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Andrés Rodríguez Gómez (1882-1936),
primer alcalde socialista
-Manuel Perales Solís-

En los albores del siglo XX, el socialismo empezaba a rivalizar  con  las facciones más progresistas del liberalismo demócrata-republicano que hasta entonces había intentado atraerse políticamente la representación de los sectores más  concienciados del proletariado urbano. Poco a poco el credo socialista iría calando sólidamente en nuestra provincia, fundamentalmente entre los obreros de las minas de Linares y La Carolina, si bien encontrando, al principio, ciertas reticencias entre la gran masa jornalera del campo, que finalmente  se rindió, a las enseñanzas de los primeros apóstoles del socialismo,  organizados en torno al PSOE  y a la Unión  General de Trabajadores (UGT).  

    En ese contexto  de avance de las ideas socialistas, el triunfo moral que supuso la elección de Pablo Iglesias como diputado nacional en 1910, impulsó el surgimiento  de asociaciones de obreros del campo y  de oficios urbanos  que  demandaban  mejoras laborales y sociales y una mayor participación en los órganos de representación política municipal, hasta entonces, copados mayoritariamente por los llamados “señoritos”,  a la sazón, grandes y medianos propietarios agrícolas de villas y ciudades. En ese sentido hemos de considerar a Andrés Rodríguez  como uno de esos primeros marmolejeños  que asumieron su compromiso con el socialismo, haciéndolo arraigar con fuerza en su comunidad,  junto a otros  “padres fundadores”, como el jornalero Gaspar Casas,  Antonio García Martínez (zapatero), José Lorite Castor (maestro de primaria) y un reducido número de compañeros, fundamentalmente trabajadores del campo y albañiles, seducidos por las ideas igualitarias. Ellos fueron  también precursores en plantarle cara al poder omnímodo de la clase terrateniente con su enorme capacidad de chantaje sobre una clase trabajadora, sin apenas derechos sociales, sumida en la miseria económica y cultural.

Este grupo primigenio debió disponer, no obstante, de  una mínima  actividad  propagandística y reivindicativa en sintonía con la organización nacional del PSOE y de la UGT, tal como se deduce de la carta que uno de esos militantes pioneros, Juan Rivillas  Gómez enviaba en 1931 a Julián Besteiro con  motivo de su nombramiento como presidente de las Cortes. En ella lo felicitaba por tal elección y le recordaba la solidaridad manifestada ya en 1917 por los socialistas marmolejeños  hacia los compañeros del Comité de Huelga encarcelados por  su responsabilidad en la organización de la Huelga General de aquel año convocada por el PSOE y la UGT (1).

Juan Rivillas Gómez, nacido en 1881, vivio la etapa fundacional del Centro Instructivo Obrero. En plena Guerra Civil fué nombrado concejal en agosto de 1937.

Afiliados socialistas refugiados en Gibraltar tras la represión de la Huelga de Octubre de 1934. Les acompañaban el corresponsal de “Estampa” en La Línea, José Tavera (1) y el enviado especial Javier Sánchez-Ocaña (2). No se descarta que entre ellos se encuentren Andrés Rodríguez y Antonio García Martínez. Fuente. Revista “Estampa” de 29 de febrero de 1936.

 Quizás fuera Andrés Rodríguez, popularmente conocido como Andrés “El del ventorrillo”, uno de los primeros en ver la imperiosa obligación de redención de la clase trabajadora local,  pues nadie como él, que disponía de  panadería y de una abacería en el número  3  de la calle Gamonal,  sabía de las dificultades de las familias jornaleras para acceder a los productos  de primera necesidad  en los momentos de graves crisis de subsistencias. Por otro lado su condición  de pequeño comerciante  le proveía de cierta independencia económica para censurar a la clase propietaria, representada políticamente por los concejales monárquicos, cuyas prácticas caciquiles denunciaría, desde las páginas de la prensa socialista de la que fue corresponsal en Marmolejo. 
    Había nacido el día cinco de septiembre de 1882, tal como consta en la partida de nacimiento que obra en el Registro Civil de Marmolejo. Su padre fue Francisco Rodríguez Coba, natural de Marmolejo, trabajador del campo, con residencia en la calle de Las Huertas y la madre, Dolores Gómez Vicaria, se ejercitaba en sus labores domésticas. Estaba casado con  Magdalena Peña con  la que tuvo  cuatro hijos varones (Bartolomé, Andrés, Francisco y Juan, activos militantes  de las Juventudes Socialistas de la etapa republicana) y dos  hembras, Encarnación y Dolores (2). 

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"Andrés Rodríguez Gómez (1882-1936). Foto cedida por su biznieto Emilio Rodríguez".

El pequeño negocio donde trabajaba casi toda la familia le permitió también, gozar de cierta solvencia, como para costear los estudios de abogado a su hijo Andrés (3) y disponer de una camioneta Ford  de 16 CV adquirida en Córdoba unos años antes de la proclamación de la Segunda República y que le era requisada como represalia  tras la jornada revolucionaria del 6 de octubre. 

   En 1922 fue elegido concejal, formando parte de la minoría socialista en el  Ayuntamiento frente a los partidos del bloque monárquico, junto a Gaspar Casas y Antonio García Martínez (que ya lo eran  desde 1920), cargo que revalidó tras el paréntesis obligado de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). De nuevo en las elecciones municipales celebradas  el 14 de abril de 1931, obtenía acta de concejal por la candidatura republicano-socialista que alcanzaba una holgada mayoría sobre los  monárquicos. En la sesión del 18 de abril sería propuesto para Alcalde, función que desempeñó hasta los primeros días de julio de 1932.  Qué duda cabe que su condición de pequeño comerciante, debió de granjearle la confianza del sector de los pequeños propietarios locales (entre ellos los hortelanos) así como de los pequeños comerciantes, más  proclives, en épocas pasadas, a favorecer a los candidatos liberales. Este hecho ayudó, indudablemente, al éxito del PSOE en unas elecciones que se preveían muy igualadas. A nivel nacional el excelente resultado obtenído por las candidaturas obreras, posibilitó la promoción de multitud de candidatos de extracción humilde a puestos de representación política, abriendo, con ello, una ocasión histórica para profundizar en la democratización y regeneración de la vida política nacional en beneficio de las aspiraciones de las clases populares. 

Una de las primeras prioridades que hubo de afrontar la nueva corporación fue la situación de crisis cíclicas por las que atravesaba la clase obrera local, sobre todo en los momentos de falta de actividad en el campo. Muchos años estos periodos se alargaban, creándose auténticas situaciones de dramatismo entre los jornaleros provocadas por las injustas estructuras de la propiedad y los prolongados periodos de sequía. Conscientes del panorama social al que se enfrentaban y próxima la estación veraniega, se creó en el mes de julio una Comisión Municipal para la Crisis Obrera presidida por Andrés Rodríguez. Ya se arrastraba una mala situación en el campo desde el invierno de 1930-31: la mala cosecha de aceituna de aquel año y las consecuencias de la sequía perjudicaron a los medianos propietarios y, sobre todo, a los jornaleros del campo, alcanzándose en  Andalucía un número cercano a los 100.000 jornaleros en paro. La lista de obreros agrícolas necesitados, según  expuso Andrés Rodríguez a la comisión, ascendía a 802 parados. Inmediatamente se iban a suceder una serie de medidas urgentes del equipo de gobierno socialista para remediar, en lo posible, el problema del paro estacional, entre ellas la aprobación de un presupuesto extraordinario de 60.000 pesetas para paliar la crisis obrera con cargo a las contribuciones rústica, industrial y comercial, y no sobre el repartimiento general de utilidades para que los obreros estuvieran exentos de tributar. También se solicitó al gobierno de la nación la cantidad de 500.000 pesetas  con destino a obras municipales que incluían el arreglo del Matadero, alcantarillado público, mejora de las fuentes, arreglo de cunetas y del mercado de abastos. 
   El propio Andrés Rodríguez desplegó una serie de contactos, al máximo nivel, con el Gobieno de Madrid, reuniéndose con el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora y  los ministros de Fomento, Álvarez de Albornoz y de Hacienda, Indalecio Prieto. Su desplazamiento a la capital lo hizo acompañado de una Comisión Municipal y de otra formada por propietarios locales.  El objetivo que llevaban en cartera pretendía que el Gobierno no paralizase las obras del ferrocarril de Marmolejo a Puertollano que tantos beneficios reportaba en jornales para los trabajadores de la localidad. Por su parte, los propietarios locales solicitaron el cobro de las indennizaciones por las tierras expropiadas para el ferrocarril que aún no habían sido cobradas desde tiempos de Primo de Rivera. Expusieron igualmente la terminación de los Grupos Escolares del Ejido del Paseo tan necesarios para la mejora de la enseñanza pública de la que los socialistas eran defensores convencidos.

   Además de esas primeras medidas, en los días siguientes se instaron a los propietarios de los cortijos de la campiña y de las caserías de la sierra a su arreglo periódico para proporcionar el máximo de trabajo posible. Qué duda cabe de que éstas y otras actuaciones de choque tomadas durante su breve mandato, sumadas a las impulsadas desde el Gobierno de la República, vinieron a congelar el deterioro de la situación en el campo marmolejeño.

  Andrés dimitió en julio de 1932, pero siguió como concejal síndico y volvería a asumir la responsabilidad del cargo de alcalde tras un permiso  para la recolección de las aceitunas, solicitado por su compañero Alfonso Jurado Lozano que lo había ejercido  desde la renuncia de Manuel Flores Vallejo “Lagaraña”.   Hemos de tener en cuenta que de los diez concejales socialistas elegidos en abril de 1931, tan sólo Andrés Rodríguez y Antonio García, tuvieron negocio propio, incluso con personal a su cargo, que les proporcionaba más disponibilidad para atender los compromisos municipales; el resto eran jornaleros del campo, con incursiones esporádicas,  durante el periodo veraniego, en la albañilería, pero sin otros recursos que el trabajo con sus manos, circunstancia que daba lugar a irremediables ausencias de la actividad municipal cuando marchaban a vivir al campo para la siega de los trigos o la recolección de las aceitunas. Esa situación  propició el estatus de “suplente de alcadía” de Andrés Rodríguez en los meses que siguieron  a su dimisión.  Su segunda etapa como primer edil en funciones duró hasta la suspensión de todos los concejales socialistas en la sesión extraordinaria del 24 de marzo de 1934, que daría paso a la corporación  de centro-derecha nombrada por el Gobierno Civil e integrada en su mayoría por concejales del Partido Radical Republicano bajo el liderazgo de Carlos Sánchez Solís.

Andrés Rodríguez Peña (1911-1936), miembro de las Juventudes Socialistas, abogado e interventor del Ayuntamiento de Marmolejo en 1932. Fue fusilado en La Línea de la Concepción en julio de 1936. Fuente: Fundación Pablo Iglesias.

Juan Rodríguez Peña, hijo menor de Andrés Rodríguez Gómez, perteneció a las Juventudes Socialistas. Fue fusilado en La Línea de la Concepción, en julio de 1936. Foto cedida por sus sobrinas María del Rocío y Mercedes Rodríguez Campos.

Durante los meses sucesivos y hasta la jornada revolucionaria declarada para el 6 de octubre por la UGT, la labor de Andrés y del resto de ediles socialistas se centró básicamente en la actividad orgánica dentro del partido y del sindicato y en el despliegue de una tenaz oposición municipal a nivel de calle ya que la suspensión gubernativa les impedía hacerlo desde el Ayuntamiento. En este periodo hay que contabilizar la participación del Centro Instructivo Obrero en dos acontecimientos de índole nacional de marcado carácter sindical como fue la Huelga de Campesinos, impulsada por la Federación de Trabajadores de la Tierra de UGT para el día 5 de junio de 1934, y la Huelga General prevista para el 6 de octubre de ese mismo año. Si la primera le costó ser detenido durante varios días en la prisión provincial de Jaén, junto a trece compañeros más, la segunda movilización obrera, de  objetivo más político,  tuvo un alto coste personal, no sólo para él, sino también para su familia y una larga lista de afiliados socialistas de la localidad.

Tras la dura  represión desencadenada por el gobierno central  sobre los obreros que habían tomado parte en la Huelga General de octubre, con  casi doscientas personas detenidas,  Andrés Rodríguez abandonó Marmolejo en un tren nocturno, junto a su compañero Antonio García, con destino a Algeciras, huyendo de lo que posiblemente hubiera sido una muerte segura o, en el mejor de los casos, el padecimiento de duras torturas infringidas por  la Guardia Civil, pues las autoridades locales les imputaron la máxima responsabilidad en la organización de la huelga y el desarrollo posterior de la jornada revolucionaria. Como ellos, también confluyeron en el Peñón, otros exiliados políticos de militancia socialista y comunista perseguidos en sus localidades de origen desde la Huelga General. Tras llegar a Algeciras, Andrés y Antonio, usaron una barca pequeña que hacía aguas en una noche de temporal para cruzar la bahía y poder entrar en Gibraltar.  Así se lo contaron al periodista gráfico Javier Sánchez-Ocaña, de la revista “Estampa”,  para un reportaje sobre los exiliados políticos en Gibraltar que sería publicado el 29 de febrero de 1936, justo en las fechas que se decretaba por el Gobierno de Madrid la amnistía general para todos los encausados en la huelga general.  En esa  travesía nocturna tardaron más de cinco horas porque se les rompió un remo, llenándosele la barquilla de agua y pensando que se podía hundir de un momento a otro; hacía una noche muy oscura y ellos no sabían nadar. Finalmente pidieron asilo en Gibraltar donde contaron con el apoyo del Partido Laborista local y donde las autoridades nunca les molestaron, a pesar de los intentos de gobierno de Lerroux por solicitar su extradición (4).

 Sus hijos  quedaron presos en la cárcel del Jaén. Andrés, salió en febrero de 1935 con arresto domiciliario; luego marchó hacia la colonia inglesa para unirse a su familia. Bartolomé y Francisco quedaron cumpliendo condena hasta febrero de 1936. Las autoridades locales no cejaron en los días sucesivos al Seis de Octubre en el empeño de localizar su paradero aunque ya sospechaban  que andaban por el Campo de Gibraltar. La secuencia de los hechos ocurridos a Andrés y su familia a partir de esa huida nocturna,  fueron tratados ampliamente en el artículo publicado, en esta misma página, sobre el Seis de Octubre de 1934 y en mi trabajo titulado “Memoria Rescatada 1931-1951: 2ª República, Guerra Civil y Postguerra en Marmolejo”. 
  Después de varios meses residiendo allí, con la amnistía a los presos de la huelga revolucionaria, Andrés se instalaba con su mujer sus dos hijas (Encarnación y Dolores) y su hijo Juan, en la Línea de la Concepción donde abría una panadería. Parecía que empezaban a rehacer su vida, pero las cosas se torcieron tal como quedó reflejado en el testimonio escrito de Pablo Iglesias García Vergara, hijo de Antonio García “Maqueano”. En él nos relata cómo fueron los últimos días de Andrés Rodríguez, y las relaciones entre Andrés y su padre  Antonio García: 

“Mi padre encontró trabajo en Gibraltar; vino la amnistía de los del 34 e hicimos la casa en La Línea de la Concepción. Andrés Rodríguez también. Mi padre siguió trabajando en Gibraltar y Andrés montó un negocio de panadería, el que le costó la vida a él y a sus hijos, porque cuando la sublevación fascista de 1936 liderada por Franco y demás militares, el Partido Socialista declaró huelga general en los pueblos donde ganaron los sublevados. En ese ambiente Andrés Rodríguez siguió saliendo a vender a la plaza con un puesto de pan que allí tenía, creyendo que no se iban a meter con él. Error tremendo. Ya habían llegado las tropas del Tercio Moro en los siete barcos que desembarcaron en Algeciras y desde allí fueron a La Línea. Dicen que salió una mujer con una bandera por las calles diciendo !Viva la República!, y ese fue el pretexto para volverse las tropas de Franco que iban  desfilando, comenzando a disparar contra la multitud sembrando de muertos y heridos las calles de La Línea. Mi padre y mi hermano Besteiro salieron para ver si cogían armas y enfrentarse a las tropas fascistas (esto sería por la tarde). Mi madre al ver que no volvían salió, ya de noche, a buscarlos levantando las cabezas de los muertos y heridos. Ya sobre la media noche se presentaron los dos, mi padre y mi hermano. Mi hermana Encarnación  que había ido por la tarde a ver el desfile se refugió en el Cuartel de Carabineros, junto a la Aduana, y yo, recuerdo como las calles eran de arena !qué sofoco oyendo los tiros cada vez más cerca, y no poder correr más!.
  Al otro día y los siguientes de la matanza, todo el pueblo de La Línea quería entrar a refugiarse en Gibraltar. Los ingleses cerraron la frontera y con mangas de agua de fuerte presión obligaban a las miles de personas a no entrar. Huyendo del terror, entonces se optó por huir a la sierra que se llamaba Sierra Carbonera y allí estuvimos varios días.
  Cuando se calmó la cosa volvimos a La Línea y los que trabajaban en Gibraltar (que era el caso de mi padre) se les podía dar un  pase. Mi padre consiguió uno porque trabajaba en la casa BATA, de zapatos, y así entró. Mi hermana Encarnación  le siguió hasta que entró, pues si los hubieran descubierto en La Línea los hubieran matado. El resto de la familia quedábamos en la Línea. Mi hermano Antonio que también trabajaba en la casa BATA consiguió otro pase, y con el pase que nos dio un vecino de La Línea, pasamos los demás, mi madre, Besteiro, Fernando y yo, que como era el último me llevé la llave de la casa.
 Andrés Rodríguez que no se refugió en  Gibraltar, continuó los siguientes días a la sublevación militar con el negocio de la panadería en La Línea. Fueron a por él a su casa; intentó escapar por la trasera y allí lo apresaron  y lo fusilaron después junto a su hijo Andrés.
  Cuando el golpe de estado, Andrés y mi padre, no pudieron mantener contactos debido a su situación de exiliado en Gibraltar. Tal vez de haberlo hecho se hubiera evitado la tragedia, porque lo mismo que le quitó la idea de volver a Marmolejo desde Algeciras cuando la huelga del 34, se la hubiera quitado de permanecer en La Línea, pues Andrés tenía dinero suficiente como para haber alquilado una barca y salvar así la vida”.

    Del testimonio de Pablo Iglesias García deducimos que el fusilamiento de Andrés por los militares sublevados pudo haberse producido varios días, incluso semanas, después del 18 de julio, y  no en la fecha tan inmediata del día 20 con la que se ha especulado hasta ahora. Esa fecha estaría basada en los primeros registros de personas fallecidas por arma de fuego, existentes en el Libro de Inhumaciones del Cementerio de La Línea,  sin que  haya certeza de que fuera enterrado allí (5).  En cuanto al resto de la familia, Juan, también fue fusilado en esos mismos días en La Línea; Bartolomé y Francisco sufrieron varios años de prisión, pero consiguieron rehacer sus vidas con sus respectivas familias. Sin embargo Magdalena y sus dos hijas pasarían verdaderas calamidades, debiendo de pedir limosnas por las calles de La Línea para sobrevivir pues lo habían perdido todo incluso la casa panadería de Marmolejo que le sería requisada por las autoridades franquistas. Así consta en el testimonio recabado al marmolejeño Deogracias Cañaveras Ortiz, cuñado político de Bartolomé Rodríguez Peña (las mujeres de ambos eran hermanas) donde me refiere que realizando el Servicio Militar en Algeciras, se desplazó con su compañía para desfilar en La Línea. En un descanso pidió permiso para visitar a los familiares de Andrés y cual sería su sorpresa que se encontró con Encarnación  pidiendo limosna en la puerta de una casa, con aspecto totalmente famélico y enferma. Encarnación y Dolores murieron en los años de postguerra por inanición y enfermedades. En relación a la viuda de Andrés, Magdalena, marchó a Madrid al amparo de un hermano suyo,  donde murió. 

La figura del que fuera primer alcalde democrático durante la 2ª República y de su hijo, el joven abogado, fueron demonizadas por las autoridades locales del franquismo presentándolos como paradigma de las conductas más infames. Lamentablemente todavía en nuestros días, cuando van a cumplirse 40 años de las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, siguen formando parte de ese grupo de “notables olvidados”  cuyas vidas quedaron truncadas en el camino por alcanzar una sociedad más libre y justa. Sus restos reposan en algún lugar desconocido del Campo de Gibraltar y ni siquiera de Andrés, padre, ha sido posible localizar una mínima fotografía que nos permitiera poner rostro a su memoria. 

Notas y bibliografía.

(1) Carta de fecha 15 de octubre de 1931. En ella le exponía que  “llevado por un momento de emoción recordando dos fechas que en el libro de su historia son impresionantes, cojo la pluma para felicitarle y decirle que, de todo corazón,  me asocio en este instante de tan grata satisfacción para usted. La primera (fecha) a que hago alusiones fue la de la huelga de Agosto del 1917, en que quedó encartado con los tres compañeros: Caballero, Angiano y Saborit, conocido por toda España con el nombre de Comité de Huelga, por cuyo motivo quedaron procesados pasando al penal de Cartagena con corrección perpetua. Pues bien en aquella fecha que me unía a ustedes (como ahora) el vínculo sagrado de la comunidad del pensamiento, sentí, en extremo, el estado lacerante porque pasaban, y cuando el partido Socialista acordó abrir una suscripción para beneficio de ustedes , llevándome de sentimientos, les giré un donativo para tan grata misión… ”. Juan Rivillas Gómez era contemporáneo de Andrés Rodríguez, perteneciente al grupo de afiliados fundadores del Partido Socialista y de la UGT en Marmolejo. Nacido en 1881, a la edad de 56 años fue nombrado en agosto de 1937, en plena Guerra Civil,  Consejero del Ayuntamiento de Marmolejo. Ocupó también responsabilidades de gestión en la Colectividad “La Defensa de la Agricultura”. Vivió en la calle Cruz 45.) Fundación Pablo Iglesias, Archivo Documental de Alcalá de Henares. Expediente AJB 222-1.

(2) Fueron los testigos de este acto registral, el portero del juzgado José Muñoz, natural de Algeciras, y Ramón Nieves, guardia sereno, natural de Villarobledo). Registro Civil de Marmolejo; Libro de Nacimientos. Tomo 22, folio 135.
 
(3)  Andrés fue nombrado interventor interino del Ayuntamiento de Marmolejo el 4 de julio de 1932, cesando el seis de noviembre de 1933 por traslado de residencia. Tras la jornada revolucionaria del seis de octubre fue torturado y encarcelado. Estuvo preso hasta el 16 de febrero de 1935. Le dañaron la vista y hubo de sufrir prisión atenuada y vigilada en su domicilio particular de Marmolejo, pues no podía valerse por si mismo sino con  la ayuda de sus parientes. Finalmente logró huir a Gibraltar donde se encontraba  su familia). Véase “La Memoria Rescatada (1931-1951)”; página 84. 

(4) Revista “Estampa” de 29 de febrero de 1936. Artículo “En Gibraltar con los refugiados políticos”, de Javier Sánchez-Ocaña. Hemeroteca del Ministerio de Cultura.

(5) Según el registro civil de muertos por choque con la fuerza pública y heridos por arma de fuego en la fecha del golpe militar en La Línea de la Concepción, aparecen 52 personas registradas, pero en el Libro de Inhumaciones del Cementerio y de registros diarios, hay un número mucho mayor, aunque la mayoría, sin nombre, que serían 148. Muchos de los del Registro Civil formaran parte de los “sin nombre” del Libro de Inhumaciones del Cementerio. Los muertos que aparecen registrados empiezan el día 20 de julio y se terminan, según el Libro de Inhumaciones, tras la caída de Málaga por las fuerzas franquistas, el día 24 de febrero de 1937. El número total de muertos de la Fosa Común del Cementerio de La Línea  podría cifrarse en torno a 200 personas. Fuente: Cementerio de San José de la Línea de la Concepción (Cádiz): información sobre la fosa común allí existente.

Fuentes consultadas:

-Archivo documental de la Fundación Pablo Iglesias: biografías de afiliados obreros al PSOE y UGT.

-Archivo Municipal de Marmolejo: Actas Capitulares del Ayuntamiento de Marmolejo de esos años; Libros de Entrada y Salida de Documentos, así como Correspondencia de la Junta de Libertad Vigilada, del Juzgado Comarcal de Marmolejo entre 1950 a 1955.

-Archivo Provincial de Jaén; Sección: Prisión Provincial.

-Centro de Documentación de la Diputación Provincial de Jaén, Antiguo Hospital de San Juan de Dios en Jaén.

-Cementerio de La Línea de La Concepción. Documentación sobre la Fosa Común.

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