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Ignacio Expósito Villar, alcalde republicano

-Manuel Perales Solís-

  Ignacio había nacido en Marmolejo en 1890; de profesión albañil, se afilio muy joven al Partido Socialista y a la UGT desde los primeros momentos de rodaje del Centro Instructivo Obrero en 1818, siendo uno de los fundadores de la Federación de Trabajadores de la Tierra de la localidad en 1930, año en que asistía al primer congreso fundacional celebrado en la Casa del Pueblo de Madrid junto a los afiliados Manuel Soriano Gómez “Manolillo Lagarto” y Juan Torralbo Molina “Remolino”. Ya en 1919, Ignacio lideraba el movimiento obrero de jornaleros del campo que se produjo hacia diciembre de ese año solicitando la petición de la supresión de los trabajos a destajo, un salario mínimo de 5 pesetas para el hombre y de 2,50 para las mujeres y menores.  Sabemos que en la comarca hubo distintos paros  y enfrentamientos de los trabajadores con la Guardia Civil con el resultado de una niña muerta en Lopera y varios jornaleros heridos y algunos guardias contusos. En Marmolejo se producía un paro durante la jornada laboral seguido de una manifestación obrera que bajó desde la casería de Herrero, donde habían quedado convocadas varias cuadrillas de aceituneros, para llegar hasta  la puerta del Ayuntamiento y hacer públicas sus reivindicaciones laborales a las autoridades locales.

 

   En abril de 1931 Ignacio Expósito salía elegido concejal por la candidatura republicano-socialista y  en febrero de 1936 era  nombrado alcalde tras las elecciones generales de febrero de 1936, que dieron el triunfo a los candidatos  del Frente Popular, cargo que ejerció hasta el 28 de marzo de 1939, con la llegada a Marmolejo de las fuerzas de Franco, al final de la contienda civil.

  Declarada la guerra por la sublevación de los generales agrupados en torno al general Franco, a Ignacio le tocó gestionar los destinos de una villa que vivió jornadas de máxima tensión y violencia. En los primeros días, tras el golpe de estado militar, fueron detenidas varias personas de la derecha local partidarias de los generales sublevados. En concreto la prensa nacional destacó la detención por las milicias republicanas del jefe faccioso Emilio Ruano Jiménez cuando intentaba asaltar el Ayuntamiento, practicándose un minucioso registro en su domicilio en el que se encontraron documentos de gran importancia que, al parecer, demostraban la participación del tal Ruano en el complot fascista contra la legalidad republicana. 

 

   Posteriormente interrogado por el alcalde, confesó su implicación en los hechos. También fueron  detenidos, a mediados de agosto, según el diario “La Libertad”, Vicente Orti García, el farmacéutico Francisco García Vinuesa y el aviador retirado Juan Díaz Criado, que fueron puestos en libertad más tarde. Juan Díaz Criado, concejal durante el periodo republicano de centro-derecha y persona  de simpatías cedistas, se incorporaba, días después, al ejército sublevado donde se mantuvo muy activo al servicio de Franco hasta el final de la guerra. 

    En momentos así la autoridad moral y política de los alcaldes parece que fue suplantada por las acciones descontroladas de los milicianos  provenientes de las zonas mineras de Linares y La Carolina, dispuestos a defender el territorio republicano del valle del Guadalquivir frente a los avances de Queipo de Llano. Muchos de ellos venían imbuidos de un afán exacerbado de revancha contra las personas de derechas de los pueblos por donde pasaban, revanchismo que era encauzado, a veces, en la dirección que les indicaron algunos cabecillas locales de segunda fila ni siquiera legitimados por los principales dirigentes del Frente Popular. 

  Hoy sabemos que la plana mayor del socialismo marmolejeño con Ignacio Expósito a la cabeza, en su calidad de Alcalde y presidente del Frente Popular, procuró por todos los medios a su alcance, contener los ajustes de cuentas y los actos violentos desatados sobre determinados individuos de la derecha local, poniendo a buen recaudo a los detenidos mediante su traslado a la Prisión de Jaén donde, al menos, podrían salvar sus vidas, al quedar alejados físicamente de los más exaltados con ansias de revancha. Los documentos existentes en el Archivo Municipal y el testimonio clarificador de determinados afiliados socialistas y comunistas, confirman que Ignacio Expósito intentó reiteradamente salvar las vidas de las personas de derechas detenidas, aunque no pudo evitar otros asesinatos execrables ejecutados en los primeros días de la sublevación fascista. Efectivamente la mayoría de los trasladados en autobús, el día 3 de agosto de 1936, a la prisión de Jaén pudieron finalmente evitar se ajusticiados. Para que nadie atentase contra los presos encarcelados en la “Carnicería”, mientras se autorizaba el traslado hasta Jaén por el Gobierno Civil, el Alcalde “Mindolo”, como así era conocido popularmente, acostumbraba a llevarse la llave durante la noche a su casa, metida en el bolsillo y con una guardia de escolta para que no se la quitasen en el camino. El testimonio de la hija del socialista fusilado en la postguerra, Juan Vicaria Blanco “Palaino”, habla de cómo un grupo de cabecillas locales de los más radicales amenazaron esos días al alcalde Ignacio Expósito con arrojarlo por el balcón del Ayuntamiento si no les entregaba la llave del calabozo.  

 Cementerio de San Eufrasio de Jaén: fosa común donde reposan los restos del Alcalde Republicano, Ignacio Expósito Villar. Fuente: memoriahistoricadejaen.com

Ignacio Expósito Villar (Marmolejo, 1890-Jaén, 1942). Foto: Archivo Manuel Perales.

 Pasados los primeros momentos plenos de dramatismo y violencia, el Ayuntamiento republicano intentaría, por todos los medios, llevar la normalidad a  los distintos ámbitos de la vida local. En ese sentido nos llama la atención la crónica reproducida en la prensa a cerca del Balneario de Marmolejo     Hay que decir que durante la alcaldía de Ignacio se mantuvo abierto el Balneario de Marmolejo. El periódico “La Libertad” reproducía el 16 de agosto de 1936, la siguiente noticia: “Cuando estalló el conflicto faccioso, la dirección del Consejo de Administración del Balneario de las aguas medicinales de Marmolejo, abandonó el mismo. Seguidamente el Ayuntamiento se incautó de él. Hoy, el Balneario, se encuentra custodiado por milicias. El alcalde, don Ignacio Expósito, nos ha manifestado  que se han de procurar a los enfermos que lleguen a tomar las aguas todas las consideraciones en el orden sanitario y en el orden económico, al efecto de que puedan acudir sin escrúpulo alguno los aguanosos a medicinarse, y además, piensa dicha alcaldía, hacer una bonificación en la parte económica. Asimismo en dicho término de Marmolejo, ha sido incautada una importante finca rústica, propiedad del ex duque del Infantado quien la tenía en el mayor abandono”. Al igual que éste latifundio fueron incautados por el gobierno de la República otros latifundios abandonados por sus dueños que fueron cedidos a las diversas colectividades locales para su explotación desde agosto de 1936 hasta prácticamente el final de la guerra. 

 

   Ignacio ya había experimentado las incomodidades de la cárcel  cuando la Revolución de octubre de 1934, junto al resto de jornaleros detenidos y a su hijo mayor, Andrés, que también era albañil. En aquella ocasión fue uno de los afiliados a la UGT que antes consiguió la libertad pues sólo estuvo un mes preso, hecho que posibilitó, llegada la ocasión, su labor de intermediación con las autoridades locales para conseguir la apertura de la Casa del Pueblo que había sido clausurada, así como el mantenimiento de una mínima actividad de la organización socialista en la localidad.

 

    En los últimos días de marzo de 1939, y cuando ya se vislumbraba la llegada de las tropas nacionales a Marmolejo, abandonó la localidad buscando eludir la represión de los franquistas, pero  era localizado y detenido en la casería de “Los Pinos”, del término municipal de Villanueva de la Reina, donde había marchado con  su esposa, Juliana Venceslada y su familia y otros compañeros más, entre ellos Manuel Flores Vallejo, igualmente concejal y alcalde socialista durante el bienio de izquierdas republicano (1931-1933), que también era detenido. Trasladado a Marmolejo fue encarcelado en la prisión municipal; más tarde en Santa Marina de Andújar y finalmente en la Prisión Provincial de Jaén, donde llegó el 28 de agosto de 1941, puesto a disposición del Juzgado Militar nº 17 de Plenarios de Jaén, procedente de la de Andújar.

 

  El 26 de febrero de 1942 era condenado a muerte en consejo de guerra. Se le imputaron responsabilidades en los crímenes de personas de la derecha, acaecidos a principios de la guerra civil, sin que tuviese posibilidad de defensa. A pesar de que puso en peligro su propia vida frente a los elementos más exaltados de las milicias republicanas, para proteger la integridad de numerosas personas de la derecha, a las que conseguía salvar de una muerte segura, el día 20 de junio de 1942, era entregado a la fuerza armada encargada de cumplimentar la sentencia de la última pena que le fue impuesta, siendo fusilado en el cementerio de San Eufrasio de Jaén, junto a los otros compañeros imputados naturales de Marmolejo: Miguel Barea Correas, Juan Vicario Blanco “Palaíno”, Pedro Barragán Martínez, Juan Ros Fernández y “Turuta”. Sus restos mortales descansan en una fosa común de dicho cementerio. Las esposas de las víctimas fueron a recoger sus enseres personales encontrándose a la vuelta a Manuela Collado Carmona, mujer de Juan Vicaria Blanco, que ajena a los acontecimientos  iba a llevarle ropa limpia y alimentos a su marido. 

  Quiero destacar que en 1984, y ante la necesidad de fijar nombres a varias calles de la barriada de la Huerta del Tío Gregorio, por entonces en formación,  fui testigo de la valiente defensa que el concejal socialista, ya fallecido, Manuel González Roncero, hizo ante el Ayuntamiento Pleno de Marmolejo, para que la memoria de este marmolejeño de bien no cayese en el olvido. 

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