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Francisco Caballero-Infante Alcalá (1910-1987)

-Texto de Nicolás de Jesús Salas (Diario de Sevilla, octubre 2009)-

 

A pesar de haber sido un personaje con una importante vida profesional, política y social en la Sevilla de su tiempo, para la mayoría de las nuevas generaciones de marmolejeños/as Francisco Caballero-Infante (“Paquito Caballero” como era conocido entre amigos y paisanos) es un perfecto desconocido. Por eso creo de justicia desvelar algunos de los perfiles biográficos de su personalidad, mitad sevillana, mitad marmolejeña, a través del entrañable “recuerdo” que le dedicó hace algunos años en el Diario de Sevilla el periodista y escritor, Nicolás de Jesús Salas, bajo el titulo de “Recuerdo de Francisco Caballero-Infante”(*):

Foto de la familia Alcalá-Venceslada. Aparece en ella Francisco Caballero-Infante (niño de la izquierda sentado en el suelo) junto a sus padres (arriba) y su hermano Juan (derecha). Fuente: Natalia Alcalá Valenzuela.

“Uno de los personajes de post guerra con protagonismo social y profesional básico en la historia local, fue el doctor químico Francisco Caballero-Infante y Alcalá (Sevilla, 23 de septiembre de 1910-Sevilla, 11 de junio de 1987), uno de tantos universitarios a los que la guerra civil de 1936-1939 afectó en su trayectoria vital. Hijo de Emilio Caballero-Infante Soldado, doctor en Filosofía y Letras y Catedrático de Instituto, y de Josefina Alcalá Venceslada (hermana de Antonio Alcalá, autor de “El vocabulario andaluz”), fue nieto de Francisco Caballero-Infante y Zuazo, secretario y catedrático de la Universidad de Sevilla, arqueólogo, arabista e historiador que con Demetrio de los Ríos y José Gestoso, “salvó” las ruinas de Itálica. Francisco Caballero-Infante y Alcalá estudió el bachillerato en los Jesuitas de Sevilla y en los Salesianos de Utrera, y esta dualidad tuvo como fin coincidir en curso con su hermano Juan, que era su amigo, al que le llevaba tan sólo once meses de edad. La tragedia mayor de Paco Caballero fue la muerte, en acción de guerra en el frente de Madrid, de este querido hermano que iba en la columna de Castejón como alférez médico. Él, por el contrario y cosas del destino, estaba el 18 de julio del 36 visitando a su novia, que en el futuro sería su mujer, Plácida Perales Yedra, en Marmolejo (Jaén) zona que quedó aislada como republicana con respecto a Sevilla. Todo el conflicto bélico lo pasó Francisco con el bando republicano.

Terminada la guerra concluyó su carrera de Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla. Se casó con su novia Plácida, con la que tuvo dos hijos: Josefina y Pedro. Y luego comenzó su difícil andadura profesional en la post guerra, como químico en las Industrias Miguel Ybarra, IFMY. Alternó esta labor con la de profesor de matemáticas y química en el Colegio de San Francisco de Paula. Su inquietud sociopolítica le llevó a ser concejal del Ayuntamiento de Sevilla bajo el mandato de tres alcaldes. A saber, Rafael Medina Vilallonga, duque de Alcalá; Miguel Ybarra y Lasso de la Vega, que había sido compañero suyo de carrera; y José María Piñar y Miura, también compañero de Ciencias Químicas. Con la creación de las Universidades Laborales, el primer rector de la de Sevilla, Luis Ortiz Muñoz, lo nombró gerente de la misma para pasar posteriormente a Interventor bajo el mandato del nuevo rector, José María Piñar y Miura. Su curriculum, paralelo a su vida profesional, está lleno de actividades diversas: entre otras, fue vocal y delegado de juveniles de la Federación Andaluza de Fútbol; bético, dice su hijo Pedro que “por la gracia de Dios”, e incluso fue de su junta directiva por breve tiempo (lo incompatibilizó su cargo en la Federación); socio y fundador de varias peñas béticas y fundador, propietario y secretario de la revista agrícola “La Cosecha” en sociedad con sus primos los escritores José y Jesús de las Cuevas.

Su hijo Pedro Caballero-Infante y Perales nos añade datos del desaparecido laboratorio farmacéutico sevillano IFMY (Industrias Farmacéuticas Miguel Ybarra). Este laboratorio fue fundado por Miguel Ybarra y Lasso de la Vega en los inicios de la década de los 40 del pasado siglo XX. Como su fundador era químico y compañero de carrera de Francisco Caballero-Infante y Alcalá, fue con éste con el que contó para incorporarlo al equipo científico de la nueva sociedad. El primer director técnico científico fue el doctor Manuel Lora Tamayo, que había sido profesor de ambos en la Universidad de Sevilla. En el equipo técnico figuraban también dos ilustres químicos, Manuel Bono Janeiro, que luego fue capitular del Ayuntamiento de Sevilla y director del Polo de Desarrollo Industrial, y Francisco Pérez Núñez. El primer Farmacéutico Preparador (así se denominaba y aparecía en los envases lo que es hoy Director Técnico) fue José García Boada, doctor en Farmacia y titular de la Farmacia de la calle Orfila. En este laboratorio preparaban multitud de específicos de propia gestión. Fue famoso en el mundo de la industria farmacéutica cómo preparaban directamente hígados de esturiones para la elaboración de su aceite prescrito por los médicos como antianoréxico. Asimismo comenzaron la preparación de lo que en aquella época era una revolución: la liofilización de los principios activos. La marcha hacia Argentina del propietario y fundador para encargarse de otros sectores empresariales de su familia dio al traste con todo. Tras su jubilación se marchó a Marmolejo para vivir una vida sosegada tranquila y feliz con su mujer y la visita periódica y sistemática de sus hijos y nietos. Paradójicamente, en un breve paso por su ciudad sevillana, murió de una forma cruel y rápida rodeado de los suyo”.

Diversas fotografías de Francisco Caballero-Infante y Alcalá publicadas en el Diario de Sevilla. Fuente: D. Pedro Caballero-Infante y Perales.

(*) Artículo publicado en dos entregas en el “Diario de Sevilla” del 14 y 21 de octubre de 2009. Autor: Nicolás de Jesús Salas

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