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Historias del agua

Antonio Manuel Herrera Casado presentó el pasado mes de diciembre un interesante trabajo de investigación histórica al que ha titulado “Historias del Agua: Aprovechamientos hidráulicos en Marmolejo. Su influencia en las provincias de Jaén y Córdoba”. No cabe duda que el tema es sugerente y entre las páginas de este interesante libro podemos encontrar informaciones valiosísimas sobre nuestro río padre y el papel determinante que ha tenido en el devenir histórico de nuestra tierra y sus pobladores desde los tiempos más remotos.

 Como reza en la solapa de su edición, “Antonio nace en Marmolejo en 1973. Es maestro. Desde su juventud está vinculado a distintas asociaciones de carácter cultural y deportivo. Ha investigado la historia de Marmolejo de forma autodidacta centrándose en la relación entre la población y el territorio que ocupa, así como las transformaciones a las que ha dado lugar a lo largo de los siglos”.

  En la introducción del mismo podemos leer: “El agua. El Guadalquivir y sus afluentes, que riegan gran parte del territorio andaluz, nos han provisto de riqueza desde hace miles de años. En un punto determinado y desconocido de la historia, nuestros antepasados andaluces dieron un paso cualitativo al aprovechar no solo el agua de ríos y arroyos sino tambien su fuerza. Ya no solo servía para regar o pescar. A partir de aquel momento hizo más fácil el día a día de los habitantes en torno a los cauces. Esa transformación supuso también el poder de aquellos que poseían los artilugios, pues se fueron convirtiendo en lugares imprescindibles para la sociedad.
 

Portada del libro “Historias del Agua” de Antonio Herrera Casado

Antonio Manuel Herrera Casado

Las relaciones sociales, jurídicas y comerciales que se establecieron allí donde había un aprovechamiento hidráulico fueron cambiando a lo largo de los siglos. Sin embargo muy poco, o casi nada, cambió la tecnología, la forma de transformar la fuerza del agua y facilitarle el trabajo al hombre. El oficio de aprovechar así el agua se transmitió generación tras generación. Fue un arte que obligaba a dominar muchas habilidades y mezcla de otros oficios.

   Las historias atesoradas durante siglos en molinos, aceñas y batanes, dejaron paso a la era de la electricidad. Como sus predecesores, aprovechando la fuerza del agua, pero con otro fin, que los relegó al más profundo de los olvidos.

   Este trabajo es un  intento de revivir y rememorar, en cierto modo, aquel bullicioso ambiente que debió existir entorno a los centros de explotación del agua a través de un recorrido histórico por distintos lugares y aprovechamientos huidráulicos.

   Al hablar de ellos lo estamos haciendo de un  patrimonio desconocido, más antiguo que muchos pueblos que se sirvieron de los productos transformados en su interior y que siempre ha traído prosperidad y desarrollo allí donde se han implantado.

  La aguas del Guadalquivir, sus arroyos y sus afluentes se han aprovechado desde que el hombre dejó de cazar y recolectar. Su corriente se ha utilizado desde época romana hasta hace poco tiempo, en términos históricos, para transportar productos aguas abajo. La ciudad íbero-romana de Cástulo tenía su puerto fluvial y desde ahí, aguas abajo, Isturgi, cerca de Andújar, también tuvo puerto. Los troncos de los pinos de la Sierra de Cazorla han descendido por sus aguas durante siglos para ser utilizados como material de construcción de edificios y embarcaciones.

   

Marmolejo, en la provincia de Jaén, es uno de esos lugares bendecidos con la presencia del agua. Manantiales, arroyos y ríos riegan su término. Su famoso balneario ha hecho que se asocie a Marmolejo con ricas y buenas aguas...y razón no ha faltado para ello. El Guadalquivir, el Jándula y el Yeguas vertebran un término rico en olivar, huerta, algodón, maíz, alfalfa, etcétera, etcétera. Villa del agua, la llaman algunos merecidamente. Sí, pero por mucho más que por sus manantiales o por sus regadíos.

 Las historias del agua a las que se dedica este trabajo son aquellas surgidas del aprovechamiento de su fuerza para transformarla en movimiento con el que hacer girar turbinas y generar energía eléctrica; mover piedras con las que moler grano y obtener harina; o mover martillos con los que enfurtir paños.

   Como se irá viendo a lo largo de sus páginas, los aprovechamientos hidráulicos de Marmolejo tuvieron una gran repercusión en las comarcas  vecinas de Jaén y Córdoba. Desde el medievo y hasta el siglo XX, a sus molinos y batanes, acudían desde Porcuna, Andújar, Arjonilla o Bujalance.
La luz, que en sus primeras centrales hidroeléctricas se generó, iluminó pueblos tan distantes como Villafranca o Guarromán y todos los que hay entre uno y otro. Se construyeron líneas de alta tensión que en los años 30 procuraban electricidad a gran parte de la población de esta zona de Andalucía”.

  Sólo desear que este libro colme, con creces, los deseos de conocimiento sobre aspectos inéditos de nuestra historia que a todos/as nos deben interesar.

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