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Paseando por nuestros campos: el Pago de Mazuelos

-Manuel Perales Solís-

 

“Cuánta vida, cuántas historias, subyacen detrás de cada paisaje”

   

 

Tomando el camino que desde el Ecijano  se dirige a la Loma Candelas nos encontramos con el pago de los Mazuelo, justo a la altura donde divisamos el monumental pino del mismo nombre y el peculiar pozo que subsiste al borde del camino construido para uso de esta finca como abrevadero de personas y animales. Las antiguas posesiones pertenecientes al mayorazgo de los Mazuelo se esparcían a la izquierda y derecha de este camino, encontrándose ubicada la pequeña casería en una llanura de suelos limosos no muy distante  del antiguo pozo y del cercano caserón del Pino. Se trataba de una vivienda de planta baja, de recios muros de mampostería, reforzados con potentes contrafuertes, al estilo de las ya desaparecidas caserías de la zona, como Aguilera, El Pino y Lotoro.        Disponía de amplia cocina con chimenea, unas habitaciones y un corral trasero. En la actualidad  no queda rastro alguno de la casa que fue abandonada hacia la década de los cincuenta y derruida en su totalidad hacia final de la década de los ochenta del pasado siglo. Tan sólo sobrevive el pozo  con su bóveda de mampostería, mandada construir por Carlota Valenzuela, y el famoso Pino, conservado milagrosamente tras varios siglos de existencia.
  Los últimos caseros que habitaron la finca, entre 1943 a 1948,  fueron Manuel Jurado Rodríguez “El Pavo” y Manuela Romero García,  vecinos de Marmolejo. Allí criaron a su prole de una niña (Juana, la mayor) y dos varones (José y Manuel), empeñándose la familia al completo, durante todo el año, en las faenas de preparación y recolección de los olivos y en el cuido de los cochinos, gallinas y pavos que procuraban el abastecimiento alimenticio, no sólo de los caseros, sino también de la dueña, Carlota Valenzuela Steger (1). El resto de faenas, como las arancias y recolección de las aceitunas, corrieron a cargo de los muleros y braceros de la casa de los Mazuelo así como de las cuadrillas de aceituneros que durante muchos años pernoctaron en la casería como era costumbre.

Manuela Romero García y Manuel Jurado Rodríguez, últimos caseros de la finca de  los Mazuelo.

Fuente: Juana Jurado Romero.

 Parte trasera de la desaparecida casería de los Mazuelo (siglo XVIII). Foto: Manuel Perales, tomada en 1980.

Olivares del pago de los Mazuelo. Al fondo casería del Ecijano. Fuente: Manuel Perales 

La denominación de este subpago inmerso en el gran pago de Cerrada tiene que ver, por tanto, con el apellido de la familia hidalga que tuvo allí plantaciones de olivos desde mediados del siglo XVIII, es decir prácticamente desde el origen del olivar serrano en régimen extensivo, sin que podamos precisar el motivo y el momento en que el primer Mazuelo recala por Marmolejo. Oscar Barea López, en su obra “Heráldica y genealogía en el sureste de Córdoba: siglos XIII al XIX” nos apunta que la concesión de hidalguía  a Juan Luis Mazuelo y Carvajal, vecino de Marmolejo, se hizo hacia 1737 y nos dice que estos Mazuelo eran procedentes  de Castro del Río y Cabra, estableciéndose algunos de ellos durante el siglo XVIII en Marmolejo y la Higuera de Calatrava.      
  Por otro lado sabemos, gracias al Catastro de Ensenada, que los vecinos de Castro del Río, Vicente Mazuelo y  Josefa Mazuelo, descendientes  de Juan Luis, ya disponían hacia 1751 de molinos de viga en Marmolejo,  donde  molturaban las aceitunas de sus fincas. En concreto el molino de Josefa Mazuelo, ubicado cerca del Castillo, en el sitio del Navazo, era de dos vigas y el de Vicente Mazuelo,  en el altozano del Coso, colindaba a otros molinos de  Pedro de Lara, vecino de Lopera,  y del  Patronato de Legos que por mitad poseían Antonio Pulido y Antonio Montoro hacendados y vecinos del Lugar de Marmolejo.

A partir de ahí las siguientes generaciones de Mazuelo  mantuvieron sus propiedades en nuestro término municipal hasta fecha reciente en que sus olivares y patrimonio inmobiliario  pasó a los herederos de Vicente Mazuelo Valdelomar tras su fallecimiento en Castro del Rio en agosto de 1908. Es de suponer que la administración  y gestión de las fincas de los Mazuelo, a lo largo de todos esos años, hubo de conllevar la presencia por temporadas de la familia Mazuelo en Marmolejo, en su vivienda de la calle del Navazo, ya que su domicilio habitual oscilaba entre los pueblos de Castro del Río y Cabra.
 De los personajes de esta zaga merece la pena que nos detengamos, en Vicente Mazuelo y Valdelomar,  nacido en Castro del Río. Su padre fue Vicente Mazuelo Mazuelo casado con María Dolores Valdelomar y Sotomayor, ambos naturales y vecinos de dicho pueblo cordobés. Vicente fue un gran hacendado agrícola de talante emprendedor y de arraigadas convicciones religiosas y monárquicas.  En marzo de 1871 le vemos integrar la lista de candidatos a diputados a Cortes en el distrito de Montilla por la Comunión Católico-Monárquica, formación tradicionalista de inspiración carlista que en la provincia de Córdoba  tuvo como jefe destacado a José Jover y Paroldo. Antes, en febrero de ese mismo año, había obtenido 719 votos en la elección realizada para diputados provinciales por el partido judicial de Castro del Río. 
  Aunque nacido en Castro, Vicente Mazuelo Valdelomar residió habitualmente  en Cabra de donde era su mujer Manuela Zejalbo y Beltrán de Caso, y en cuyo término municipal también poseía propiedades agrícolas. Asimismo mantenía y atendía  sus posesiones en Marmolejo y una almazara donde instalaba la moderna prensa Cousinou para la molturación de las cosechas de sus fincas en el pago de Cerrada (El Pino y Mazuelo) y la Aragonesa. Según el Catastro de Rústica de 1905 se estimaba en unas tres mil plantas las existentes en las cerca de 30 hectáreas emplazadas en el término municipal de Marmolejo así como una huerta en el paraje del Navazo. También era propietario de varias casas y estancias en la calle Navazo, cuyo solar abarcaba desde la esquina de la calle de las Parras, hasta la calle Canalejas y otra casa dotada con amplios corrales, graneros y cuadras para animales de labor, en la de Granados, popularmente conocida como la casa de la Tercia residencia, años después,  de su biznieta Carlota Valenzuela Steger.
  Vicente estuvo bien relacionado con la sociedad egabrense, apareciendo muy implicado en el mundo político conservador y en el cofradiero de la ciudad. En concreto formó parte de la junta directiva y llega a ser elegido hermano mayor de la antigua cofradía de la Aurora y Ánimas benditas del Pulgatorio. Sus descendientes fueron Domingo, Vicente y Vicenta Mazuelo Zejalbo, ésta última casada en Cabra con el baenense Manuel de Valenzuela y Fita, guardia marina y General de Brigada. De este matrimonio nacería José Valenzuela Mazuelo casado con Natalia Steger Galisteo (2), natural de Baena, de cuyo matrimonio nacieron Carlota, Teresa, José y Manuel Valenzuela Steger, biznietos/as de Vicente Mazuelo Valdelomar. 
  Carlota fue la heredera, por tanto, de gran parte del patrimonio de los Mazuelo en Marmolejo. Había nacido en Cabra (Córdoba) en 1901 y era conocida con el pseudómino de “La Carlota”. Llegó a Marmolejo con su madre y sus hermanos/as cuando contaba con once años de edad. Al principio vivieron en la calle del Navazo donde poseían vivienda de sus antepasados. Posteriormente, tras su matrimonio con Vicente Alcalá Venceslada, fijaron el domicilio conyugal en la calle Granados pero Vicente fallecía pronto, en 1932, constituyendo su entierro una gran manisfestación de duelo en la población. Queda viuda a la edad de 31 años con dos niñas, Manuela y Natalia, a la sazón tataranietas de Vicente Mazuelo Valdelomar.

La hija de Carlota,  Manuela Alcalá Valenzuela, casada con el maestro de primaria  Juan Perales, sería la última heredera  de la parcela donde se ubicaba la casería de Mazuelos; su hermana Natalia (3), heredaba la parte del pozo y la cañada de los Granadales, y Carlos Nieves Valenzuela, nacido del segundo matrimonio de Carlota con Manuel Nieves Rivillas (4), la parte oriental colindante con la finca de Lotoro.

Entre los muchísimos recuerdos de Natalia Alcalá,  merece la pena que destaquemos su admiración y cariño  a la que fue la criada en la casa de su madre. Se llamaba Genara o “Genarica”, mujer cariñosa y sacrificada, persona de máxima confianza de la familia, quien la guió y cuidó en sus primeros pasos por la vida y concilió los sueños de  su infancia con coplillas que nunca olvidará. Genara era de la familia de “Los Palanca”; de ella conserva el cariño sincero que le transmitió en vida y un recuerdo imborrable, la nana que le cantaba por la noche para conciliar el sueño:

                                     De quien es esta casa grande
                                      con ventanas y balcones.
                                      De Don Vicente Alcalá,
                                      pimpollos y ramos de flores.
                                      A su mujer por hermosa,
                                      pimpollos y ramos de rosas.
                                      Dígale usted a Natalia (se refería a la niña)
                                      que nos saque alguna cosa:
                                      vino y bellotas de buena colección,
                                      vino de tres años, me lo bebo yo.
                                      Y si es de cuatro, mejor que mejor.

Carlota Valenzuela Steger, hacia 1927.  Fuente: Natalia Alcalá Valenzuela.

Pozo de Mazuelo con el milenario pino al fondo. Foto: Alejandro Perales Merino

Genara Moral “Genarica”, sirvió muchos años en la casa de Carlota Valenzuela. Fuente: Natalia Alcalá.

Carlota Valenzuela Steger (Cabra, 1901-Marmolejo, 1978). Fuente: Natalia Alcalá Valenzuela

Notas: 

(1) Testimonio de  los hijos/a de los caseros, Manuel, Antonio y Juana Jurado Romero.
(2) Su padre fue el militar Alejandro Steger Parejo
(3) Natalia Alcalá Valenzuela estaba casada con el maestro de primaria, don Herminio Morales. Sus testimonios  y su entusiasta colaboración han sido de enorme importancia para elaboración de este artículo.
(4) Trás la muerte de Vicente Alcalá Venceslada en 1932, Carlota Valenzuela contrajo matrimonio con uno de sus empleados (de oficio mulero), Manuel Nieves Rivillas.

Fuentes y Bibliografía:

Catastro del Marqués de la Ensenada: Respuestas a los Interrogatorios. Marmolejo, Año 1751 
Catastro de Rústica de 1905. Archivo Histórico Provincial de Jaén
Diario Córdoba n.º 6154 de 12 de febrero de 1871.
Diario Córdoba n.º 6167, de 1 de marzo de 1871.
Diario Córdoba n.º 8793 de 13 de enero de 1880.
Diario Córdoba n.º 16455, de 4 de febrero de 1905.
Moreno Hurtado, Antonio: “La Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Ntro. Padre Jesús de las Penas en la Oración del Huerto de los Olivos y Antigua Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora de la Aurora, Señor San Sebastián y Benditas Ánimas del Purgatorio”. Cabra, 2014
Barea López, Óscar: Heráldica y genealogía en el sureste de Córdoba: siglos XIII al XIX”. Página 13.
Marín, Carlos: “Linaje Mazuelo en Castro del Rio y Cabra (Córdoba)”. Heraldia.com

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