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Alfonsa, mi vecina octogenaria del Charco del Novillo

-Juan Relaño Moyano- (1)

 

Este breve pero entrañable texto de caracteres casi poéticos, salió publicado en el programa de la Feria de Marmolejo correspondiente al año 2019. Con la autorización previa del autor, he decidido reproducirlo en esta página web, porque en breves, pero densas líneas, encierra interesantes pinceladas de los valores  y modos de vida de los prototipos humanos, en este caso una mujer, más auténticos y nobles de nuestra tierra. 

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Juan Relaño Moyano con Alfonsa Perales Cachinero

 “POSEE UN LIBRO ESCRITO EN RENGLONES TATUADOS DE ARRUGAS EN SU ROSTRO. NO CONOCE UN LIFTING, PERO EL VIENTO DE LA SIERRA CURTIÓ EN LOS INVIERNOS SU SONRISA DESPEINADA.


ALFONSA HUELE A TOMILLO, JABÓN DE PIEDRA Y BARRANCO. A CUNETAS, A ESTRAPERLO Y “JUILES”.

LA MIRADA BRILLANTE, RETANTE, COMO BOCA DE CARBONERA Y CLAVADA AL GOZNE DE LA PUERTA ENTREABIERTA A LA VIDA.

PERDIDA EN OTRO TIEMPO. CON LA DULZURA DE LAS CLAVIJAS DEL RELOJ QUE ESTALLAN EN EL ENGRANAJE INTERNO, A OTRO RITMO, EN OTRA DIMENSIÓN. DEMENCIA ACTUAL, LUCIDEZ PRETÉRITA.

ALFONSA ENAMORADA, AGRADECE A LA VIDA. MALDICE A LA MUERTE LADRONA DE SUS DOS HIJOS, TAN TEMPRANO.

 

BENDICE A SUS BIZNIETOS Y AMAMANTA ESTE AÑO (MÁS QUE NUNCA) A LA PEQUEÑA CERVATILLA. MADRE SIEMPRE.

SU PATRIA ES EL MOLINO ACEITERO DE “LAS ABOGÁS”, EL BARRANCO DE LOS CRESPOS, EL CERRO DE LA SIERPE.
SU BANDERA LA ROPA DE MIL COLORES TENDIDA AL VIENTO SOLANO, ONDEANDO RECUERDOS.

ME COMENTA QUE NO QUIERE BAJAR AL PUEBLO. QUE LE GUSTA EL SILENCIO DEL MONTE. POCO HA BAJADO, ¿PARA QUÉ AHORA? SU MIRADA BRILLA AÚN MÁS Y ME SONRIE. LE ENTIENDO.

 

ALFONSA ME MIRA COMO AUN NIETO Y YO COMO A LA ABUELA QUE NUNCA CONOCÍ. ME HABLA Y NO SÉ SI LA ESCUCHO: LA ESCUCHO Y NO SABE SI ME HABLA. PERO NUNCA NOS DESPEDIMOS. AL TIEMPO DE IRME, CADA VEZ, ME COGE LAS MANOS CON CALIDEZ SUSURRANDO….”NO TE VAYAS AÚN, TE CUENTO DE CUANDO LOS LOBOS NOS QUITARON LAS OVEJAS POR DEBAJO DE LA FUENTE DE LOS PERROS”.

Y SIEMPRE ME CONVENCE. LAS CLAVIJAS DEL RELOJ VUELVEN A ESTALLAR, LA MIRADA BRILLA, EL OLOR LIMPIO A JABÓN DE PIEDRA Y TOMILLO; LA DULZURA DEL LIBRO DE SU ROSTRO. LA CERVATILLA VUELVE A TENER HAMBRE. -¿PARA QUE BAJAR?; MURMURA Y SONRIE.

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Torre de Prensado del Molino de Las Abogadas. Foto: Manuel Perales (1988)

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Casería de Las Abogadas (acuarela).  Fuente: Bartolomé Márquez Delgado.

Notas biográficas sobre Alfonsa y su familia:
 Alfonsa Perales Cachinero, la vecina octogenaria del Charco del Novillo, de la que nos habla Juan Relaño,  cumplirá en breve 89 años. Nació en 1932 en la Venta de Azuel (Cardeña), en el seno de una familia de jornaleros de la dehesa serrana, que años después marcharon  a vivir a La Venta del Charco, para recalar, definitivamente, en el Charco del Novillo montoreño, donde el  padre trabajaría en la finca de Los Crespos y esporádicamente durante los inviernos, en el molino de las Prensas. Allí, el resto de la familia se empeñaba, igualmente,  en las distintas  faneguerías de este latifundio durante la recolección de las aceitunas.


  El padre de Alfonsa, Juan Perales Lozano, era natural de Marmolejo y la madre, Ana Cachinero Valverde,  de la venta de Azuel. Fue, precisamente,  en  las Prensas, donde Alfonsa conoció a su futuro esposo, Daniel Nieves Ruz, joven marmolejeño que junto a su familia acudía los inviernos a la finca vecina de Belloteros para recoger las aceitunas.  Su padre era Daniel Nieves Barragán, natural de Marmolejo, pero con residencia en el poblado de San Julián desde que comprara una parcela al Instituto Nacional de Colonización. La madre, Otilia Ruz Espigares procedía de Guadix, miembro de una de las tantas familias que emigraron por esos años desde el altiplano granadino.


   En los ratos de lagareo o de animadas botijuelas de las faneguerías de Las Prensas,  Daniel y otros jóvenes de los entornos,  acudían a esta finca de los Mouta y Miranda de Grado,  para divertirse y entablar relaciones con el nutrido número de muchachas aceituneras que integraban las cuadrillas.  El joven Daniel sabía tocar muy bien la bandurria y el acordeón, por lo que se erigía en personaje imprescindible en la animación musical de estos ratos de asueto, en los que acabó  surgiendo el flechazo con Alfonsa.


  Se casaron en 1954 y tuvieron  6 hijos (Daniel, Ana, Juan, Otilia, María Isabel y Antonia). El matrimonio continuó  viviendo en Los Crespos  durante unos años, finca que llevaron en arrendamiento hasta el comienzo de la década de los ochenta en que deciden  arrendar la  cercana hacienda de “Las Abogadas”. Algún tiempo después la adquirían en propiedad a la montoreña  María Luisa López Madueño (2),  quien la había recibido en herencia de su madre,  Lucía Madueño, propietaria de esta finca desde los años de postguerra.


 El esfuerzo de muchos años de duro trabajo en los olivares del Charco del Novillo y durante varios veranos, de la familia al completo, en la vendimia francesa, hicieron posible  dejar el estatus  de arrendatarios para convertirse en  dueños de más de 6000 olivos. Allí establecieron definitivamente su hogar,  en este  bello lugar cercano al Yeguas,  lindero con los arroyos de la Palma y del Mosquil. 

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Alfonsa Perales y su esposo Daniel Nieves. Fuente: familia de Alfonsa Perales

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Ana Cachinero Valverde y Juan Perales Lozano, padres de Alfonsa. Fuente: familia de Alfonsa Perales.

  La casería de Las Abogadas, según nos cuenta Manuel Criado Hoyo en sus “Apuntes para la Historia de la ciudad de Montoro”, estuvo dotada de molino de aceite, datado a finales del XVIII,  del que aún podemos admirar  su bella y esbelta  torre que servía de contrapeso a la pesada viga de la almazara. Este elemento arquitectónico funcional, único en su género por el peculiar  rebaje de la cubierta en su flanco noroccidental, aún conserva su veleta original y sus singulares perinolas en  los vértices superiores. Su presencia en este lugar le debe mucho a la inteligencia de Daniel quien ante una oferta de compra para ubicarla en  Villa del Río, dio  su  no por respuesta, alegando que “ya que las personas antiguas  se habían esmerado de tal forma en su bella ejecución en este lugar,  había de respetarse aquel  digno empeño”.

Notas:
(1) Juan Relaño Moyano, natural de Villa del Río, es biólogo de profesión. Reside en el Charco del Novillo en perfecta armonía con sus lugareños, a los que considera sus vecinos.
(2) María Luisa López Madueño, contrajo matrimonio con el abogado  Juan Ramón Iglesias Sergal. Era hija del montoreño  Mariano López Cañas, secretario de juzgado fallecido durante la Guerra Civil  y de Lucía Madueño González .

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Otilia Ruz Espigares y Daniel Nieves Barragán, padres de Daniel Nieves. Fuente: familia de Alfonsa Perales.

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