al impulso y rigor de un elemento igual».

III. Intervenciones que José María de Armenteros sí cree prioritarias llevar a cabo.
«Bien se manifiesta por la declaración del referido arquitecto D. Domingo que al año de su revista no demostraba dicho puente los cuarteos y quiebras que hoy tiene, por cuanto no hace mención de ellos, de lo que se debe inferir son posteriormente ocasionados los que con distinción de cada uno y sus costos a que pueden ascender según sus mensuras e informe que tengo hecho de los precios de jornales y materiales en el día corriente en dicho pueblo son a saber».


III.1. La rosca del primer arco de la margen izquierda (no indica si de la cara de aguas arriba o de abajo, y que él señala con el número 1 en el plano de Domingo Tomás, figs. 1 y 3).


«En el primer arco de la entrada a dicho puente que señalo en el diseño con el nº 1º se manifiesta un cuarteo en la semicircunferencia que principia en su arranque de dovelas a distancia como de tres pies, formando un corte oblicuo, hallándose tronzada la pieza de la clave y es indispensable apear dicho tramo y volverlo a hacer de nuevo uniéndolo con toda solidez a la obra vieja. Igualmente se harán todas las juntas de dicho arco por estar escalfadas, con mezcla fina de dos partes de cal y una de arena y cuñas de piedra viva».


III.2. El espolón de la segunda pila (señalado con el número 2 en el plano, figs. 1 y 3).


«Asimismo el cubo [esto es el espolón] que va señalado con el nº 2, machón 2º, se halla escalfado su cimiento, el que se acompañará su cepa forrándola de sillería, dándole su cimiento correspondiente y dos pies y medio de retiro del plomo de dicho cubo el que se recibirá formando escarpe la última hilada de unión de ambas sillerías».


III.3. El arco tercero.


«Y en el arco nº 3 se pondrán unos ligadores a distancias en la quiebra o cuarteo que tiene hecho en el medio de su semicircunferencia reapretando por lo interior y exterior las dovelas que se hallan abolsadas por ser de obra mayor el desarmar dicho arco para su perfección, pudiendo permanecer mucho tiempo con dicho reparo igual».


III.4. Cimientos de algunas pilas y manguardias. 


«También se recalzarán los pedazos de cimientos que se manifiestan colgados por diversos sitios, así en los machones como en manguardias o cortinas, haciendo todas las juntas que se miran escalfadas en todo el puente de la mezcla fina que llevo referida dejándolo todo con arreglo a arte y la solidez que corresponde».


III.5. De las reparaciones propuestas por Domingo Tomás, considera Armenteros que serían realizables las tres siguientes: rellenar de mampostería el «lago que va demostrado en la planta y anotado con el nº 4» (12), «hacer el tajamar en la forma que tiene dicho» y «echar el casquijo encima de dicho empiedro» [figs. 1 y 2]. El costo de las mismas sería de 27.500 reales.


IV. Resumen final de las obras que deberían llevarse a cabo y el presupuesto económico de las mismas. De las reparaciones propuestas por Domingo Tomás, considera Armenteros que serían realizables tres.

«Cuyo costo asciende según el cálculo formado a la cantidad de veinte y un mil seiscientos treinta reales [21.630], que juntos con los reparos que tiene proyectados Don Domingo Thomas de rellenar de mampostería el lago que va demostrado en la planta y anotado con el nº 4 y hacer el tajamar en la forma que tiene dicho, rebajando el costo del desmonte y guijo de encima del puente, de los cuarenta y siete mil reales [47.000] que importan diecinueve mil quinientos reales [19.500] quedan veintisiete mil quinientos [27.500] que juntos con los dos mil [debe ser veintiún mil] seiscientos treinta reales [21.630] asciende el total de los reparos a la cantidad de cuarenta y nueve mil ciento treinta reales de vellón [49.130], con cuya suma puede por ahora quedar visual y corriente y sin el perjuicio que hoy manifiesta de poder arruinarse por algunas partes y expuesto a una total ruina si se verifica alguna creciente que continúe robando por la parte del lago que se manda macizar, como también puede aumentarse las quiebras de sus arcos si se permite pasen carruajes por el mencionado puente. Por lo que soy de sentir no se quiten los marmolillos que hay puestos para evitar el paso de dichos carruajes ínterin y hasta tanto que se verifica su reparación. Y a mayor abundamiento se deberá echar el casquijo encima de dicho empiedro por cuenta de los ya referidos dueños de las caserías que usan de ruedas, y si a ello se excusasen no se permitirá quitar dichos marmolillos aún cuando se haga la referida reparación, quedando siempre obligados a recebar su arrecife siempre que se descubra el empiedro. Que es cuanto según mi inteligencia puedo decir. Jaén, noviembre, 17 de 1796. Josef María de Armenteros. 21 de noviembre de 1796. Pase a la Contaduría Real de esta provincia para que [ilegible]».

4. CONCLUSIÓN
De todo lo dicho se desprende que la imagen del puente de San Bartolomé de Marmolejo en el último cuarto del siglo XVIII era muy diferente de la que vemos hoy en 2019. Recordemos que su fisonomía actual de siete arcos de medio punto provistos de tajamares aguas arriba y de espolones aguas abajo es el resultado de la unión de tres arcos originales renacentistas –los del lado derecho– y de cuatro arcos construidos nuevos en 1869-1886 –los del lado izquierdo– [fig. 4: a] (13). 
Han pasado ya cuatrocientos cuarenta y seis años desde que, en 1573, el lugar de Marmolejo lograba la «licencia y facultad» para arrendar una dehesa con cuyos fondos poder construir nuestro puente sobre el Guadalquivir en una zona de vado donde en ese momento tan solo había dos barcas. Cinco años después se culminaba el volteado de la bóveda principal, la de mayor amplitud, y sus constructores dejaron constancia del momento, seguramente satisfechos de su hazaña –cubrir una luz de 24 metros sobre el «río grande»–, grabando en un sillar clave de su centro el año 1578 [fig. 4: b]. Previamente, habían epigrafiado en las bases de las dos pilas de esa bóveda principal los nombres de las tres divinidades a las que se consagraba el puente para su protección: Jesucristo, la virgen María y san Bartolomé –quizá por coincidir el día 24 de agosto– [fig. 4: c, d] (14). El autor del puente renacentista es el maestro de cantería Benito del Castillo (15).

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Figura 4. Puente de San Bartolomé de Marmolejo: a. Plano de 1869, por el ingeniero Antonio Fortún (Archivo Histórico Provincial de Jaén); b. Cartela renacentista con la cruz patada y la fecha 1578; c. Cartela renacentista medio tapada con la inscripción «San Bartolomé»; d. Cartela renacentista con la inscripción IHS-MARÍA (Fotos, Gaspar Aranda Pastor y Adrián Ruiz Aranda).

NOTAS
(*) El presente artículo reproduce, con algunos debidos cambios, el trabajo publicado por el historiador del arte Gaspar Aranda Pastor en las Actas del Congreso celebrado en Andújar, en 2016, como Homenaje a Carlos de Torres Laguna. Véase Gaspar Aranda Pastor, «El puente de San Bartolomé del lugar de Marmolejo en el siglo XVIII», Andújar. Estudios. III Encuentro de Investigadores, Congreso Homenaje a Carlos de Torres Laguna, Andújar, Ayuntamiento de Andújar, Asociación Cultural Enrique Toral y Pilar Soler, 2016, pp. 25-39. El Congreso tenía por título Recuerdos y reflexiones sobre la obra de Carlos de Torres Laguna, médico e historiador de la ciudad de Andújar, y por subtítulo En recuerdo de Enrique Toral y Manuel Urbano, y fue celebrado en el Palacio de Los Niños de Don Gome, los días 1 y 2 de abril de 2016. Los debidos cambios han consistido en puntuales actualizaciones a fecha de hoy, 1 de octubre de 2019, en el título, que ahora es más concreto y visual, en la introducción, que hemos reducido, o en las imágenes, que pasan del blanco y negro al color, así como las necesarias adaptaciones del texto al formato de esta página web.
He de agradecer la amable invitación por parte de mi muy admirado amigo Manuel Perales Solís para participar en esta página web por él creada. Si he escogido participar con un estudio histórico-artístico sobre el monumental puente ha sido precisamente para rendir, de forma modesta, un cumplido reconocimiento a nuestro principal historiador marmolejeño, Manuel Perales Solís, por su publicación, pionera e iluminadora, «El puente de Marmolejo sobre el río Guadalquivir», El Ideal de Jaén, domingo 22 de noviembre de 1998, pp. 50 y 51 (con fotografías de Juan Vicente Córcoles), ampliada posteriormente en «El puente de Marmolejo sobre el Guadalquivir», https://lugardemarmolejo.wixsite.com/marmolejo/elpuentedemarmolejo.

(1) Archivo Histórico Nacional (A.H.N.), Consejos, MPD. 2312.
(2) La primera referencia archivística de ambos informes se debe a Inocencio Cadiñanos Bardeci, «Puentes de Jaén», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 176, tomo II, julio-diciembre, 2000, pp. 671-715, especial. pp. 704-706. Como él en su artículo no pudo transcribir completos los dos informes, lo hicimos nosotros en 2016, por considerarlo de especial importancia para la historia de nuestro puente. Véase Gaspar Aranda Pastor, «El puente de San Bartolomé del lugar de Marmolejo en el siglo XVIII», pp. 25-39.
(3) Juan José Arenas, Caminos en el aire. Los puentes, Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, colección Ciencias, Humanidades e Ingeniería 57, vol. 1, 2002, pp. 409-423.
(4) Ibídem, pp. 423-426.
(5) A.H.N. Consejos, legajo 1.362 (669), expediente 16: «Marmolejo. Año 1788. Expediente formado a representación del Concejo Justicia y Regimiento del Lugar de Marmolejo, término y jurisdicción de la Ciudad de Andújar, sobre que se lleve á puro y debido efecto la reparación de un Puente que hay inmediato á dicho Pueblo, por exigirlo la necesidad, costeándose las obras entre los Pueblos inmediatos. Gobierno».
(6) Relación general de académicos (1752-2015), Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Archivo-Biblioteca, Madrid, actualizado a 30 de enero de 2016. http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/assets/docs/academicos/relacion_general_de_academicos.pdf.
(7) Rafael Rodríguez-Moñino Soriano y José Policarpo Cruz Cabrera, «Catálogo de artistas de Baeza o foráneos que en la ciudad trabajaron y en ella dejaron parte de sus obras (siglos XV-XIX)», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 166, 1997, pp. 139-212, especial. p. 199.
(8) Eugenio LLaguno y Amirola, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración, 1829, tomo IV, p. 325.
(9) A.H.N., Consejos, MPD. 2312.
(10) Era el intendente, o jefe superior económico y administrativo, de la provincia de Jaén desde 1786. Fue  alabado por Antonio Ponz, secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en su publicación Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, tomo XVI, Madrid, 1791, pp. 244-245, donde dice: «No puedo pasar en silencio por lo que respecta a Jaén el celo de su actual intendente Don Pedro López Cañedo, quien ha continuado y perfeccionado los nuevos paseos [...] Tanto puede un Magistrado prudente, desinteresado y celoso y es mucha fortuna de los pueblos cuando les toca la buena suerte de conseguirlos. Los encuentros de esta clase de personas son para mí muy plausibles, y a fin de acordarme de sus nombres y cualidades nunca me olvido de darles un principal lugar en mis apuntaciones». Con anterioridad a su etapa giennense, «en la intendencia, obras y caminos de Toro (en León) acreditó su celo y economía» (vid. Pedro Ferrer del Río (ed.), Obras originales del Conde de Floridablanca y escritos referentes a su persona, en Autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestros días, Madrid, 1867, p. 296).
(11) Herramienta en forma de martillo, con corte en ambos lados, para labrar piedras y picar paredes (Diccionario RAE).
(12) Tal vez Armenteros confundiera en el texto de Tomás ese «lago» con el «foso» al pie de la pila segunda que éste indicó con la letra Y, porque no consta en el informe manuscrito del arquitecto y académico ninguna mención a tal «lago». En cualquier caso, no deja de sorprendernos que, ciertamente, todavía hoy existe en plena activadad una charca en ese sitio concreto señalado con el número 4, si bien ahora se encuentra, tras la reconstrucción decimonónica del puente, anexa a la segunda pila del tercer arco nuevo.
(13) Manuel Perales Solís, «El puente de Marmolejo sobre el río Guadalquivir», El Ideal de Jaén, domingo 22 de noviembre de 1998, pp. 50 y 51, con fotografías de Juan Vicente Córcoles; «El puente de Marmolejo sobre el Guadalquivir», http://lugardemarmolejo.wix.com/marmolejo.
(14) Gaspar Aranda Pastor, «Inscripciones epigrafiadas del siglo XVI descubiertas en el puente de Marmolejo sobre el río Guadalquivir», en Datos históricos sobre Marmolejo, Ayuntamiento de Marmolejo, 2004, s/p.; «El puente de Marmolejo sobre el río Guadalquivir: pasado, presente y futuro», en Libro de Feria de Marmolejo, Ayuntamiento de Marmolejo, 2015, pp. 92-94 (https://issuu.com/cjmarmolejo/docs/programa_feria_marmolejo_2015); Gaspar Aranda Pastor, «El Puente de San Bartolomé de Marmolejo (1573-2017). Estudio históricoartístico», en Jornadas de Historia de Marmolejo, Marmolejo, Asociación Amigos del Balneario de Marmolejo (en prensa).
(15) Arsenio Moreno Mendoza, Francisco del Castillo y la arquitectura manierista andaluza, Jaén, Diputación Provincial de Jaén, 1984, pp. 197 y 506; Los Castillo, un siglo de arquitectura en el Renacimiento andaluz, Granada, Universidad de Granada, 1989, pp. 87-88.

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